Escribe: Carmen Pérez.
Carlos y yo éramos nuevos, vosotros casi, casi unos expertos en el camino.
Nos invitasteis y fuimos un día a comer con vosotros para empezar a preparar esa semana de camino de Santiago que íbamos a hacer juntos de Roncesvalles a Viana.
Con qué ilusión y detalle había preparado Patxi los itinerarios, visitas y hasta el coqueto hotel donde iban a descansar nuestros agotados cuerpos cada día.
Y allí estabas tú tan sensato, reposado pero con ese toque de chispa que tanto te caracterizaba.
Confieso que no te conocía, ni de vista, ya sabes que soy un poco acelerada y voy corriendo a todos los sitios. Ni siquiera había reparado en ti, sentado en tu mesita de siempre, tomándote un vinito rodeado de buenos amigos.
Pero el camino lo cambió todo.
¡Que recuerdo maravilloso el de aquella misa de víspera en la colegiata de Roncesvalles!
Nos sentimos unidos entre nosotros y a tantos y tantos peregrinos que allí se encontraban. No importaba su procedencia ni la lengua que hablaran.
A la mañana siguiente comenzamos nuestro camino de peregrinos con un tiempo horrible pero con mucha alegría y con la sensación de que el grupo empezaba a funcionar.
Enseguida empezamos a hablar y hablamos mucho. Yo, casi siempre iba en cabeza (ya te he dicho que soy muy acelerada), pero tú no te quedabas a la zaga. Y por eso hablábamos tanto. Yo con pasión de cualquier tema, tú poniendo siempre el toque de sensatez, de serenidad……………. .
Se nos pasó la semana en un suspiro. Sin un solo roce, pero con muchas risas y muy buenos momentos.
Y ahora nos has dejado Manu.
¿Qué voy a hacer cuando pase por delante de tu mesita y no estés tú para decirme: ¡Hola guapa! y darme un par de besos?
Pero de una cosa estoy segura. En cualquier rincón de nuestro próximo camino estarás tú como el “ángel” (¿te acuerdas?) para decirnos a todos: ¡Hola amigos!
¡Hasta siempre Manu! Beti arte!
Carmen Pérez
Carmen.perez@biurrunconsulting.es