Escribe: David Torio
(N.E. Publicamos este artículo cedido amablemente por su autor al que agradecemos el gesto)
Ver también: Letters from London:Comparadores y su impacto en los corredores de seguros tradicionales en el Reino Unido
Comparar es un acto natural del ser humano y algo que haces constantemente en tu vida diaria de forma consciente o inconsciente. Comparas lo que tienes, tus experiencias vividas, tu estado físico e intelectual, etc… con elementos de tu entorno, con tus propias circunstancias o contigo mismo. Al hacerlo estás tratando de aprender más sobre eso que comparas, necesitas más información para apreciarlo mejor y darle el valor relativo que tiene para ti, además de activar un mecanismo de protección para evitar el temor a equivocarte. Procuras reducir al máximo esa posibilidad y como es imposible saber de todo con el nivel de detalle que tu cerebro desearía, comparas y al final usando un factor emocional (la intuición, otra gran herramienta psicológica) te decantas por un producto u otro (excluyendo la comparación social de las personas, porque esta sí tiene factores psicológicos muy distintos de la comparaciones de bienes, servicios, experiencias o sensaciones).
Ahora mismo yo estoy comparando smartphones por si el que tengo no supera una ducha que le di viajando en moto. Y lo hago porque pretendo no equivocarme y hacer una buena elección en el próximo móvil que compre en función de mis necesidades y posibilidades económicas. Pero este proceso ¿es similar para los comparadores de seguros? Definitivamente no. Cuando comparo distintos móviles lo primero que veo son sus características técnicas al detalle, una por una con la descripción completa de sus funciones como pantalla, procesador, sistema operativo, conectividad, etc. Acto seguido busco análisis en prensa especializada y de contrastada reputación para conocer aspectos difícilmente plasmables en una tabla de valores como comodidad de uso, duración de batería, servicio técnico, etc. Y por último leo comentarios de otros usuarios que ya han disfrutado de dicho móvil para conocer sus experiencias, por si alguna me afecta en gran medida y deba tenerla en consideración.
Se supone que los comparadores de seguros hacen lo mismo por ti, pero no funciona exactamente así. Estos no te “desnudan” el producto para mostrarte los pros y los contras de cada seguro y compañía, ni te valoran el servicio que vas a recibir. Tienen acceso a pólizas de distintas aseguradoras y como tus datos particulares influyen en el precio final, los introduces y ellos hacen el trabajo de buscar por ti. Pero ¿qué comparan realmente? ¿garantías? ¿precios? ¿servicios? ¿la cantidad o calidad de estos? Ten presente que aunque las compañías llamen de una misma forma a una garantía determinada no significa que te vayan a dar lo mismo en todos los casos. Pero si efectivamente han analizado correctamente y al detalle cada contrato, al introducir idénticos datos en distintos comparadores (y tus datos serían las únicas variables de esta ecuación) los resultados económicos deberían ser los mismos en todos ellos. ¿Lo son? En la siguiente imagen tienes el resultado de una búsqueda con idénticos datos de 3 comparadores de seguros bien conocidos.
Verás algunas similitudes, pero también significativas diferencias entre precios de una misma aseguradora según el comparador usado. Si los datos son idénticos y los productos de las aseguradoras son los mismos, ¿no deberían las distintas comparativas ofrecer resultados iguales? Si no son los mismos es que existen distintos tratamientos por lo que dejan de ser comparadores y se convierten en distribuidores. Sería muy útil desarrollar una comparativa de comparadores para determinar las ventajas e inconvenientes de cada uno. Si nos guiamos por su publicidad y marketing todos tienen la triple B, bueno, bonito y barato (también mi abuela piensa lo mismo de mi), pero esto no puede ser cierto simultáneamente para todos ellos a la vista de los resultados. Algunos ejemplos de qué se podría comparar para tener una mejor perspectiva de la utilidad de los comparadores: nº de aseguradoras, nº de productos, tipos de seguros, nº de datos solicitados, tiempo de espera para obtener el resultado, disponer de cuadro con garantías comparadas, disponer de servicio propio para atención a sus clientes, usabilidad de la página, transparencia del comparador, etc…
A pesar de que únicamente se centran en el precio final los comparadores de seguros han de existir por 2 motivos. El primero es que debe haber competencia (deseable con las mismas reglas para todos) para que el sector no se duerma, ya que si algo están haciendo bien los comparadores de seguros es ofrecer una respuesta cómoda a un determinado perfil de cliente. Están más en sintonía con los nuevos usos y costumbres de los clientes, y siguiendo todos los axiomas actuales sobre las relaciones entre compañías y usuarios en los medios sociales. La mediación tradicional en general suele quejarse de la actual situación de los comparadores en España, que parece que campan a sus anchas y se rigen por otras normas, si bien algunos ya están dando pasos significativos para integrar el viejo mundo con el nuevo. Un buen ejemplo de esto último lo tienes en el proyecto que acaban de iniciar desde Segurauto, mediación tradicional en formato 2.0.
Y el segundo motivo es que existe un tipo de cliente que encaja perfectamente en este servicio. No puedes olvidar que los seguros como cualquier otro producto deben dar una respuesta satisfactoria a los deseos de los clientes, y los comparadores lo están haciendo con un sector de asegurados que quieren contratar su seguro de forma fácil (desde su casa), rápida (en pocos minutos) y barata (por la situación económica actual) y que sobre todo no quiere sentirse vinculado o dirigido por nadie. Esto es así y lo ha sido siempre, la diferencia es que ahora estas personas han encontrado el medio más adecuado para satisfacer sus propias necesidades.