Estimado Carlos:
Hoy te quiero hablar de una actividad apasionante.
A través de todas mis epístolas has podido darte cuenta de las enormes posibilidades que ofrece la fotografía para plasmar la vida que nos circunda.
Lo bueno de la fotografía es su capacidad para hacer presente esa realidad que nos rodea siempre, pero de la que no siempre somos conscientes.
Hay bastantes personas que se sorprenden cuando les muestro mi colección y actividad predilectas, porque nunca hubieran supuesto que podían dar tanto juego.
Muchas veces pasamos a su lado sin verlas o las pisamos descuidadamente en nuestros paseos.
Y llevan milenios de evolución acicalándose con el único fin de atraer a los insectos y asegurarse su reproducción. Y son todo sencillez y recato.
Me estoy refiriendo a las insignificantes florecillas silvestres.
Pero cuando al ampliarlas las observamos detenidamente, empezamos a percatarnos de todo su potencial, de lo riguroso de sus simetrías, de la variedad de formas y colorido…de la perfección que encierran.
Y hay florecillas en todos los habitats En las montañas
En la playa
A la orilla de los caminos, en los prados, en los bosques, en los jardines de la ciudad, en todas las ciudades, en todos los países, en todas partes…
Sólo tenemos que prestar atención y te aseguro que todo el mundo se queda asombrado de su omnipresencia… una vez que la percibe.
Su único problema, su tragedia, es que aunque comparten nuestro espacio, nos parecen tan insignificantes, tan poca cosa, que únicamente reciben nuestro desprecio.
Pero una vez que las descubres, ya nunca dejas de admirarlas.
Algunas son tan pequeñas que para fotografiarlas es necesaria una máquina con buen zoom, pero haciendo uso del macro, suele ser suficiente. Luego en casa, al verlas despacio y ampliadas, se nos revelan con toda su grandeza.
Nos desvelan la enorme elegancia de la sencillez.
Naturalmente, la mejor época para fotografiarlas es la primavera, (no sé Carlos, si te habrás dado cuenta, pero si miras por la ventana del despacho, descubrirás que ya está aquí), pero nos acompañan todo el año.
Hay algunas, las prímulas, chiviritas, dientes de león, que son más primaverales,
pero hay otras que continúan todo el verano, margaritas, gencianas etc.
Y paradójicamente, a mí, me dan mucho juego… en invierno.
No te sorprendas, que ya lo vas a entender.
Mira, cuando llega el invierno y no hay forma de disfrutar con los paseos por la naturaleza, gracias a las florecillas silvestres se puede pasar una tarde gloriosa.
Se trata de buscar en los libros de botánica, en las enciclopedias o en Internet, el nombre de las florecillas que hemos ido sacando en primavera o verano… y cada vez que se identifica una … es… como una explosión de dicha triunfal.
Te lo recomiendo como terapia antiestrés
gratuita y para que te vayas entrenando, te pongo una fácil, sin nombre, para que se lo busques tú o alguno de nuestros amigos del blog.
Espero impaciente la respuesta.
Bueno Carlos, te dejo en buena compañía.
Hasta la próxima, recibe como siempre el mejor de mis abrazos.
Javier
P.D.
Esta es la buena compañía que todos necesitamos. Relájate y disfruta. Hasta pronto.