Escribe: Sabin Azua. Socio Director de B+I Strategy.
Escribo este artículo sobre multiculturalidad cuando se agolpan en mi cabeza los sangrientos sucesos acaecidos en París como consecuencia de la barbarie terrorista. Algunos considerarán que hablar de multiculturalidad en un escenario como el actual es un disparate. Pero siempre tenemos que desligar la opresión de unos fanáticos (que los hay en casi todas las culturas) de los pueblos, las religiones, las culturas o las sociedades en nombre de las cuales ejecutan su criminalidad.
Hoy más que nunca el mundo de la empresa se mueve en un escenario internacionalizado. Con independencia de que nos implantemos físicamente en un conglomerado multidoméstico, todas las actividades de la empresa están o deberían estar gestionadas en clave mundial.
Para reforzar su competitividad, la empresa debe ser eficaz cuando adquiere y comparte conocimiento, innova procesos y modelos de negocio, identifica las necesidades de los clientes, adaptación la oferta a mercados de exigencias y valoración de atributos diferentes, integra las diferentes culturas e idiosincrasias de las personas de la organización en los lugares que opera.
Si miramos a nuestro alrededor, constatamos que, pese a la creciente presencia de nuestras empresas en mercados internacionales, son muy pocas las que incorporan en el equipo directivo a personas de otras geografías, y constriñen así la posibilidad de aportar una mayor riqueza al proyecto empresarial que resultaría de incorporar visiones diferentes del mundo que potencien la proyección competitiva de las personas.
Los procesos de implantación internacional están fuertemente centrados en los modelos de gestión, rasgos culturales, valores, mecanismos de interrelación, etc., de la casa madre, y esto genera barreras y obstáculos para una integración completa de las personas en el proyecto empresarial común. Existe una tendencia generalizada a considerar los valores propios como verdaderos e inmutables.
¡Qué ricas serían las empresas si, respetando rasgos principales de la identidad del proyecto empresarial, enriquecieran ésta con las aportaciones de otras culturas y mercados! Una competencia a desarrollar como clave de competitividad en el futuro es, precisamente, la capacidad de dialogar multiculturalmente para potenciar el proyecto empresarial. La identidad es historia, presente pero, sobre todo, un sentido aspiracional de futuro, donde debemos ir modelando la comunidad de personas de diferentes culturas y ámbitos geográficos que desarrollen el proyecto.
Necesitamos trabajar para conseguir asentar una sociedad que acepte la multiculturalidad de forma natural, implicando al sistema educativo, la administración, las empresas, los medios de comunicación social, etc., para buscar un país abierto al diálogo constructivo en el mundo. Como dijo el poeta: “Amando a los diferentes, crecemos como seres humanos”.