Querido amigo Carlos. Tú bien sabes que Portugalete es un bello enclave ribereño en la desembocadura de la Ría del Nervión, el curso fluvial que discurre frente al museo Guggenheim en Bilbao hasta el Cantábrico.
La villa, creada en 1322, se dotó de un magnífico templo que domina y vigila la ría. La iglesia, a pesar de la apariencia barroca de su torre, está constituida por tres naves de estilo gótico tardío que llaman la atención por su serena belleza.
La construcción de esta Basílica comenzó a últimos del siglo XV y se emplearon casi 100 años hasta su terminación. Fue decorada por un lorenés itinerante llamado Guiot o Guyot de Beaugrant, que se había establecido en Bilbao y que plasmó en un impresionante retablo su capacidad artística y creativa.
También colocó en el templo un par de tablas flamencas que están rodeadas de misterio y de las que nadie hasta ahora ha sabido encontrar la autoría. Se apuntan similitudes de estilo, posibles influencias, pero nada definitivo. Los cuadros han estado fuera de la vista de los fieles durante larguísimos periodos y ahora, restaurados en 1993 vuelven a lucir en los muros solemnes del templo.
Pero ahora que están expuestos al público hemos comenzado a mirarlos con otros ojos… y lo que hemos visto, nos ha dejado ciertamente perplejos. Verás, Carlos, por qué te lo digo.
La Asociación de Amigos de la Basílica (A.A.B), organización a la que pertenezco, tras un cuidadoso trabajo de documentación sobre el viejo tríptico de la Coronación de la Virgen, ha llegado a unas interesantes conclusiones que ponen de manifiesto la rareza y exclusividad de su pintura.
Como resultado de este documentado estudio se puede afirmar que el cuadro que cuelga de nuestra Basílica, una tabla flamenca del siglo XVI, no tiene parangón en España.
La tabla central muestra a la Santísima Trinidad coronando a la Virgen y ahí precisamente radica su singularidad. La Trinidad que la corona, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, está representada por tres barbados hombres jóvenes que tienen la misma cara.
Esta forma de representar a la Trinidad, llamada antropomorfa (del griego ánthropos-persona, hombre- y morphé, forma) es muy rara y no se ha prodigado, ya que fue reprobada por el concilio de Trento que como sabemos, en diciembre de 1563 dedicó una sesión completa a decretar la iconografía de las figuras sagradas. Posteriormente La representación Trifacial – Vultus trifons- la cabeza con tres caras, fue declarada herética por Urbano VIII en 1628 y la isomorfa fue siendo relegada en favor de las habituales que todos conocemos, la llamada “Trono de Gracia” o representación vertical y la “Paternitas” ambas con el padre de luengas barbas, muchas veces sentado en el trono, el hijo con la Cruz o signos de la pasión y el Espíritu Santo en forma de paloma tal y como se muestra representada en la calle central del retablo de la Basílica.
Al recabar información sobre la tabla portugaluja, se pudo constatar que varios autores habían utilizado la Trinidad antropomorfa en los cuadros de la Coronación de la Virgen y Juan Fco. Esteban Lorente, en su tratado de Iconografía, cita a J.Fouquet, A Bouts, Memling y Hans Holbein.
En España son muy escasas las pinturas con representaciones antropomorfas de la Trinidad y menos aún las anteriores a la nuestra. Hay un tapiz con tres figuras diferentes –el Espíritu Santo es un joven-, de procedencia flamenca en el Monasterio de San Lorenzo del Escorial, datado en 1502, obra de Pieter van Aelst, de la colección de Juana de Castilla, que se puede considerar más antiguo que nuestro tríptico, pero es un tapiz y no una tabla pintada.
Recientemente ha sido restaurada en la catedral de Mallorca una tabla del mismo periodo que se encontraba oculta tras un altar, de una Trinidad sin coronación, pero finalizada su restauración ha vuelto al oculto lugar que ocupaba detrás del presbiterio y no está expuesta en zona de culto. Se podría pensar que la larga mano de Trento ha llegado hasta Mallorca.
