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Las pensiones en un mundo… más longevo, importante reflexión para un debate muy serio que conviene tomarse en serio.
Por Javier Wrana – Dr. en Economía y profesor titular la Universidad Rey Juan Carlos I
Ya sólo se discuten los plazos. Sí. Los medios objetivos que ya existen sugieren que, en un breve espacio de tiempo, la longevidad humana se va a incrementar de modo sustancial.
Los experimentos de varios científicos, como el de María Blasco con ratones (que ha dado como fruto aumentar hasta el triple su health span-periodo de vida en salud), señalan un camino que, muy probablemente, sea más pronto que tarde seguido por los humanos.
Así, parece razonable que, en el diseño de los escenarios de futuro para los sistemas de pensiones, comience a ser necesario tener en cuenta esta circunstancia.
Dos son las fórmulas esenciales para los sistemas de pensiones: la capitalización personal, y el reparto. En el primer caso, cada interesado va transfiriendo rentas presentes al futuro a lo largo de su vida (activa); en el segundo, el operador de poder vigente en cada momento determina qué parte de la riqueza generada (por las personas activas[i]) hoy, ha de ser transferida a las personas retiradas hoy.
Las pensiones de reparto
En los sistemas de reparto el problema no se plantea (desde el punto de vista técnico), determinándose el importe de cada jubilación a partir de las siguientes variables:
- La riqueza generada por una Sociedad en un periodo de tiempo.
- La riqueza que esa Sociedad desea transferir a las personas retiradas hoy (en el caso de España puede verse el artículo 128.1 de la Constitución Española de 1.978).
- El número de personas retiradas hoy (que el operador de poder puede alterar, por ejemplo, modificando la edad de jubilación).
- El algoritmo de reparto (por ejemplo, teniendo en cuenta las cotizaciones realizadas por los retirados hoy a lo largo de su vida activa).
En este sistema, la pensión estará relacionada positivamente con las variables 1 (dependiente de múltiples factores), y 2 (dependiente de la decisión política); y negativamente con la variable 3 (dependiente de la demografía); en tanto que su equidad dependerá de la variable 4.
La capitalización personal
En los sistemas de capitalización personal, la pensión que un retirado recibe depende de la aportación que él mismo realiza a lo largo de su vida activa, y de los términos en que esté redactado el contrato con la correspondiente entidad aseguradora[ii].
Pues bien, en un contexto de incremento de la longevidad, mientras que en los sistemas de reparto el equilibrio está garantizado (mediante el ajuste, claro, del importe de las pensiones, en función de las cuatro variables mencionadas); en los sistemas de capitalización personal se plantean varios problemas, entre los que destacan los dos siguientes:
- Cuando se garantiza el cobro de la pensión desde el momento de la jubilación hasta el fallecimiento[iii] (determinado actuarialmente a través de la esperanza de vida en el momento en que se firma el contrato), la probabilidad de quiebra del sistema aumenta con el aumento de la longevidad. Esto es, a partir de un punto en el incremento de la longevidad, las entidades con las que se haya contratado un plan de pensiones con garantías no estarán en condiciones de hacer frente a sus compromisos contractuales con los titulares de los derechos de cobro de las pensiones.
- Si el derecho de cobro de la pensión está supeditado a la disponibilidad de fondos en el plan de pensiones, el problema no será menor: al incrementarse la esperanza de vida, una cantidad creciente de personas que hayan contratado este tipo de plan de pensiones dejarán de percibir la pensión.
Conclusiones
En definitiva, las entidades con las que se hayan contratado planes de pensiones supeditados a la disponibilidad de fondos (sistema sin garantías) no (necesariamente) quebrarán; en tanto que la sostenibilidad real de aquellos con garantía, actuarialmente consistente, ceteris paribus, en un contexto de longevidad constante, harán aguas en un contexto de longevidad creciente.
Ya que, en uno u otro caso, el problema habrá de ser resuelto por el conjunto de la Sociedad (directamente y/o a través del operador de poder), atendiendo a esas personas una vez hayan dejado de percibir la pensión; no veo necesario que haya que pasar por una fase previa de quiebra de la parte del sistema financiero vinculado a los sistemas de pensiones de capitalización personal (que naturalmente no soluciona ni contribuye a solucionar el problema de fondo).
Como conclusión, creo prudente (incluso necesario) que, en futuros planes de pensiones, las entidades que los ofrezcan incluyan cláusulas en las que la longevidad (medida por ejemplo mediante la esperanza de vida) juegue un papel relevante.
Todo esto será desarrollado en el inminente Congreso sobre Longevidad y Criopreservación que se celebrará los próximos 25 a 27 de mayo de 2017, en Madrid en International longevity & cryopreservation Summit.
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[i] Hasta ahora venimos considerando que las mejoras tecnológicas aumentan la productividad de los trabajadores… Y que es esa productividad la que ha de transformarse en la remuneración correspondiente al trabajo que han realizado. Dudo que este esquema pueda ser mantenido por mucho tiempo, pero lo voy a mantener (instrumentalmente) para este artículo.
[ii] Por ejemplo, recibir una pensión desde la edad de jubilación hasta el fallecimiento… O mientras dure el fondo generado.
[iii] O se dan otro tipo de garantías con similar efecto.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]