Escribe: Elena Sánchez Escobar / Psicóloga / Psya Asistencia
Según la OMS, 1,3 millones de personas mueren como consecuencia de accidentes en las vías de tránsito y nada menos que otros 50 millones sufren traumatismos. Lo que pocos saben, es que el 100% de personas implicadas en accidentes de tráfico, directa o indirectamente, y sus familiares padecerán consecuencias psicológicas independientemente de los daños físicos sufridos.
En cada accidente, la/las persona/s involucradas ven peligrar su integridad física. Éste es el punto de partida sobre el que se asientan los daños psicológicos.
Los hay de carácter inmediato: aturdimiento o embotamiento, ansiedad, amnesia temporal, sensación de irrealidad… y que son considerados normales, puesto que se espera aparezcan en éste tipo de situaciones. Hay otros síntomas, de aparición tardía, que se consideran ya patológicos: reexperimentación de lo ocurrido, pesadillas, ansiedad extrema al entrar en contacto con personas o lugares relacionados con el acontecimiento traumático, miedo incontrolable a la posibilidad de que se vuelva a repetir…
En la experiencia extraída de las llamadas recibidas en el centro de escucha psicológica de Psya, empresa experta en prevención de riesgos y gestión de crisis, sabemos que lo que marca la diferencia es la intervención psicológica inmediata y el acompañamiento posterior.
Contener, normalizar, orientar y apoyar a las personas implicadas en accidentes de tráfico va a minimizar la sintomatología asociada a estos sucesos, y les va a permitir retornar a su funcionamiento diario de la manera más normalizada posible.
En los casos en los que existen secuelas físicas de mayor o menor intensidad, la intervención psicológica se torna, si cabe, más necesaria. Asumir lo ocurrido, asimilar los cambios que puedan suceder a nivel vital y readaptarse a la nueva situación es un trabajo físico y emocional bastante complejo, en el que el acompañamiento de un profesional va a ser de vital importancia.
Sin embargo, como ya hemos mencionado, aunque no haya daños corporales, SIEMPRE van a existir otros daños, que aunque no son visibles, son dolorosos, costosos y estables en el tiempo si no se interviene. Nos referimos a los daños psicológicos, asociados a cualquier acontecimiento traumático. Son a veces infravalorados, pero tienen el poder suficiente para modificar la cotidianidad de la persona afectada, impidiendo un retorno natural a su día a día y afectando a todo su entorno, tanto familiar como laboral.
Invertir en la prevención de estos daños a corto (de manera inmediata al suceso), medio y largo plazo es la mejor manera para las compañías de seguros de dar un paso más hacia el cuidado integral de sus asegurados y marcar la diferencia en un mercado cada vez más competitivo, ofreciendo un servicio de gran valía para los usuarios.