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Estimado amigo: En estos tiempos que corren me estoy dando cuenta de que hay mucho «veleta».
Gente que se comporta según sopla el viento.
Se acomoda fácilmente y se deja llevar.
«Íbamos a ganar los de derechas,… y resulta que hemos ganado los de izquierdas».
Y claro, así nos va.
En la empresa, ¿quién se atreve a mantener sus convicciones, frente a los que mandan?
En los partidos políticos, ¿quién osa salirse del guión establecido?. El que se mueve…ya se sabe, no sale en la foto. Son pocos los que se mantienen firmes en sus principios.
Es cierto es que hay alguna excepcional Veleta inamovible, como el gigantesco pico de Sierra Nevada, pero es que el término etimológico del que procede es del árabe «balata» que viene a significar tajo, cortadura, mientras que el artilugio giratorio que marca la dirección del viento deriva del italiano «veletta», que parece proceder de la vela, movida también por el viento.
Y hoy el viento cambiante hace que mucha gente esté a la expectativa.
¿Recuerdas la canción de nuestra juventud? En este mundo traidor, transigir es lo mejor. El que diga ¡basta! va a parar a la canasta y el que sea opositor va a parar al asador.
Así, que la veleta está de moda. Pero ver tanta veleta, ha llamado mi atención.
Hace poco me di cuenta del valor ornamental de ciertas veletas y me puse a la labor de fotografiarlas. Pasa el tiempo y poco a poco voy consiguiendo una de esas tipologías que tanto me gustan.
Para fotografiar las veletas, obviamente necesitamos una cámara con mucho zoom, ya que la veleta se coloca en la parte más alta del edificio y no es cuestión de subirse hasta ella para poder fotografiarla.
Las figuras giratorias de las veletas son variopintas, pero es muy popular la figura de un gallo, que dicen mandó colocar en los templos el Papa Nicolás I en recuerdo de las negaciones de Jesús que hizo San Pedro, el día que prendieron a Cristo.
Hay otras aves de más difícil identificación que comparten la barrita giratoria que se mueve con el viento. Lo de las aves parece más en consonancia con el lugar que ocupan en el espacio aéreo.
En algunos países se coloca en la veleta el año de la construcción y así se tiene una referencia gráfica de la antigüedad del edificio, o de la fecha en que se colocó la veleta, que uno no está muy seguro.
Una de las veletas más célebres se encuentra en España, el Giraldillo, una escultura de bronce de las más importantes del Renacimiento que corona el campanario de la catedral de Sevilla; es más le da nombre, pues la torre se conoce en el mundo entero por «La Giralda», en directa relación a la veleta, que gira. La figura es de una diosa con una palma en la mano y un escudo en la otra, al estilo de Palas Atenea, como si fuera una diosa cristianizada.
La próxima vez que pase por Sevilla, trataré de sacarla de frente, (rogando cortésmente al viento que me muestre su cara iluminada y no la espalda como esta vez).
Así amigo Carlos, que ya tienes otro motivo fotográfico para incorporar a las muchas ideas que vamos dando desde esta lúdica sección de fotografía.
Las veletas nos van a obligar a mirar el cielo con otra mirada y así los altos edificios, cuyas torres nos parecían iguales, van a ir cobrando reveladoras diferencias.
Y lo cierto es que se pueden capturar veletas muy variopintas, con la dificultad, eso sí, de la enorme distancia a la que tenemos que fotografiarlas.
Las veletas, pequeños adornos del cielo, vienen a sumarse a la majestuosidad de las nubes que tantas veces tapizan las alturas y a las que posiblemente dediquemos alguno de nuestros comentarios.
Perseguir la belleza, donde quiera que se manifieste, es una de las cualidades del amante de la fotografía y a veces es fácil encontrarla en motivos tan aparentemente pueriles como las modestas veletas.
Lo que sucede es que el viento es caprichoso como las damiselas, y unas veces nos permite fotografiar las veletas en su plenitud, pero otras veces voluble, mayestático y distante, sopla a su voluntad , que no termina de coincidir con la nuestra y nos deja el amargo regusto de una obra inacabada.
Pero ya sabes, Carlos , que uno no puede darse todos los gustos.
Espero que disfrutes con este sencillo ejercicio que te propongo hoy, y aprovecho la ocasión para enviarte el mejor de mis abrazos.
Tu amigo de siempre
Javier