Fuente: www.expansion.com
Algunos de los mayores expertos de la banca española se han dado cita esta mañana en la primera jornada del XVIII Encuentro del Sector Financiero organizado por Deloitte. Y todos (o casi) coincidieron en una cosa: hay que terminar cuanto antes la reestructuración de las cajas. Un tema ha estado presente, de forma más o menos explícita, en las ponencias y los comentarios de pasillo de la gran mayoría de los presentes: el gobierno corporativo de las cajas.
El primero en destacar la cuestión ha sido el propio gobernador del Banco de España. Miguel Ángel Fernández Ordóñez cree que si las cajas no avanzan en este sentido, muy difícilmente podrán obtener la plena confianza de los mercados. Y obviamente, no conseguirán acceder a la financiación en los mercados mayoristas. El presidente de Popular, Ángel Ron, también tocó el tema durante su conferencia: o las cajas mejoran la gobernanza, o no encontrarán inversores privados dispuestos a arriesgar en ellas.
La preocupación de Ordóñez, compartida por la mayoría de los banqueros, no es menor. La gran mayoría de los SIP que se han creado hasta ahora tienen sus consejos repletos de políticos. En muchos casos, los gestores que lideraron las cajas en la época de la empachada del ladrillo siguen en su sitio. Incluso, según critican muchos banqueros, los personalismos y las ambiciones de estos gestores han sido el eje alrededor del cual se han construido las alianzas y los SIP, prescindiendo de los criterios de negocio.
La inefable alianza de Cajastur y CAM, sin ir más lejos, empezó con mal pie por los deseos de protagonismo de las cúpulas de ambas entidades y, de hecho, estuvo a punto de naufragar antes aún de nacer. Duró pocos meses y su ruptura a destiempo vuelve a poner en entredicho la credibilidad del sistema financiero español.
El presidente de la AEB, Miguel Martín, afirma, medio en broma, que las cajas tienen en sus manos el instrumento para mejorar su gobierno corporativo: transformarse en banco. Pero incluso esta solución queda desvirtuada cuando estos bancos no salen a bolsa, sino que siguen adelante con dinero del FROB, es decir dinero público, sin que el Estado adquiera una participación mayoritaria en los consejos. Se da la paradoja que las cajas que tienen más problemas son justo las que más fácil tendrán el retrasar la profesionalización de sus consejos. El FROB pondrá algunos consejeros y limitará el número máximo de miembros de estos órganos pero, a menos que no tenga la mayoría, nada podrá hacer para reemplazar a los gestores o limitar la presencia política en los órganos de gobierno.
Cabe esperar que la preocupación manifestada hoy por el gobernador esté llegando a las cajas por otras vías, que vayan más allá de la simple advertencia. Porque todo deja prever que, mientras se les pida a los políticos o a los malos gestores que renuncien a sus sillones en las cajas, la petición caerá en saco roto.