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DKV patrocina el I Estudio sobre la comida en familia de los niños

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dkv2I Estudio del ambiente durante la hora de la comida en la infancia 

Comer en familia, clave para adquirir hábitos alimenticios saludables y prevenir así la obesidad infantil 

  • El Instituto DKV de la Vida Saludable y la Fundación Thao presentan el “I Estudio del ambiente durante la hora de la comida en la infancia” que pretende comprender la dinámica de la hora de la comida infantil y los factores educativos y culturales que influyen en la adquisición de hábitos alimenticios
  • Los modales, la distracción y la lentitud de los pequeños son algunas de las preocupaciones de los padres a la hora de la comida
  • La mitad de los niños y niñas observadas comen con la presencia de la televisión u otros aparatos electrónicos, como el teléfono móvil o la tablet

En el sobrepeso y la obesidad infantil confluyen diferentes factores, como los genéticos, las influencias ambientales o los estilos de vida, siendo estos últimos los que parecen tener una mayor relación con esta problemática. Los primeros años de la infancia son un periodo crucial en la adquisición de hábitos, como las preferencias por ciertos sabores, la autorregulación de la ingesta y la transmisión de las creencias familiares y culturales sobre la alimentación y la actividad física. En este sentido, es fundamental el papel y la influencia de los padres y madres en las futuras actitudes y conductas infantiles, y prevenir así la obesidad infantil.

Por ello, la Fundación THAO, con la colaboración del Instituto DKV de la Vida Saludable ha realizado I Estudio del ambiente durante la hora de la comida en la infancia, una investigación pionera en España, para estudiar las interacciones familiares y examinar la dinámica familiar durante la hora de la comida, recogiendo las estrategias que usan los padres y madres para influir en la comida de sus hijos, el uso relativo de cada estrategia y la respuesta de los niños y niñas dentro del contexto de la hora de la comida en el hogar. 

La investigación está enmarcada dentro las actividades del Instituto DKV de la Vida Saludable, una iniciativa de DKV Seguros creada para promover la mejora de la salud y la vida de la población mediante la divulgación de información y la formación orientada a inculcar hábitos saludables. A través del Instituto DKV de la Vida Saludable se pretende dar pautas útiles para ayudar a que las personas se conviertan en agentes corresponsables y activos en el cuidado de su salud.

Para la elaboración del estudio se ha utilizado una metodología cualitativa basada en una técnica observacional, aplicada a cerca de medio centenar de familias, con hijos pequeños (3-7 años), y de diferentes clases sociales, recogiendo las estrategias que utilizan los padres para influir en el comportamiento de sus hijos mientras comen y la respuesta de los niños y niñas.

El estudio no consiste en observar lo que comen, sino lo que sucede alrededor de la comida, dando una visión general del comportamiento de las familias estudiadas, sin datos cuantitativos. En este sentido, se han analizado aspectos educativos y culturales y particularmente desde la duración de las comidas, las preocupaciones que tienen los padres y madres respecto a cómo comen sus hijos, las estrategias y los elementos de negociación que utilizan, hasta lo que sucede alrededor de los niños y niñas y cómo se comportan durante el tiempo que dura la comida.

La duración de las comidas influye en el ambiente familiar

La mitad de las observaciones se realizaron durante la hora de la comida del mediodía y la otra mitad a la hora de la cena. La mayor parte de las familias comían o cenaban en el comedor o en la cocina, y una pequeña parte en la mesa auxiliar frente al televisor.

Se observa que la mitad de las comidas y cenas transcurren entre 20 y 35 minutos, y alrededor de 10 familias les dedican de 35 a 60 minutos. Una mayor duración suele corresponder a familias con una mayor interacción con los hijos a la hora de la comida y un ambiente positivo de conversación centrada en las actividades de los hijos e hijas, lo que representa un contexto más favorable. Mientras que una duración por debajo de los 20 minutos (unas 7 familias comen en este tiempo) está relacionada con niños que comen solamente con la presencia del padre o la madre y las intervenciones de este se centran en el comportamiento de comer en sí, y a menudo también en los modales en la mesa.

Dos “modelos de relación” de los padres con sus hijos durante la comida 

La elaboración del estudio nos ha permitido describir dos modelos de relación durante la comida: el Modelo situación de dinámica conversacional y el Modelo situación de dinámica centrada en el acto de comer”.

En las situaciones en que predomina una dinámica conversacional, en la que se incorpora el gusto por comer y probar alimentos, el ambiente de la comida es más satisfactorio y los padres utilizan menos estrategias y más concretas para conseguir sus objetivos. Además, comer en familia, con tiempo, compartiendo experiencias, ofrece la posibilidad de que el pequeño pueda estar atento a sus propios gustos, experiencias sensoriales, logros, sensaciones de hambre y saciedad, etc., creando un ambiente familiar agradable y positivo.

