Escribe: Javier Cano
El género cinematográfico del cine negro (film noir) aún no existía, pero estaba latente en las novelas de Dashiell Hammett, autor de “El Halcón Maltés, de Raymond Chandler, de James M. Cain, de W. R. Burnett o de muchos otros escritores. Se considera esta película como la primera del género.
La novela que da nombre a este artículo había sido llevada al cine en dos ocasiones anteriores con un resultado olvidable. Pero, tras escribir una cantidad impresionante de guiones en los años 30 y trabajar para directores de la talla de Wyler, Hawks o Walsh, John Huston decidió que ya era hora de lanzarse a dirigir su propia película. Para ello desempolvó una adaptación suya de la novela del mítico Dashiell Hammett, reunió un presupuesto ínfimo y eligió para el papel del cínico y frío detective Sam Spade al último descubrimiento de la Warner: Humphrey Bogart. Tras 10 años haciendo papeles secundarios de gánsteres, Bogart había conseguido su primer papel protagonista meses antes en “El último refugio”, de la que el propio Huston fue guionista y en la que ambos se conocieron.
“El halcón maltés” sería el primer capítulo de la fructífera colaboración Huston-Bogart, que continuaría con “Across the Pacific”, “El tesoro de Sierra Madre”, “Cayo Largo”, “La reina de África” y “La burla del diablo”. La imponente actuación de Bogart en su segundo film como protagonista marcó para siempre el perfil ideal del detective privado, del antihéroe desencantado, cínico, galante, duro, inteligente y audaz de la serie negra, y le reafirmó en el panorama hollywoodiense, permitiéndole conseguir un año después el papel de Rick en “Casablanca”.
El detective privado Sam Spade estaba sentado en su oficina, mirando la ciudad de San Francisco por la ventana, cuando irrumpió una misteriosa dama, la señorita Ruth Wonderly. La elegante mujer quería investigar el paradero de su hermana, quien supuestamente había huido de casa con un vividor de origen británico. El socio de Sam, Miles Archer se ofrece para buscar al hombre y seguirá discretamente a la mujer, pero es asesinado. Sam confronta a la clienta, la señorita Ruth Wonderly confiesa que realmente ella es Brigid O’Shaugnessy y resulta que el asunto de la desaparición de su hermana era mentira: el hombre que buscaba era su socio y puede tener en su poder una valiosa estatua de un halcón, incrustada con piedras preciosas de un valor inmenso, cuyo origen era un regalo que los Caballeros de Malta entregaron al rey Carlos V por cederles la isla. Ella no es la única tras el Halcón Maltés, ya que un grupo de maleantes internacionales está también tratando de conseguir la estatua, dispuestos a engañar, robar o matar, para apropiarse del tesoro. Un hombre llamado Kasper Gutman, el engañoso Joel Cairo, Wilmer y la seductora señora O’Shaughnessy quieren aprovecharse del genio y el ingenio de Sam Spade para sus propios intereses, pero al detective le preocupa más salir ileso de las peligrosas situaciones y sacar el mayor provecho para sí mismo.
Además del Sam Spade que nos ofrece Bogart, tenemos un catálogo de personajes encabezados por la Brigid O´Saughnessy, interpretada por Mary Astor como un “femme fatale” del tipo desvalida y frágil aunque letal. Seguimos con el Joel Cairo que nos ofrece un Peter Lorre magistral, cuya presentación a través de una tarjeta de visita perfumada nos lo define como un homosexual, que la censura de la época no permite presentar de otra manera más explícita. Sigue un debutante Sydney Greenstreet como el hombre gordo. Tenemos también a Lee Patrick como la eficaz y cómplice secretaria Effie Perrin y muchos otros que nos harían interminable esta reseña.
Toda la primera parte de la trama está marcada por la mentira. Los personajes se presentan movidos por unas intenciones distintas de las que aseguran y ante el asesinato de su socio, Sam Spade se va metiendo cada vez más en complicaciones en busca del misterioso pájaro negro.
La segunda parte de la película está marcada por la codicia de una banda de personajes complejos que pretenden hacerse con la figura a toda costa. Son dignos antagonistas del detective, pero finalmente, resultan más codiciosos y un poco menos inteligentes que él. Finalmente se descubre que la figura está hecha del “material con el que se hacen los sueños”. Una característica de todo el cine de Huston es el fracaso final, como en este caso.
Cuando Spade ha entregado a la policía a Brigid por el asesinato de su socio, ante su petición de ayuda para salvarla de la horca, se despide de ella con unas frases que resumen el carácter del detective:
Espero que no te cuelguen por este dulce cuello, preciosa… Las posibilidades son que te librarás con vida. Esto quiere decir que si eres buena chica, te soltarán en veinte años. Te esperaré. Si te cuelgan, siempre te recordaré.
Hasta tal punto el género noir ha sido marcado por esta película, que podemos ver grandes paralelismos con otras obras posteriores. No me resisto a citar la novela “La carta esférica” de Arturo Pérez Reverte, cuyo esquema básico repite el del Halcón Maltés y podemos asimilar el personaje de Tánger Soto con el de Brigid.