(Ayer se publicaba en la newsletter de CAPA Conseil el artículo cuya traducción he realizado para los lectores del blog, cuya autora es Martine Bigot. Su lectura es muy recomendable para los aseguradores españoles ya que refleja muchos de los retos y preocupaciones del propio seguro español, quizás con algo más de pesimismo. De todas formas, haremos bien en asumir posiciones para “tiempos difíciles”).
Aparentemente, el sector de seguros ha resistido bastante bien a la violenta recesión de 2009. Esperemos que la publicación de sus resultados en primavera lo confirme. El nuevo año se presenta más incierto. Los puntos a vigilar son conocidos: baja de la masa asegurable, debilidad de márgenes y de productos financieros, aumento del desempleo, inquietud alrededor del poder adquisitivo y la perennidad de las empresas expuestas a la crisis.
Con carácter inmediato los aseguradores deben demostrar que tienen tanto imaginación como disciplina para enfrentarse con la actividad, aunque débil, y responder al mismo tiempo a las nuevas exigencias de solvencia.
El rigor técnico ya está en marcha. Y se va a traducir en aumentos tarifarios de auto y hogar. Pero los aseguradores están obligados a realizar todavía más esfuerzos. Necesitan reducir sus costes, anticiparse a la degradación posible de los resultados del seguro de vida y acostumbrarse a un crecimiento escaso. Responder a la demanda de protección y de solidaridad les obliga también a innovar ante los cambios demográficos y tecnológicos. Les plantea el reto de una diferenciación y una personalización de las prestaciones siempre presionadas.
La dependencia, la jubilación y la salud van, una vez más en 2010, a ocupar la vanguardia de la escena. Si los franceses nunca habían ahorrado tanto desde hace siete años, nadie puede afirmar que no estén listos para aumentar, en momentos difíciles, la financiación de su protección social.
En consecuencia, ¿tendrán todos los aseguradores los medios para encontrar la vía del crecimiento rentable?
Martine Bigot