Escriben: Nieves Maya y Santiago Rivero
Resumen ejecutivo de la V parte de la obra Conocimiento del cerebro y mejora de las capacidades personales.
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El significado atribuido a la expresión “Lifelong Learning” (en adelante LLL) es el de una formación que se desarrolla a partir del momento en que un profesional se incorpora a la empresa y durante el resto de la vida, complementando lo aprendido en etapas anteriores o actualizando sus conocimientos cuando se vuelven obsoletos.
Ahora bien, no se debería pensar únicamente en un proceso continuo de adquisición de nuevos conocimientos, sino que más bien habría que plantearse el modo de enfocar la formación y la educación, con objeto de lograr el óptimo desarrollo del potencial intelectual, configurándolo de acuerdo con lo que una persona quiera ser en la vida.
El aprendizaje a lo largo de la vida no debería limitarse a la adquisición de conocimientos, sino que habría de contemplar asimismo el desarrollo de habilidades y competencias, que deben acompañar al conocimiento para la eficiente aplicación de éste. Además, es importante la definición de lo que es preciso aprender y desarrollar, pues si bien ciertos aprendizajes son de interés general, otros dependen de lo que cada cual quiera llegar
Ya en el informe Delors[1] de la Unesco: «La educación encierra un tesoro» (1996) se hace referencia al concepto «aprendizaje a lo largo de la vida (LLL)» como uno de los retos de la educación para el siglo XXI. Por un lado, presenta una sociedad en la que todo puede ser ocasión para aprender y desarrollar las capacidades de la persona y, por otro, analiza el concepto de educación permanente, necesaria para perfeccionar, ampliar o superar los conocimientos y competencias exigidos para tener una vida personal y profesional completa.
El LLL no debería empezar con la incorporación a la actividad empresarial, sino en la niñez, y debería programarse (de forma suficientemente flexible, pero programarse en cualquier caso) para la totalidad de la vida.
La adquisición de conocimientos y el desarrollo de capacidades debe acometerse en los momentos adecuados del proceso de evolución del cerebro, pues es sabido que éste cambia y se transforma, de modo que su plasticidad varía con la edad: en su desarrollo existen determinados “periodos sensibles”, especialmente propicios para la adquisición de ciertos conocimientos y habilidades, mientras que fuera de ellos es muy difícil, si no imposible, su asimilación y aprendizaje.
No todas las estructuras del cerebro maduran simultáneamente, ni la maduración tiene lugar de forma lineal en el tiempo. Por eso, el desarrollo de algunas habilidades ocurre muy pronto y el de otras se demora más en el tiempo; por consiguiente, la educación debe acoplarse a la receptividad del cerebro en cada momento.
Otra cuestión importante es que para aprender algo, es preciso contar con una previa capacidad de asimilación de lo nuevo, lo cual en buena medida requiere de la disponibilidad de otros conocimientos y capacidades previamente adquiridos.
Otros aspectos importantes en relación con esta cuestión, es el desarrollo de las capacidades docentes por parte de los responsables de la educación (“aprender a enseñar”) y la compresión de cómo se aprende por parte de quienes deben prepararse para el aprendizaje a lo largo de la vida (“aprender a aprender”). Para todo ello, es necesario conocer el modo en que aprende el cerebro, así como la forma en que afectan a su funcionamiento cuestiones como la motivación, la atención, la alimentación, el sueño, la oxigenación y otras circunstancias.
El apoyo de ciertas soluciones tecnológicas, y en particular del e-learning, pueden constituir una gran ayuda al permanente desarrollo de conocimientos y capacidades. Esto no quiere decir sea la solución para sustituir en su totalidad a la formación presencial, pero en ciertos casos puede considerarse como una alternativa ventajosa y debe verse como una opción a tener presente.
Un aspecto sobre el que se reclama la atención es que, según se ha expuesto, el proceso de capacitación permanente no debería limitarse a la adquisición de conocimientos, sino que ha de contemplar igualmente el desarrollo de aquellas competencias y habilidades, que deben acompañar a los conocimientos para permitir el uso eficientemente de éstos. Y puesto que se ha definido el talento como el conjunto de conocimientos y las habilidades y capacidades complementarias de éstos necesarios para desarrollar una función determinada con un nivel relevante de maestría, parece que en lugar de hablar del Lifelong Learning (LLL), tal vez deberíamos estar hablando del Lifelong Talent Development (LTD).
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[1] El informe Delors es un referente mundial para la educación.