(N.E. Carlos Lluch, en este largo y completo artículo se cuestiona muchas cosas alrededor del seguro de vida y su finalidad. Después de reconocer “que el seguro de vida en España cuenta con una escasísima distribución profesional” reflexiona y disecciona prácticas que deben mejorar en su desarrollo, en su comercialización, suscripción y gestión, y afirma “nos queda por delante un tiempo apasionante en el que tendremos que aprender a resolver las necesidades de quienes hasta ahora confiaban en un Estado que está languideciendo en su aspecto social”. Un artículo extenso, denso, valiente, innovador, que hace pensar y que cuestiona muchos de los fundamentos tradicionales del seguro, al menos de lo que se han considerado así. Carlos Lluch propone otra forma de gestionar el seguro de vida y sus propuestas, que pueden ser discutibles, no deben “caer en saco roto”. La industria del seguro haría bien traspasando barreras, investigando fórmulas de aseguramiento para aquellos colectivos que por una u otra razón están marginados y también necesitan protección. ¿Cómo hacerlo? Algunas propuestas se plantean en el artículo que publicamos en tres partes, la primera en estos momentos y las otras dos, el día 26 de mayo y el 2 de junio. Sería bueno que los aseguradores, los especialistas de seguro de vida, pudieran proponernos nuevos planteamientos de aseguramiento de la vida que contemplen con nueva perspectiva socioeconómica la evolución de la longevidad, las nuevas enfermedades, la dependencia. Un seguro de vida más extendido quizás facilitaría las cosas para la innovación. Querido lector, si quieres encontrar ideas diferentes, innovadoras y desde una profunda reflexión humana, sigue leyendo. El debate está abierto para quien lo quiera seguir sin prejuicios, proponiendo soluciones…)
Si te interesa el artículo completo en pdf puedes solicitarlo a: administracion@communityofinsurance.com
A continuación se presenta el sumario completo del artículo en toda su extensión:
Primera parte
– Una herramienta clave
– ¿Una herramienta olvidada?
– La vida humana, un riego en evolución
Segunda parte
– La realidad: supervivencia, sí ¿pero en qué estado?
– ¿Valoración de riesgos o ir a lo fácil?
– ¿Suscripción o simple comercialización?
Tercera parte
– Blanco o negro, ¿y la gama de grises?
– Cuestión de actitudes y de aptitudes
– Hora de conclusiones
Escribe: Carlos Lluch, Corredor de seguros y miembro de Community of Insurance.
El de vida es el ramo destinado a procurar protección a las personas, probablemente el ámbito humano en que deberíamos concentrar más atención e inteligencia. No obstante parece relegado a un segundo plano pues el seguro de bienes y de patrimonios (RC incluida) parece merecer mayores atenciones por parte de todos los actores del mercado, salvo especialistas. Uno de los factores que demuestra esa falta de enfoque y la ausencia de ideas es el abandono en que se hallan los riesgos agravados. ¿Dedicamos un rato de lectura y de reflexión a este tema?
UNA HERRAMIENTA CLAVE
Sin duda la del seguro es una institución que permite al ser humano abordar riesgos con mayor confianza. En tal sentido es un elemento fundamental en el apoyo de toda actividad humana, incluyendo el ámbito familiar. Porque – qué duda cabe – el entorno de la familia está cargado de incertidumbres, de proyectos, de inversiones y de responsabilidades que, además, deben ser atendidas en un marco de afectos y sensibilidades muy especiales. Diría que únicas.
Por ello el seguro de vida no es tan solo un capital o una renta que dejamos a los herederos sino el medio – tal vez único para muchas familias – de garantizar una cierta calidad de vida a quienes sobreviven al asegurado. De él depende que el futuro se escriba en mayúsculas o en minúsculas.
Frente a otras opciones, como pueda ser la transformación de excedentes de renta actual en ladrillo, el seguro de vida es enormemente asequible. Diría que sí está al alcance de la mano de casi cualquier familia mientras que la construcción de patrimonio por otras vías exige un esfuerzo mucho mayor y no resuelve en modo alguno el riesgo de la aleatoriedad ni de la indeterminación respecto del momento en que debe materializarse la fuente de capital con que proteger a los seres queridos. Unamos a ello la iliquidez de ciertos activos – como los inmobiliarios – o su volatilidad recién descubierta y hallaremos muchos atributos favorables para confiar la cobertura de estos riesgos no a ciertas ART sino al propio seguro de vida.
¿UNA HERRAMIENTA OLVIDADA?
No obstante resulta que el seguro de vida en España cuenta con una escasísima distribución profesional. A lo largo de años he hallado pocos mediadores que realmente participen de esta cultura – entre ellos me incluyo –; el seguro de vida ha sido relegado a un segundo plano por los distribuidores; también por los asesores profesionales e independientes en riesgos: los corredores.
Por ello es clarificador e ilustrativo que el seguro de vida, en todas sus formas y finalidades haya sido copado por la bancaseguros. En particular porque con cada operación tras la que reside un riesgo personal (préstamos, hipotecas, financiaciones, …) se ha recurrido al seguro de vida como un instrumento para garantizar la recuperación del capital expuesto por parte del banco. Asimismo la no sujeción a MIFID de los seguros de ahorro ha permitido a la banca la canalización por este medio de enormes bolsas de productos que de otro modo habría tenido problemas en colocar, amén de todo aquello que, como otro canal cualquiera, puede haber puesto al servicio de sus clientes en un modelo de distribución más racional.
