El siguiente artículo forma parte de la serie “Ecosistema digital del Corredor de seguros“, promovido por COI y que podéis leer todos los artículos en el magazine.
Autor: José Antonio Santiso, CEO 3GMG
En un entorno digital y online, en el que los usuarios cada vez requieren más servicios en entornos desatendidos, móviles y conectados, poder finalizar cualquier proceso con una firma con validez legal es cada vez más importante.
De nada sirve digitalizar un proceso si finalmente el usuario ha de firmar en papel, personarse en una oficina o recibir un contrato prefranqueado por correo postal.
Por eso es necesario disponer de una plataforma de firma flexible que se adapte a los procesos de la empresa y sea económicamente rentable, cumpliendo siempre la legislación vigente, y de manera robusta y segura, ya que estamos gestionando datos críticos de nuestros clientes.
Nuestra plataforma de firma cumple con todas estas premisas, facilitando además la integración en todo momento con los procesos y sistemas ya existentes en las compañías.
La firma, el equilibrio entre lo perfecto y la realidad
Hay muchas formas de firmar un documento, y también hay muchas formas digitales de hacerlo. Se puede firmar con un DNI electrónico, de manera manuscrita sobre un dispositivo táctil, con un pin SMS, con certificados electrónicos alojados en un servidor, con una huella dactilar, por voz, etc. En principio, todas las firmas son pruebas en caso de litigio, y el objetivo es recabar las máximas evidencias electrónicas que demuestren el momento en que se realizó, quién lo hizo y cuál era el documento que firmaba.
La firma que más y mejores evidencias acumula, obviamente, es la realizada con un certificado electrónico cualificado o un DNI electrónico: es el escenario perfecto.
Sin embargo, la realidad nos dice que si quisiéramos articular un proceso de contratación de un seguro, y obligáramos al usuario a usar su DNI electrónico para firmar, dejaríamos fuera de nuestro público objetivo todos las personas que no tienen el nuevo DNI, a todos los que no tengan un lector adecuado, a todos los que no sepan como se firma con un DNI, a todos los que no conozcan su pin, a todos los que no recuerden dónde guardaron el sobre oficial con el pin, y más aún, a todos aquellos a los que la Policía Nacional ni si quiera le dio ese sobre ni le informó para que servía el DNIe.
Como el objetivo al digitalizar un proceso no es hacer alarde de nuestras capacidades tecnológicas, sino facilitar a nuestro cliente que pueda contratar nuestros servicios, la realidad nos dice que el escenario perfecto solo nos serviría para perder clientes.
Por lo tanto, partiendo del proceso real que digitalizamos y requiere de una firma, tenemos que buscar cuál es el mejor escenario posible de firma para que el cliente lo tenga fácil.
Los límites que NO se pueden saltar
Este escenario solo tendrá dos limitaciones a tener en cuenta: cumplir con los requisitos regulatorios del sector y no poner en riesgo los datos recogidos.
En un sector tan regulado como el asegurador, el primer limite que no se debe traspasar nunca es el legal. Normativas como el SEPBLAC, la adecuación al GDPR u otras específicas del sector o proceso, invalidarían cualquier firma que realicemos sin cumplirlas, con lo cual llegaríamos al punto que queremos evitar: que el cliente haya firmado un contrato de servicio que podría no tener ninguna validez.
Es aún peor si cabe saltarse el segundo limite: el de la seguridad de los datos del firmante.
Si no ponemos todas las barreras posibles para que los datos del proceso de firma estén cifrados y seguros en todo momento -por ejemplo, los datos biométricos de una firma manuscrita-, estaremos poniendo en riesgo la identidad de nuestros clientes.
Nuestra plataforma te ayuda a firmar de manera eficaz, económica, segura y cumpliendo la legislación, para poder adaptar tus procesos a la nueva realidad digital.