En cambio, cuando la dinámica se centra en el acto de comer, a menudo junto a juguetes o viendo programas de televisión, aumenta la dispersión propia del niño, propiciándose en los pequeños una dualidad entre el “deber de comer” y “el placer de divertirse”. En estos casos los padres utilizan todo tipo de estrategias sin lograr resultados y el ambiente familiar es más tenso. Además, las posibilidades de aprendizaje de sabores y texturas de nuevos alimentos, así como la toma de consciencia de las sensaciones de hambre y saciedad se diluyen

Las preocupaciones de los padres: la distracción, la lentitud y los modales 

Aunque haya niños y niñas mejores comedores que otros, en el comportamiento infantil durante la comida aparecen dos actitudes básicas: la distracción y la lentitud. Los pequeños necesitan su tiempo para comer y que se respete su propio ritmo, como condición básica para que la comida pueda representar un aprendizaje positivo, tanto sensorial de nuevos sabores, aromas, texturas…, como sobre todo relacional.

Es natural que los pequeños se distraigan, ya que su atención está determinada por los estímulos que le rodean y si, como en muchos casos, la comida se comparte con juguetes o programas de televisión, las posibilidades de que preste atención a la comida son casi nulas. En este sentido, es alarmante que la mitad de los niños y niñas observados comen con la presencia de la televisión u otros aparatos electrónicos como el teléfono móvil, tablet, etc. En estas situaciones los padres y madres se preocupan por la lentitud y la distracción, creyendo erróneamente que poner el programa de televisión que le gusta o dejarle los juguetes va a facilitar que su pequeño coma, cuando precisamente produce el efecto contrario.

En cambio, en las situaciones en que no hay elementos de distracción en la mesa y los padres y madres interactúan con sus hijos, interesándose y conversando con ellos, los pequeños se distraen menos y se centran en la comida y en la relación.

Otra de las preocupaciones y objetivos de los padres durante la hora de la comida son los modales. En este sentido, se detectan preocupaciones como: sentarse correctamente a la mesa, el tamaño grande de los bocados, masticar la comida, beber rápido, ensuciarse con la comida, no hablar con la boca llena o no comer con las manos, entre otros.

Por tanto, podemos afirmar que el acto de comer en familia a veces se aprovecha más para educar en los modales y los comportamientos en la mesa que en la experiencia alimenticia, nutritiva o sensorial. 

Las estrategias de los padres

Para analizar las estrategias que utilizan los padres
y madres para que sus hijos coman, hemos partido de las 9 estrategias descritas en un estudio realizado en Estados Unidos por Joan K. Orrell:

  1. Proposición neutra: “no olvides comer tu carne”
  2. Presiona para que coma: “cuando te digo que comas, ¡come!”
  3. Razonamiento: “¿quieres probar las judías? Las he hecho como a ti te gustan”
  4. Recompensa alimenticia: “si te comes todos los trozos de carne, te daré una piruleta”
  5. Alabanza: “te has comido todo el pollo, ¡buen trabajo!”
  6. Restricción de alimentos: “no más patatas”
  7. Amenaza de restricción de alimentos: “si no te acabas los guisantes, no brownie”
  8. Amenaza con no obtener privilegios lúdicos: “si no comes, no irás en bicicleta”
  9. Otras recompensas: “si comes la ensalada, podrás jugar con Sally”.

Estas estrategias también son aplicadas por los padres y las madres de nuestro estudio pero, además, hemos encontrado tres nuevas: animación, como por ejemplo “venga, come que ya queda muy poco”; negociación, como “dos cucharadas más y ya está”; y aceptación, “vale, ya has comido bastante”. Estas estrategias no fueron descritas en el estudio americano de Orrell, pero favorecen un buen ambiente durante la comida y explicarían las tendencias actuales en nuestro entorno en la relación padres-hijos, basadas en la “crianza respetuosa” y en el refuerzo positivo. Estas estrategias obtienen unos resultados mejores porque se basan en el respecto por la dinámica de sus hijos, sus ritmos, sus percepciones y sensaciones durante la comida, y desarrollan en los padres la capacidad de saber escuchar a sus hijos. 

También actúa de forma favorable la interpelación positiva, similar al Razonamiento descrito por Orrell, pero en nuestro caso con una actitud de interés positiva por parte de los padres hacia lo que el niño come, hablando de la comida, etc., como por ejemplo “¿están buenas las patatas?”. 

El postre y la televisión como elementos de negociación 

Tanto la recompensa alimenticia como la amenaza alimenticia, descritas también por Orrell, vemos en nuestro estudio que están focalizadas hacia el postre. Los niños desean su postre favorito y los padres aprovechan de diferente manera este aspecto lúdico y gratificante del postre.

Sería importante que el postre se concibiese como alimento dentro del conjunto de la comida, no como elemento lúdico, ajeno a la alimentación, comportándose como “premio” o recompensa, como elemento de negociación con permisividad de los padres para que los hijos lo elijan (“acaba que así de postre puedes elegir el que te gusta”), e incluso como amenaza en algunos casos (“sabes que si no acabas la verdura no hay postre”). El postre que gusta a los pequeños podría ser la puerta de aprendizaje de la sensorialidad y de descubrimiento de los sabores y texturas. 

En el caso de la amenaza lúdica y la recompensa lúdica descritas por Orrell, en nuestro caso se refiere casi exclusivamente a ver la televisión (“si no comes te quito la tele” o “si acabas rápido tendrás media hora de tele”), estrategia utilizada muy a menudo por los padres.

Puedes consultar el estudio completo en Estudio THAO

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