Si bien esto último ha contribuido enormemente al cumplimiento de los objetivos de distribución del sector – hay que agradecer a la banca la existencia de seguros de vida en buena parte de los hogares españoles – también es cierto que el de vida es un seguro que, al igual que el de automóvil, ha caído en el ámbito de lo que podríamos entender como “seguros obligatorios” u obligados. Es decir, no son contratados porque se conozcan sus efectos tras analizar riesgos en el ámbito doméstico sino que son contratados “porque si no lo hago no me dan el préstamo”.
Así las cosas he de concluir este punto indicando que, desde la óptica de este corredor, ni los aseguradores ni los mediadores – en general – hemos hecho esfuerzos serios por trasladar al cliente el sentido de un correcto aseguramiento de la vida. Los esfuerzos de unos y otros no acaban de visualizarse pese a que tanto unos como otros sabemos que se trata de un ramo rentable, fidelizador y con una frecuencia de ensueño. Basta analizar cuantos millones de euros se gastan en adquirir pólizas cuasi deficitarias de autos y cuantos en adquirir seguros de vida por los que aparentan suspirar. Basta analizar en cuantos despachos de mediación existe un plan de formación y comercial en materia de seguros de vida y en cuantos tan solo se responde a campañas, si es que tal cosa ocurre, y muchas veces como complemento ideal para conseguir un viaje de incentivo (como las meigas: haberlos haylos).
LA VIDA HUMANA, UN RIESGO EN EVOLUCIÓN
Como he apuntado un elemento clave reside en la mentalidad del cliente español, en términos generales: si sumamos al mediterráneo carácter despreocupado una cierta cultura providencial – otros resolverán el problema, sea el Estado o la familia en círculo amplio – , la nula cultura acerca de la realidad de las prestaciones sociales y en materia de cultura financiera en general, así como que muchos parecen creer que no forman parte de la estadística tenemos un cocktail difícil de tratar. Por tanto podríamos concluir que el español medio no cree que vaya a necesitar un seguro de vida…eternamente.
Pero la realidad es muy tozuda. Tarde o temprano el cuerpo humano acaba dando algún disgusto.
En este punto tal vez deberíamos recordar unos simples datos asociados a la evolución de la esperanza de vida.
año | Esperanza de vida al nacer (ambos sexos) | Esperanza de vida a los 65 años (ambos sexos) |
1900 | 33,75 años | 9,12 años |
2010 | 81,95 años | 20,44 años |
Fuente: INE
[Nota los datos anteriores a 1970 no incluían a los niños fallecidos en las 24 horas siguientes al nacimiento por lo que la esperanza de vida real debería
considerarse notoriamente menor]
Resulta impresionante observar cómo en poco más de un siglo se ha multiplicado la esperanza de vida en dos tramos extremos. Resulta evidente que diversos factores han influido en esta evolución de ratios. Entre ellos podemos intuir algunos elementos clave:
- Una alimentación de mayor calidad, accesible a una mayor proporción de la población. Algo que, por cierto, corre el riesgo de entrar en retrocesos dada la situación económica de muchas familias españolas que según “Save The Children” supondría la exposición de nuevo a la pobreza de 2,5 millones de niños españoles. Habrá que seguir cómo afecta la política de recortes a la supervivencia infantil.
- La implantación de políticas de higiene, especialmente desarrolladas en España a partir de la II República.
- El avance de la medicina, la implantación de programas preventivos y el acceso universal a los fármacos y a la asistencia sanitaria. Algo que, por cierto, está también en riesgo dadas las políticas restrictivas en materia social.
- La humanización en términos relativos de los procesos industriales que, gracias a políticas de prevención y obligaciones formales de responsabilidad han conducido a un entorno más seguro de trabajo reduciendo no solo la accidentalidad sino también el riesgo derivado de actividades causantes de enfermedades profesionales.
En particular esta situación ha supuesto algo que da sentido a este artículo: es evidente que aquel escenario de 1900 exponía los “fusibles” del ser humano a numerosas oportunidades de poner fin a una vida de forma temprana. Con el tiempo estos “fusibles” han sido convenientemente suprimidos al evitar riesgos impropios de una sociedad avanzada y otros han hallado un eficaz método de “reposición” gracias a la cirugía o tratamientos médicos que han conseguido que el individuo supere una enfermedad otrora mortal o bien esta permanezca cronificada asegurando una cierta calidad de vida de modo temporal e induciendo una mayor esperanza de vida.
Como ejemplo de lo antedicho veamos un gráfico donde se aprecia cómo ha evolucionado la esperanza de supervivencia de los enfermos de cáncer en España en tan solo medio siglo.
Impresiona observar que una leucemia que implicaba el 96% de diagnosticados fallecidos hoy se reduce a un 4%.
Como resultado tenemos dos cambios importantísimos: las familias ya no pierden hijos en edades tempranas como antaño lo que – unido a otros factores – ha significado una importantísima reducción en los índices de natalidad dado que no se hace necesario reponer la prole perdida; por otra parte la reducida mortalidad en edades más avanzadas ha supuesto que la pirámide de población adopte una característica figura de hongo algo que se traduce también en el modelo de prestaciones sociales que nos depara el futuro inmediato en un entorno de escasos cotizantes y alta demanda de prestaciones por parte de la población improductiva.
Todo ello ha conducido a una enorme variación en la composición de la pirámide de población.
Por ejemplo: observemos cómo ha evolucionado entre 1900 y 2013
la segunda parte la publicaremos el 26 de mayo, la tercera el 2 de junio.