Él está conmigo, nada me falta. Él hace soportable mi dolor. Él aligera mi carga. Él me hace sacar de la flaqueza las fuerzas. Él es la palabra que se hizo carne en mí, y en otros seres; carne mortal, por desgracia…
Uno a uno, poco a poco, todos los días, sin embargo, vamos cayendo en un goteo incesante: rojo, blanco; blanco, rojo; blanco, rojo, rojo, blanco; rojo…El Athletic se desangra. Parece mortal la herida del gigante. Y, sin embargo, no lo es, aunque muy aparatosa y cruel, y dolorosa, porque otros seres, ya con rostro de mujer, ya de hombre, vienen, pues se sigue naciendo, y le sirven de alimento a este ente abstracto, adorable señor y señora de los tiempos que cabalga sobre tres siglos. Así y todo, yo no soy “del” Athletic: ¡yo soy “el “ Athletic!…
…Una emoción que no cesa. Una pasión desmedida. Un sentimiento noble y perpetuo…Alegría y tristeza; gozo y sufrimiento; sonrisas y lágrimas; euforia y abatimiento; fiesta y tragedia…¡Y alma! Ya lo dijo Caparrós, un andaluz de Utrera al que en sus venas la sangre rojiblanca le hierve: “¡Este equipo tiene alma!”. ALMA, con mayúsculas, ese órgano ilocalizable de veintiún gramos que nos permite ver la luz al final del túnel. Esa luz deífica y pura que ilumina el Paraíso que un Jesús crucificado le prometió a un ladrón que padecía su mismo tormento: Pitxitxi, Gainza, Zarra, Eskalza, Txutxi Aranguren…¡cuánto león rugiendo en el Cielo!…
La vida es sueño, lo dijo Calderón. Y que el mundo es un teatro también dijo. El ocho de marzo, a partir de las nueve y unos pocos minutos de la noche, en el onírico escenario inglés de Old Trafford, con la colaboración, en papel de reparto, del Manchester United, el Athletic interpretó la obra más hermosa del mundo. A día de hoy (lunes, 12 de marzo), a esta hora exactamente (nueve horas y once minutos de la noche), sobre el escenario de los artistas consagrados, los futbolistas del Athletic, con besos al aire, manos sobre el corazón, aplausos y reverencias principescas, con los ojos humedecidos siguen respondiendo a la ovación de un público entregado a su misma causa. Ovación calurosa y cerrada que no se apagará hasta que, más allá del resultado, el jueves, 15 de marzo, el sacristán de la Catedral haya cerrado con llave de plata la última puerta de San Mamés.
Post-scriptum: “Marcelo, escucha; Bielsa, a ti me dirijo: Esta primavera puede hacerme enloquecer…