- Más del 45% de los abuelos en España cuidan habitualmente de sus nietos y el 38% lo hacía anteriormente, según datos del CIS
Con la llegada del verano, muchas familias encuentran en los abuelos un apoyo imprescindible para conciliar la vida laboral y el cuidado de los más pequeños. Su presencia no solo aporta calma y estabilidad en la rutina familiar, sino también historias, cuidados y experiencias únicas que enriquecen a las nuevas generaciones.
En España, más del 45% de los abuelos cuidan habitualmente de sus nietos y un 38% lo hacía en el pasado, según datos del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). De ellos, un 28% se ocupa de sus nietos todos los días, un 39% varias veces por semana y un 31% con menor frecuencia. Esta situación permite a muchas personas mantener su actividad profesional sin recurrir a otras alternativas como campamentos o reducciones de jornada.
Sin embargo, esta ayuda no está exenta de implicaciones físicas, emocionales y sociales para las personas mayores. “Los abuelos no son una solución ilimitada ni gratuita. Su apoyo es fundamental, pero debemos evitar que se conviertan en cuidadores a tiempo completo sin descanso”, explica Alfonsy Díaz Sánchez, psicóloga de Sanitas Mayores. “Aunque cuidar de los nietos puede ser una fuente de alegría y conexión afectiva, cuando se convierte en una tarea constante y no elegida, puede derivar en un desgaste significativo”, señala.
En el plano emocional, uno de los efectos más habituales es el estrés crónico, fruto de la presión de estar siempre disponibles por el cariño hacia hijos y nietos. A esto se suma una ambivalencia emocional: el deseo de ayudar convive con la necesidad de descansar o dedicarse tiempo a uno mismo, lo que puede generar sentimientos de culpa.
Además, cuando el cuidado es continuo, los mayores tienden a reducir sus actividades sociales o de ocio, lo que favorece el aislamiento y deteriora su bienestar emocional. “En los casos más extremos puede aparecer el llamado ‘síndrome del abuelo quemado’, una forma de agotamiento similar al burnout laboral, con irritabilidad, desconexión afectiva e incluso rechazo hacia la tarea de cuidar”, añade Alfonsy Díaz.
En el plano físico, cuidar de niños pequeños requiere una energía constante, fuerza y reflejos que no siempre se corresponden con la edad. Esto puede derivar en fatiga, lesiones musculares, caídas o incluso agravar problemas crónicos como la hipertensión o la diabetes.
“El tiempo compartido entre abuelos y nietos puede ser una experiencia profundamente enriquecedora para ambas generaciones. Los niños ganan en afecto, historias y sabiduría, mientras que los mayores se sienten útiles y emocionalmente conectados. Pero esto solo es posible si se construye desde el respeto y la escucha”, advierte la psicóloga de Sanitas Mayores.
Ante esta situación, los expertos de sanitas Mayores han elaborado un listado con una serie de consejos para afrontar este verano:
- Acordar horarios claros y realistas. Es importante consensuar de antemano cuántos días y durante cuántas horas podrán encargarse los abuelos del cuidado de los nietos. Este acuerdo ayuda a proteger su tiempo libre y a evitar que renuncien a sus propias rutinas y actividades.
- Fomentar actividades compartidas. Proponer actividades como cocinar, leer cuentos o cuidar plantas juntos favorece el vínculo entre generaciones y transforma el cuidado en una experiencia gratificante, en lugar de una obligación constante para los mayores.
- Repartir la carga. Involucrar a otros familiares, alternar con campamentos o ajustar las vacaciones laborales son medidas que alivian la responsabilidad de los abuelos y contribuyen a preservar su bienestar físico y emocional.
- Agradecer y reconocer su ayuda. Expresar gratitud mediante palabras y gestos refuerza los lazos familiares y permite que los mayores perciban su ayuda como algo positivo, sin que esta se convierta en una carga desproporcionada.
“Hay que tratar de replantear la ayuda de los abuelos desde el diálogo para que el verano sea una oportunidad de tejer vínculos y no de acumular cargas. Cuidar de los lazos intergeneracionales es un tesoro, pero solo genera resultados cuando se cultiva desde el respeto, no desde la sobreexigencia”, concluye Alfonsy Díaz.