Todas las demás representaciones antropomorfas que se localizan es España son de épocas posteriores. Son mayoritariamente del siglo XVIII y proceden de autores Hispanoamericanos. Parece que los censores americanos fueron más tolerantes y vieron en la representación antropomorfa una manera muy didáctica de explicar un dogma tan enrevesado. La proposición de las tres personas distintas y un solo Dios verdadero se explica muy bien con las tres figuras que tienen la misma cara.
Así, con origen novohispano hay en España varias pinturas, aunque tampoco demasiadas, se puede ver una del pintor José de Páez (1756) que se encuentra en Canarias, en La casa de Colón de Las Palmas y aquí, en nuestro entorno, podemos admirar un par de ellas en Estella y Puente la Reina, traídas por un indiano y debidas a Miguel Cabrera, pero se trata de la Trinidad sola, sin la coronación de la Virgen y son aprox. del año 1760.
Y hay algunas obras más, por ejemplo en Sevilla, en Las cabezas de S. Juan Bautista, pero es del XVIII y en Murcia citan otra del XVII, pero del XVI o anteriores, no se encuentra nada.
En su tarea de búsqueda de la autoría del tríptico, la A. A. de la Basílica estuvo estudiando la forma en la que el artista había pintado los ángeles del cuadro y encontró mucha similitud con los que reproducía un pintor flamenco de la época, Jacob Cornelisz Van Ootsanen, quien además había pintado una bella representación antropomorfa de la coronación de la Virgen.
La Asociación se puso en contacto con una de las máximas autoridades mundiales en Van Ootsanen, una doctora del Museo Stedelijk de Aalkmar en Holanda, la Sra. Daanje Meuwisen a quien le consultaron sus inquietudes. Amablemente les respondió, diciendo que mucho se temía que el cuadro no podía ser de Ootsanen por los colores y las formas de las caras, pero les puso en la pista de que el tríptico está inspirado en un grabado del alemán Israhel van Meckenem (1440-1517) llamado Die Krönung Marias que tiene 18,2 x 26,8 cms. y que puede admirarse en el Rijksmuseum de Amsterdam.
Efectivamente, el cuadro de 1,70 x 1,43 mts, sigue fielmente la composición de Meckenem sin salirse ni una curva del trazado. Los ángeles están en el mismo sitio, tienen las manos y las alas en las mismas posiciones y sujetan los paños de la misma forma. Las 3 bolas con cruz están en la misma disposición, los báculos tienen ángulos idénticos, incluso los mantos de las figuras tienen los mismos pliegues. Lo único distinto, además de la aportación del color, es la cara de los personajes y un pícaro angelillo que sale bajo el paño del el suelo. Está claro que el autor conocía bien la obra de Meckenem.
Este método de trabajo, desarrollando inspiraciones ajenas, parece ser habitual en la pintura de la época y hace suponer que el cuadro pudo ser un encargo a un taller, a una organización especializada en representaciones religiosas para el emergente mercado español.
Es un cuadro sorprendente, una coronación de la Virgen que no tiene paralelo en nuestro país y que ha despertado la urgente necesidad de publicitarlo y sacarlo del anonimato, dándole por su carácter exclusivo, la importancia que se merece.
Es un hecho conocido que el tríptico ha dormitado en la sacristía de la Basílica durante largos periodos. Quizá, al estilo de la oculta tabla de Mallorca, las disposiciones posconciliares de Trento influyeron en que se guardase a veces, en que se retirara de la vista de los fieles y posiblemente sea la razón de que esta tabla flamenca haya pasado desapercibida para el arte español en vez de ocupar el lugar de privilegio que le corresponde.
Regresó a los muros del templo en 1994 a raíz de la última remodelación, tras su conveniente restauración en el 93, y ahora luce en la nave del evangelio de la Basílica con todo su esplendor, transmitiendo a todos los portugalujos el mensaje enviado por la Dra. Meuwisen: You must be very proud to have such a lovely painting in your church. (Debéis sentiros orgullosos de tener un cuadro tan maravilloso en vuestra iglesia.)
Ya te había dicho, Carlos, tú que en una no muy lejana época fuiste hijo adoptivo de la Villa portugaluja, que estábamos sorprendidos y estoy seguro de que ahora lo comprendes. Recibe el cariñoso abrazo de tu amigo de siempre.
Javier