Escribe Oscar Paz
Pertenece a la serie: Reflexiones veraniegas: el modelo de empresa que no se estudia en los MBAs
Desde hace años tengo la buena costumbre de pasar algún que otro verano en las islas griegas (este año en concreto será la cuarta vez), los motivos los dejo para otro día.
Casi todas las islas griegas se caracterizan por tener calles laberínticas de color blanco con detalles en rojo y/o azul, pues fue concretamente en una de ellas donde una noche decidimos cenar, era un calle con vistas al mar y en la que había dos restaurantes.
Me sorprendió que de repente y sin pensarlo uno de los dos restaurantes me gustaba más que el otro, fue algo impulsivo, basado en algo que no sabía.
Es cierto que había pasado varias veces por esa calle, pero apenas me había detenido a observarlos, solamente una vez miré por curiosidad sus cartas, y la verdad es que eran muy parecidas.
Así que cenamos en ambos (1 día en cada ehh! ;)), para compararlos, y el resultado fue:
- similar relación calidad/precio
- similar trato amable al cliente
- similar mobiliario y entorno
- …
Objetivamente eran muy similares, sin embargo uno de ellos me seguía cautivando, la respuesta la encontré al día siguiente cuando volví a pasar delante de ellos, ya que desafortunadamente, a uno de los camareros se le había caído la bandeja con la comida a punto de ser servida, sin embargo la reacción del dueño, fue una simple sonrisa a su empleado, … y la situación se solventó con toda profesionalidad.
Efectivamente, la respuesta a mi pregunta de porque mi subconsciente elegía ese restaurante era que entre los propios empleados nunca perdían la sonrisa para comunicarse, incluso en los momentos difíciles.
¿has probado a utilizar una sonrisa cuando las cosas se ponen difíciles? Lejos de ser una irresponsabilidad, en el subconsciente de los que te rodean estarás generando una actitud positiva, que será de gran ayuda para resolver el problema …
