El vértigo es una enfermedad que afecta al sentido del equilibrio. Aplicado al sector asegurador puede producirse ante dos situaciones distintas.
Habitualmente se ha producido cuando los resultados eran deficitarios y afectaban a la gestión. A su vez, se manifestaba en situaciones reales ó inducidas más ó menos interesadamente.
Especialmente en los negocios de NO VIDA y dentro de ellos los de AUTOS y RESPONSABILIDAD CIVIL GENERAL la cuenta de resultados depende de forma significativa, como es lógico, de la siniestralidad ocurrida pero no pagada al cierre del ejercicio. Sin perjuicio de la normativa legal existente la realidad permite márgenes de estimación de frecuencias y costes para los IBNR (siniestros ocurridos pero no conocidos) ó para los ya provisionados que, sin duda, condicionan la cuenta de resultados del ejercicio corriente y , especialmente, la del ejercicio contable del año en curso y sucesivos.
Todo ello, es el “pan nuestro de cada día” de Directivos y Actuarios. Lo importante es que las consecuencias y dinámicas que el vértigo de una cuenta de resultados deficitaria genera sobre la gestión son, como es lógico, muy importantes. Las metodologías diversas, ya muy contrastadas de cálculo de provisiones y costes finales estimados no han evitado mitigar el vértigo ante un panorama de pérdidas contables. Después de todo, las provisiones mientras lo son, pueden modificarse y el optimismo ó los cambios reales ó aparentes en la gestión, posibilitan hacerlo.
A veces, poco sirven al menos mientras no haya una intervención formal del Órgano de Control, las recomendaciones de Consultores o Auditores. La tentación de incrementar los ingresos sin modificar las políticas de suscripción ó los precios ante una situación como la descrita han llevado a la tumba a Entidades Aseguradoras.
Ciertamente, no siempre que se han producido tales situaciones la insuficiencia era real sino provocada ó inducida interesadamente. En supuestos de operaciones de compra de Entidades se produce el dilema de los excesos ó insuficiencias de provisiones que, lógicamente, afectan al precio de la operación, que normalmente se ajusta al cabo del tiempo. En la mayor parte de las operaciones se han producido, al menos históricamente, déficits. Los nuevos gestores “cargaban” la mano para dotarse de “musculo técnico”… asegurándose unos buenos resultados futuros.
Por más que resulte demasiado simple, ha formado parte de la praxis aseguradora.
Adicionalmente, desde al menos la crisis de los años 1989-1990 que tan seriamente afectó a los resultados del Seguro Directo y el Reaseguro, los sistemas de incentivación de Directivos pusieron su énfasis en los resultados. Dada la importancia de las provisiones Técnicas sobre los resultados, las tentaciones no siempre han sido superadas, como es humano.
Siempre he creído que la actividad aseguradora requiere de ideas claras, permanencia, rigor en la gestión y poco ruido, que no opacidad. Los mejores aseguradores son quienes más fielmente practican tales principios, amén de otros, por supuesto.
Las situaciones anteriores, que estoy seguro les resultan próximas a los Aseguradores, llevan unos años sin constituir un tema importante ni frecuente. Afortunadamente.
Los resultados favorables del largo periodo entre 2002 y 2008 habrán hecho olvidarlas. Sólo en unos pocos casos han constituido una preocupación. Más bien, lo que se ha suscitado es lo contrario, pero “ése es otro cantar”, con repercusiones que mejor no explicitarlas.
Ahora bien, la gran crisis financiera y económica en que ahora estamos inmersos va a producir, sino lo está ya haciendo, un VERTIGO derivado del miedo al decrecimiento en la facturación.
Un sector que, por razones de desarrollo económico y técnico, ha venido creciendo con niveles medios de dos dígitos, se encuentra que en el momento actual coinciden una contracción, más bien recesión, de la actividad y unos resultados técnicos favorables que permiten ajustar precios.
Ante este panorama, las caídas de facturación son lógicas… pero puede provocar un vértigo que altere el buen juicio y consecuencias ruinosas para el sector.
Dado que el efecto conjunto del sector será deficitario en ingresos, lo procedente es asumirlo y no “dejarse llevar” por el vértigo.
Se habla mucho de la innovación como alternativa pero puede aplicarse de mala forma y que “el remedio sea peor que la enfermedad”.
La ventaja competitiva de los más eficientes en gastos, la fidelización de los clientes con un buen servicio y la fuerza de la Mediación, serán factores fundamentales junto con el esfuerzo riguroso y tenaz. Como siempre.
Se saldrá de la crisis, por supuesto, pero el nuevo vértigo puede generar que algunos no lo hagan.
Juan José Lecanda