Hace falta que se nombre a un octogenario, Alberto Oliart, como Director de RTVE para que se abra un debate sobre un problema muy serio de la sociedad actual, el cuestionamiento de las personas de determinada edad para seguir en activo en el mundo laboral. Con el añadido de haberse realizado recientemente una criba notable en dicho ente de trabajadores mayores de 55 años que estaban desempeñando sus cometidos con excelente nivel profesional.
Desde mi punto de vista, la cuestión que se plantea no es tanto si el mayor tiene las capacidades necesarias para el desempeño de las exigencias del puesto, como que se le puede sustituir por otro más joven con una carga salarial bastante menor.
El mundo está lleno de mayores en plena forma intelectual y en plena actividad. ¿Se puede objetar que Warren Buffett por tener 79 años no puede dirigir con éxito su Fondo de inversiones o que Emilio Botín no tiene capacidad para dirigir el Banco Santander o el director de cine Manoel de Oliveira para dirigir un hermoso film?
La edad puede mermar facultades físicas pero no necesariamente las intelectuales. Además, junto a la experiencia acumulada, el mayor puede aportar otros valores como son la serenidad o la paciencia, los cuales pueden ser muy necesarios ante un dilema empresarial o situación conflictiva. Por otra parte, el mayor hace las cosas con la tranquilidad de no tener que estar demostrando, permanentemente, sus capacidades.
Alguien podrá decir, al leer las palabras anteriores, que soy un defensor de la gerontocracia. Pues se equivoca.
Me parece que el buen modelo tiene que estar basado en el mejor aprovechamiento del talento, sea de mayores o de jóvenes y, teniendo también en cuenta, para el desempeño de determinados cometidos, las capacidades físicas tan necesarias para resistir determinadas situaciones.
En el ya lejano 1978, asistí en Granada a las Jornadas de Dirección de ICEA. Recuerdo que Claude Bebear nos dio una lección magistral sobre el tratamiento de las sustituciones en su Compañía, entonces Mutuelles Unies, que en 1987 devino en AXA. Las jubilaciones en su empresa se iniciaban con un programa paulatino de reducción horaria por parte del trabajador. De esta forma se conseguía un traspaso ordenado de buenas prácticas a la persona que se hacía cargo de la función y el retirado iba cambiando suavemente el modus vivendi. Algo parecido al contrato de relevo que en mi opinión es una herramienta que no se está utilizando del todo bien.
El trabajo en las empresas se debe hacer en equipo y, por lo tanto, hay que promover grupos humanos cuyas individualidades se complementen; la fuerza, y el empuje de los jóvenes junto a la experiencia y serenidad de los mayores que, generalmente, aportan mayor perspectiva ante la solución de una determinada decisión.
La crisis mundial ha hecho que se vuelva a hablar de valores en las empresas frente a los tiburones sabiondos y amorales.
También va a cambiar la forma de encarar el papel del mayor en la empresa y en la sociedad.
Recomiendo sobre el tema tratado en este artículo dos libros:
– El mayor activo (Editorial Almuzara)
– Guía para una jubilación activa (Editorial Paidós)