De verdad, ¿Alguien se puede creer que el mundo gire alrededor de la deuda soberana?. Le he preguntado a mi suegra, de 91 años, sobre el tema y me ha contestado que ¿Qué es eso?
En noviembre pasado impartí un seminario sobre Bancaseguros en Islandia y pude comprobar que a sus ciudadanos les preocupaba muy poco la deuda soberana simplemente porque habían decidido que no pagarían la mala gestión de los dirigentes de algunos de sus bancos aunque ello les acarrease un empobrecimiento inicial como consecuencia de una devaluación de su moneda. Su tasa de paro es una de las más bajas de Europa.
En el verano de 2007 comenzó la crisis de la que seguimos sin salir y meses después, casi un año después, abril de 2008, los países del G20 se reunían en Londres para regular el sistema financiero. Se dijo entonces que era necesario no dejarlo caer por ser elemento clave del sistema y también que era necesario proceder a su regulación y control.
Cuatro años después, el 50% de la economía mundial no termina de recuperar la senda del crecimiento y lo que es peor nuestros dirigentes no encuentran el camino equilibrado para ayudar a los ciudadanos a sobrevivir.
Dicen que los «mercados» marcan el camino de los políticos. Un camino de recortes sociales, de incertidumbres, de descontrol financiero – ¡ah la desregulación! -, de mas diferencias entre los más ricos y los más pobres…
Pero, ¿Quiénes son esos señores que se llaman «mercados» y que tanta influencia tienen?. Son puros y duros especuladores, manipuladores de los flujos financieros gracias a la incapacidad de los gobiernos para regularlos y controlarlos.
Pregunto a los políticos, incluido el Presidente de los EE.UU., Sr. Obama, ¿Por qué no plantamos cara a los especuladores, incluidas las agencias llamadas de rating, y definimos el punto de partida de nuestra riqueza real y comenzamos a reconstruir este mundo que está necesitado de más austeridad, más solidaridad, más justicia, más esfuerzo repartido, más educación?
Todavía estamos a tiempo, pero hace falta gritar bien alto a los especuladores, a los que se enriquecen sin escrúpulos, diciéndoles que sobran y que no les va a salir bien su jugada porque vamos a desmontar sus engranajes de manipulación.
