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El seguro de vida:¿360º o con efecto túnel? (II parte)

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Carlos Lluch
Carlos Lluch

Escribe: Carlos Lluch, Corredor de seguros

Ver la primera parte de este interesante artículo.

La tercera parte la publicaremos el 14 de julio.

(N.E. Carlos Lluch, en este largo artículo se cuestiona muchas cosas alrededor del seguro de vida y su finalidad. Después de reconocer “que el seguro de vida en España cuenta con una escasísima distribución profesional” reflexiona y disecciona prácticas que deben mejorar en su desarrollo, en su comercialización, suscripción y gestión, y afirma “nos queda por delante un tiempo apasionante en el que tendremos que aprender a resolver las necesidades de quienes hasta ahora confiaban en un Estado que está languideciendo en su aspecto social”. Un artículo extenso, denso, valiente, innovador, que hace pensar y que cuestiona muchos de los fundamentos tradicionales del seguro, al menos de lo que se han considerado así. Carlos Lluch propone otra forma de gestionar el seguro de vida y sus propuestas, que pueden ser discutibles, no deben “caer en saco roto”. La industria del seguro haría bien traspasando barreras, investigando fórmulas de aseguramiento para aquellos colectivos que por una u otra razón están marginados y también necesitan protección. ¿Cómo hacerlo? Algunas propuestas se plantean en el artículo que publicamos en tres partes. Sería bueno que los aseguradores, los especialistas de seguro de vida, pudieran proponernos nuevos planteamientos de aseguramiento de la vida que contemplen con nueva perspectiva socioeconómica la evolución de la longevidad, las nuevas enfermedades, la dependencia. Un seguro de vida más extendido quizás facilitaría las cosas para la innovación. Querido lector, si quieres encontrar ideas diferentes, innovadoras y desde una profunda reflexión humana, sigue leyendo. El debate está abierto para quien lo quiera seguir sin prejuicios, proponiendo soluciones…)

A continuación se presenta el sumario completo del artículo en toda su extensión:

Primera parte

–       Una herramienta clave

–       ¿Una herramienta olvidada?

–       La vida humana, un riego en evolución

Segunda parte

–       La realidad: supervivencia, sí ¿pero en qué estado?

–       ¿Valoración de riesgos o ir a lo fácil?

–       ¿Suscripción o simple comercialización?

Tercera parte

–       Blanco o negro, ¿y la gama de grises?

–       Cuestión de actitudes y de aptitudes

–       Hora de conclusiones

 

Escribe: Carlos Lluch, Corredor de seguros y miembro de Community of Insurance.

LA REALIDAD: SUPERVIVENCIA SÍ PERO ¿EN QUÉ ESTADO?

La favorable estadística que hemos visto oculta situaciones no tan idílicas. Se está vivo, sí, pero no siempre en condiciones que podamos considerar óptimas. ¿Es consciente de ello el ciudadano?

El Instituto Nacional de Estadística publicó los resultados de la Encuesta Nacional de Salud 2011-2012, documento en el que podemos descubrir que el 75,3% de la población española considera que su estado de salud es “bueno o muy bueno”. Sin embargo un sexto de dicha población sufre una enfermedad crónica y el 53,7% obesidad, entre un 11,2 y un 18,5 % hipertensión y la diabetes afecta del 4,1 al 7 % de nuestros ciudadanos. Por su parte el colesterol ha pasado en unos pocos años de afectar al 8,2% al 16,4% de la población, algo que va muy asociado a la pérdida de renta pues se integran alimentos de peor calidad dietética al empobrecerse la renta familiar.

Otro escenario a tener en cuenta es el número de personas que fallece en España como consecuencia de una determinada causa. Veamos los siguientes datos correspondientes a 2009 :

Causa de la muerte Nº fallecidos
SIDA 1.079
TUMORES 105.132
–       CÁNCER DE MAMA 6.200
DIABETES MELLITUS 9.985
TRANSTORNOS MENTALES 14.456
DROGAS 50
ALZHEIMER 11.169
HIPERTENSIÓN 8.233
INFARTO 19.437
ERROR MÉDICO 429
ACCIDENTE CEREBROVASCULAR 31.157
APARATO RESPIRATORIO 15.698
APARATO DIGESTIVO 19.557
ACCIDENTES DE TRÁFICO 2.588
AHOGAMIENTO, ASFIXIA 2.292
SUICIDIO 3.429
ENFERMEDAD CARDIOVASCULAR 120.057

[fuente: INE]

A ello cabe sumar la existencia de 3,8 millones de discapacitados lo cual supone el 8,5% de la población española de los cuales 1.39 millones de personas están completamente incapacitadas para alguna de las actividades básicas de la vida diaria sin ayuda de terceros. De entre ellos el 40,5% cuentan entre 6 y 64 años [Fuente: INE 2008].

En resumidas cuentas contamos con cerca de un millón y medio de personas en España que sufren una enfermedad crónica, en muchos casos invalidante pero con una elevada esperanza de supervivencia o, lo que es lo mismo, con un riesgo de fallecimiento que no puede ser considerado en modo alguno como algo inmediato, a corto plazo.

¿VALORACIÓN DE RIESGOS O IR A LO FÁCIL?

Por tanto cabe preguntarse por qué la industria del seguro presta cobertura ante el riesgo de suicidio (algo que, por otra parte, prevé nuestra Ley 50/1980 de Contrato de Seguro en su artículo 93) que implica 3.429 casos anuales o el de ahogamiento (2.292 casos) o Tráfico (2.588 casos) y en cambio no asume el riesgo de SIDA (1.079 casos). Algo que escapa a la valoración meramente estadística está pasando y tal vez entramos en el terreno espinoso del riesgo moral. Tal vez la nueva Legislación Mercantil debería enfocar este asunto o bien debería plantearse en términos de discriminación tal cual se ha tratado la tarifa separada por sexos.

