(Nota de redacción: Estábamos invitados a la celebración del décimo aniversario de Ponce y Mugar pero no fue posible que asistiéramos. Sin embargo, cuando embarcábamos en el avión para regresar a una reunión en Bilbao, justo a la misma hora que se celebraba el cóctel, nuestra memoria y recuerdo era para nuestra amiga Ana Muñoz y su socio Carmelo. Suscribimos íntegramente las palabras de Jorge Campos en su artículo)
Ayer tuve la gran suerte (y el honor) de asistir a uno de esos actos a los que uno va porque le sale de dentro, unos de esos actos a los que quieres ir de corazón, para arropar y acompañar a unos amigos de verdad.
Lo más curioso de todo, es que me di cuenta que, de las casi cien personas que estábamos allí, nadie era en ese momento Presidenta o Presidente, Director General o Director Comercial, Director Gerente o cualquier otro cargo que pudiera poner en las tarjetas de quiénes estábamos allí. Se notaba en las caras que allí sólo estábamos en calidad de amigos, amigos de Ana y de Carmelo, de Carmelo y de Ana y que lo que yo sentía por estar allí, lo sentíamos todos.
Ana y Carmelo son dos Corredores de Seguros, sí, pero dos corredores de seguros «de raza», y ello porque hacen de su trabajo diario un disfrute y de su profesión un privilegio, y además así lo cuentan en cada momento que pueden pese a que han tenido que vencer duras batallas durante los tres mil seiscientos y pico días que llevan como emprendedores. Pero también son dos personas que tienen el don de ser ricos en amigos y eso es porque siempre son como de verdad son ellos, naturales, directos y además, positivos.
Cuántas veces he visto a jóvenes plantearse para su futuro ser Corredor de Seguros sólo porque Ana se cruzó unos minutos en su vida, y le bastaron para alabar su profesión y además transmitir que sigue disfrutando como el primer día.
Su Correduría ha cumplido 10 años, y analizando me doy cuenta que al menos los últimos cinco, es decir la mitad de su vida empresarial, lo han hecho teniendo que remar en las más duras aguas y tormentas que nunca habrían imaginado cuando pusieron su proyecto en marcha. Pese a ello, son ya seis los empleados de la correduría, un chorro de juventud en el equipo que les acompaña y a los que han permitido poder iniciar proyectos personales y profesionales.
Los que hemos tenido la suerte de escuchar hablar a Ana y a Carmelo explicando cómo empezaron hace diez años, cuando según cuenta Ana “teníamos la oficina muy bonita, pero miraba el teléfono y ese maldito chisme no sonaba…nadie nos llamaba”, al escucharlo, además de recibir la mejor medicina de motivación porque pese a haber pasado todo este tiempo, se les ve con la misma ilusión y el mismo entusiasmo que el primer día, recibimos también la mejor lección de emprendimiento, de tesón y de no tirar la toalla porque pese a todo, para ellos la “botella siempre está medio llena”.
Estoy seguro que además excelentes corredores, pero no me cabe la menor duda que el secreto de su éxito es esa ilusión que siempre tienen y que transmiten como si acabasen de abrir la Correduría hace tan solo un par de días.
Así, son Ana y Carmelo, “Ponce & Mugar”. Hoy son ellos, pero es que así son los “Corredores de Seguros”. Muchas Felicidades y estoy seguro que siendo como sois cumpliréis muchos, muchos años más.