Escribe: Nicholas Davenport, socio fundador de MEDI (Monitoring European Distribution of Insurance)
(El autor plantea, en su tercera carta desde Londres para este blog, una crítica directa a la burocracia de Bruselas y advierte de la necesidad de publicar una nueva directiva de intermediación de seguros pensando más en el 99% de los mediadores que trabajan con honestidad y rigor y que podrían generar empleo que en el 1% generador de los verdaderos conflictos de interés, amparada en la defensa del interés del consumidor cuando el verdadero problema europeo es la competitividad)
(Ver sobre el mismo tema: «Cuando las barbas de tu vecino…», Informe sobre proyecto de directiva de intermediación de seguros).
Muchas compañías, aseguradores e intermediarios, están siendo obligados a considerar lo impensable: ¿Qué consecuencias tendrán para nuestros negocios si se rompe la eurozona? – bien de forma ordenada o desordenada.
Esto de momento parece algo improbable. Parece probable que Alemania, actual fiador de la eurozona, siga viniendo al rescate pero sólo si los países periféricos en riesgo llevan a cabo las duras reformas que se necesitan para reducir su deuda soberana. Los mercados de renta variable se mantienen relativamente boyantes porque lo creen así, aunque el euro va de crisis en crisis a medida que van llegando los plazos de rescate.
Pero si el euro sobrevive, hay consecuencias inmediatas para cierta austeridad. Irónicamente al sur y este del mediterráneo la primavera árabe busca traer la democracia en lugar de la dictadura. Y sin embargo, en ciertos países europeos, cabe que nos preguntemos: ¿puede sobrevivir la democracia? En Grecia y en Italia ya han subido al poder líderes no elegidos (en Italia un gobierno completo no elegido). ¿Por cuánto tiempo seremos capaces de tolerar la supresión de los derechos democráticos? Hace seis meses en Egipto el ejército fue visto como el salvador de la nación – ahora de nuevo la gente está muriendo en la plaza de Tahrir protestando por los abusos antidemocráticos del ejército.
Una consecuencia de la austeridad en Europa es por tanto la inquietud de la sociedad civil, de la gente, hasta el momento desconocida. ¿Por cuánto tiempo tolerarán los griegos reducciones drásticas de sus condiciones de vida? ¿Hasta cuándo será tan alto el desempleo juvenil en España? ¿Y qué ocurre cuando las revueltas llegan a las calles de Francia como ha ocurrido en época de crisis económica en el pasado?
No hay esperanza para las naciones endeudadas si no se estimula el crecimiento económico. No es probable que esto venga en primer lugar del sector privado – tan necesario en Europa – sino más bien de las inversiones públicas que estimulen el empleo y el crecimiento. Alemania necesita invertir en industrias transformadoras de otros países de la UE más que conseguir balanzas superavitarias de pagos (ya que el 75% del mercado en la UE es intracomunitario y cualquier superávit de un país ha de ser compensado por un déficit en otro). Hay mucho dinero privado en movimiento en mercados foráneos de todo el mundo que podrían añadirse también a ese plan de inversiones. El mercado del seguro podría beneficiarse de las inversiones públicas y privadas citadas.
Lo que no se necesita es más legislación restrictiva por parte de Bruselas, imponiendo altos costos a la industria del seguro bajo el disfraz de protección al consumidor. El incremento de la protección al consumidor ya no es el problema, es la competitividad europea. Las industrias punteras europeas como la del seguro deben ser incentivadas y su posición global competitiva potenciada y no disminuida. Esta debería ser la nueva tarea del regulador europeo – no preocupándose tanto del aproximadamente 1% de los intermediarios del seguro que pudieran derivar en un conflicto de intereses (con o sin regulación) sino más bien para animar al 99%, que realizan un trabajo profesional honesto, a expandirse nacional o internacionalmente, y a emplear y preparar a más gente joven.
Por esta razón, es imprescindible que la revisada directiva sobre intermediación de seguros (IMD2) que será publicada en borrador en la primavera del 2012 no encuentre problemas, como por ejemplo la distribución de seguros remunerada en base a comisiones que ha tenido éxito durante siglos y bajo cuyo régimen se han regido la inmensa mayoría de los intermediarios, superando los posibles conflictos de interés surgidos por el hecho de asesorar a sus clientes a pesar de ser remunerados por la aseguradora.
A continuación publicamos la versión inglesa del mismo post.
Many companies, insurers and intermediaries included, are being forced to consider the unthinkable: what will be the consequences to our businesses if the Eurozone breaks up – in either an orderly or disorderly way?
That still seems an unlikely outcome. It is likely that Germany, the present paymaster of the Eurozone, will keep coming to the rescue, but only if debtor peripheral countries implement the tough reforms needed to reduce their sovereign debt. Stock markets remain relatively buoyant in this belief, even though the euro staggers from one crisis to the next as deadlines for bail-outs arrive.
But even if the euro survives, there are immediate consequences of such austerity. Ironically, to the south and east of the Mediterranean, the Arab Spring seeks to bring democracy in place of dictatorship. Yet in certain European countries it has to be asked: can democracy survive? Already in Greece and Italy, unelected leaders (in Italy an entire unelected cabinet) have come to power. How long will people tolerate the removal of their democratic rights? In Egypt 6 months ago, the army was seen as the nation’s saviour – now people are dying in Tahrir Square again in protest at the army’s undemocratic abuses.
One consequence of austerity in Europe is likely therefore to be civil unrest, to an extent presently unknown. How long will the Greeks tolerate severe reductions in living standards? How long can youth unemployment remain so high in Spain? And what happens when the mob descends into the street in France, as it is has been prone to do at times of economic crisis in the past?
There is no hope for indebted nations unless economic growth can be stimulated. This is unlikely to come primarily from the private sector – what is needed is Europe-wide public infrastructure investment to stimulate employment and growth. Germany needs to invest in manufacturing in other EU member states, rather than producing a permanent balance of payments surplus (given that 75% of trade in the EU is intra-community, any surplus in one country has to be matched by a deficit somewhere else). There is a lot of private money washing around world markets which could be harnessed to such a plan as well. The insurance market would also benefit from public/private investment of this kind.
What is not needed is more restrictive legislation coming out of Brussels imposing vast costs on the insurance industry in the deluded guise of consumer protection. Increased consumer protection is no longer the issue: European competitiveness is. Key European industries such as insurance should be encouraged and its global competitive position enhanced not diminished. This should be the European regulator’s new task – not to worry about the 1% of insurance intermediaries who might exploit a conflict of interest (they will misbehave with or without regulation), but to encourage the 99% who do an honest professional job to expand nationally and internationally, and to employ and train more young people.
For this reason, it is vital that the revised Insurance Mediation Directive (“IMD2”) due to be published in draft in the spring of 2012 does not seek to overturn methods of trading (such as commission-based insurance distribution) which have proved
successful for centuries, and under which regime the vast majority of intermediaries manage honestly and successfully to overcome possible conflicts of interest arising from the fact that they advise their client, but are remunerated by insurers.