Lo que sí está claro es que la negativa a asegurar personas portadoras
de VIH o, incluso, determinados colectivos que se asocian en el imaginario asegurador con esta enfermedad o con el riesgo de contraerla, ha limitado tradicionalmente el acceso al crédito por parte del colectivo LGTB. Por poner un ejemplo. Los datos apuntan a lo contrario: si sabemos que el 51.6% de los varones y 99% de las mujeres portadoras de VIH son heterosexuales el criterio de selección debería ser claramente pro LGTB. Deberíamos pensar si estamos tomando las decisiones basados en ciencia o en creencias porque no solo podemos estar cometiendo un error estratégico sino también una discriminación altamente injusta.

En consecuencia la negativa a asegurar a personas con alguna enfermedad crónica no solo compromete la calidad de vida futura de sus descendientes o pareja sino que incluso puede limitar Derechos Constitucionales como el acceso a la vivienda. No es un asunto baladí ¿verdad?

Resulta evidente para todo mediador avezado que la política tarifaria y de suscripción de la mayor parte de las aseguradoras se ha centrado, históricamente, en las personas pretendidamente sanas. De ahí que cualquier cuestionario que contemple situaciones que apunten a la existencia de alguna patología tenga habitualmente un mal final, tanto para el asegurado como para el mediador.

Esto ha sido motivo de un largo (y conocido por todos) episodio de fraude continuado pues las declaraciones de salud han sido objeto de manipulación por mediadores, clientes, inspectores comerciales, etc. En un gran número de operaciones bancarias el seguro de vida recoge condiciones de salud, descripciones físicas en estatura, peso, tensión arterial o antecedentes familiares completamente imaginarios; en algún caso surrealistas si conoces a la persona y accedes a la descripción que de ella se ha hecho en el cuestionario. No lo digo de forma especulativa sino tras atender unos cuantos millares de consultas procedentes del portal financiero Rankia.com. He llegado a contar con una respuesta prediseñada dado el alto nivel de situaciones similares que me han planteado. Evidentemente para los beneficiarios quedará indicar que nunca se les facilitó la póliza y, por tanto, como dominus negotii el asegurado jamás validó las cláusulas limitativas así como, en muchas ocasiones, quedará como argumento la falta de firma si no la falsificación de la misma en las declaraciones. Y la carga de la prueba corresponderá al asegurador. Pero de entrada tendremos conflicto.

En muchos casos, el asegurador entra en el camino de la exclusión abierta. En otros emprende un camino torticero y chapucero donde se adivina que quiere quedarse la prima, confundiendo, sin asumir el riesgo que supone la patología que declara el asegurado. Si, además, se hace utilizando una terminología oscura para el asegurado este puede incluso confiar en que existe cobertura sin haberla. ¿Un ejemplo? “Traduzcan” esto a un paisano y tengan claro que aún no hemos conseguido que el asegurador y su mediador lo expliquen de forma convincente:

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¿Podemos afirmar que los seguros de vida que está dispuesta a contratar la industria del seguro española son seguros para personas exclusivamente sanas?

Mi experiencia profesional y la de muchos colegas con quienes he comentado el asunto nos llevan a concluir que el de vida es un negocio que se enfoca exclusivamente a personas sanas.

¿ SUSCRIPCIÓN O SIMPLE COMERCIALIZACIÓN?

En general podemos considerar que el seguro de vida español mantiene las siguientes políticas de suscripción:

  • Es relativamente frecuente que se excluya toda patología preexistente y en muchos casos que simplemente se rehúse el aseguramiento.
  • Contrariamente a lo que parece la múltiple oferta de servicios médicos privados existente hoy día no ha supuesto un mayor recurso a tales profesionales para valorar el riesgo individual sino que, por el contrario y de forma creciente, se incrementan los límites de capital sin que sea necesario pasar el más mínimo examen médico o analítica. Curioso si pensamos en la necesidad de afinar la prima que pretende la LOSSP al indicar que se deberá orientar la política tarifaria a la suficiencia de la prima (siempre que se pretenda cubrir el riesgo, obviamente).
  • En algunas entidades se acepta correr con aquellas preexistencias que presentan un escaso riesgo a cambio de una sobreprima. Con la desintegración de los departamentos técnicos esta situación es cada vez más anecdótica y tan solo se suscribe lo que el “Sistema Informático” tolera.
  • Por cuanto a profesiones en general todas las aseguradoras optan por aquellas más tranquilas, desestimando cualquier perfil con riesgo elevado.
  • Lo mismo sucede con deportes y medios de transporte no convencionales. En el tema de deportes no dejan de generarme una gran desazón aquellos condicionados que excluyen “deportes peligrosos” sin enumerarlos. ¿Quién decide qué deporte es “peligroso”? Porque dejar eso a criterio del asegurador ante un fallecimiento es algo cuando menos arriesgado. Este tipo de cláusulas debería estar expresamente prohibida y exigirse una redacción delimitadora absolutamente transparente. Desde luego un corredor no debiera admitirla.
  • Asimismo encontramos seguros que delimitan su cobertura a España o que excluyen de forma genérica riesgos de la naturaleza o del terrorismo aun cuando estos se produzcan fuera de España en ausencia de cobertura del Consorcio de Compensación de Seguros.
  • Como bien apuntó mi amigo Enrique González, los riesgos agravados no se consideran en el plan comercial o técnico de las aseguradoras de vida. Tan solo se aceptan altos ejecutivos con problemas de salud en los seguros de grupo y toda vez que se asume ese riesgo para adquirir la cuenta en su globalidad. Es decir, como un mal necesario…se tapan la nariz y aceptan.

 

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