Escribe: César García, Director de publicaciones de Community of Insurance
Allá por el mes de mayo (2014) varios amigos por separado confluyeron en animarme para preparar una meta: un marathón.
Yo, sin una forma física excepcional, acepté el reto… pero no en ese preciso instante.
En realidad, las metas tienen un día en el que se visualizan, pero uno las interioriza con antelación, siendo consciente o no de ello.
Eso me pasó a mí.
Desde fechas pretéritas tenía pensado ser marathoniano. Y se dio una confluencia de astros, y no dejé perder la oportunidad. Me subí a ese tren.
Para ello, empecé a testar mis fuerzas. Sin grandes metas inmediatas, sabiendo que el objetivo es el marathón; y no llegar el primero, sino finalizar la carrera.
Me establecí un calendario de entrenamientos, ajeno al “ruido” amable de los que aconsejan basados en su propia realidad. Yo seguí tenaz en mi “método”, pero aceptando consejos. Es decir, la cuadratura del círculo: escuchar y aprender, sin renunciar a uno mismo en la forma de hacer.
Y eso porque el metabolismo, la vida, los anhelos, los miedos de cada uno son distintos.
Oigo que uno ha corrido en la semana 5ª, XXkms más que yo, y que está atacando la cota de los XXXkms, perfecto… yo a mi tran tran…. A conocerme a mí mismo, a percibir mis sensaciones e intuir si seré capaz o no de alcanzar mi meta, no por como vayan los demás, sino por cómo me siento yo.
Aquí hay toda una parafernaria de sistemas, aparatos, mediciones, etc., que son válidas, pero si uno no se siente, no se analiza, eso queda en nada. Amén de correr el riesgo de que el día de la carrera te quedes sin pila en el cacharro y andes totalmente perdido…
Toda esa cacharrería está bien… pero ¿y si el día de la carrera por lo que sea, no estás como en los entrenamientos, por lo que sea? Si no te has estudiado a ti mismo, estarás fuera…la carretera te echará.
¿Lesiones? Sí, las hay y se superan porque no puedes olvidar el fin: 42kms, a meses vista. Mejor descansar una semana que forzar la máquina y rompernos irremediablemente. Aunque nuestros “partner” lleven otros ritmos… esos son ellos, no tú.
¿Método? Sí, claro, pero el que, una vez que te conoces, sabes que es el idóneo. Ahí has de reflexionar sobre ti, sobre tus metas, sobre quién eres, como estás y cómo puedes sortear los problemas…autoconocimiento interior. El resto… es ruido y un esforzarse tras el viento. Banalidades que entorpecen tu concentración.
¿Y la dieta? He de reconocer que no he modificado mis hábitos culinarios… por lo que o como bien siempre o eso de la dieta del deportista es una chorrada….
Carne, fruta, pescado, legumbres, hortalizas… todo lo que nos ofrece nuestro entorno y sin grandes pretensiones… Eso sí, la semana antes, procuré no cenar cocido ni un entrecot al roquefort…
¿Y la equipación? Nada de marquitas ni ropajes bioelectrónicos….Zapas de mercadillo, calcetines de baratillo y camiseta de marca blanca…
Hay días que estás mejor… días que haces pereza….días que estás ocupado… y ahí tienes que tener claro tu objetivo: la marathón.
He sido “condescendiente” conmigo mismo… he visto que el cuerpo es hedonista, que el cerebro busca “dolores imaginarios” para que tires la toalla, pues sabe que estás llevando al cuerpo al límite.
La misma pregunta…¿Cuál es mi objetivo?
Cuando uno está cansado de luchar contra todo eso, cobra especial interés la otra pregunta…¿porqué quiero alcanzar ese objetivo?
Y con la respuesta interiorizada, callas a la pereza, al hedonismo, a las lesiones, a las prisas, a los que te aconsejan cosas que no son contigo, a los que abandonan, a ti y a tu entorno.
A partir de a ahí, solo escuchas tus pisadas… y cuando alcanzas el mantra en el paso, ni siquiera eso… escuchas el latido de tu corazón, y miras a tu alrededor como si fueras de ocupante en un tren, parece que te paras, entiendes la teoría de la relatividad, que tú te mueves, pero que estás estático…y has terminado el entrenamiento.
El resto, repetición, de dos elementos (tus piernas) tomados de “n” en “n”, es decir, los kms que quieras correr…
Y con eso llegué a la carrera, con el objetivo inicial de finalizar mi primera media marathón.
Esa es la diferencia entre estrategia y táctica. La estrategia me llevará al marathón y para ello tácticamente corro la media marathón…
El ambiente está tenso, ves como la gente se ha preparado, ves que l@s hay verdaderamente preparad@s… Pero tú no has de flaquear… cada uno tiene su carrera, su meta, su objetivo. No puedes dejarte intimidar…tú conoces tus debilidades y fortalezas, si no, no habrías llegado hasta ese momento. Y si no las conoces, prepárate para sufrir. Y piensa que posiblemente abandonarás…
Empiezas la competición…hay mucha gente, pero estás solo, tú con tu motivación, tu reto, tu objetivo. Algunos que crees que físicamente no están como tú, te adelantan… y crees que es porque tú vas mal, o lento…y si no estás centrado en ti, te harán dudar….no sabes si ellos quieren abandonar a los diez mil, o estar en cabeza los primeros kms. para saludar a su familia, o simplemente no saben lo que hacen, pero tu mente está en lo peor: tu no lo lograrás…de nuevo el hedonismo, la autocomplacencia y el enemigo interno.
Yo he entrenado más por caminos que por asfalto y la carrera era por asfalto al 100%… noto mis gemelos a las primeras de cambio (3km) sobrecargados… busco no centrarme en el dolor, pero mi cerebro busca la solución hedonista, sabiendo que el abandono no es una opción…ahí aprovecho el punto débil (hedonismo) para dar con la solución…Corro entre una alameda…¿sí? Pues entre los setos hay gravilla…corro por ahí 3 kms. aunque me avisan que me haré un esguince. Sé lo que hago porque lo he sentido, lo he vivido y lo he visto…mis gemelos reaccionan a la perfección… calientan y me piden mas kms. por asfalto. Inconveniente superado…
Vuelves a centrarte en tu carrera, no en el objetivo, sino en tus sensaciones, en tu estado físico… de momento no ha llegado el momento de centrarte en tu estado emocional… aún es pronto… y vas por el km10.
Encuentras compañeros de carrera, pero ellos, al igual que el público, la familia, los amigos que te acompañan, no dan pasos, no mueven las piernas tuyas… esas solo las mueves tú, con tu entrenamiento y tu objetivo.
Paulo Coelho escribió una obra que se llama “El vencedor está solo”, sí, claro, pero también el corredor.
Pero recibes el ánimo de la gente que te jalea en señal de respeto por tu heroicidad, y también estás en el pensamiento de tus seres queridos que, incluso desde la distancia, te mandan sus pensamientos y que tu recibes, siendo consciente que también, en cierto modo, no puedes fallarles a ellos.
Cada zancada te acerca a tu meta, pero cada zancada mal dada, también te puede alejar de la misma, mucho más de lo que te acerca la zancada buena.
Tu mente revisa tu cuerpo… buscando alguna molestia o dolor para echarte en cara…si lo encuentra y te lo avisa, ahí le dijo: en los entrenamientos sufrí más… subí más cuestas, corrí con flato, corrí con sobrecarga en los tobillos. Esto no es nada.
Cuando el dolor real sale, es cuando toca el empeño, la determinación, el rozar la gloria. Obviar lo que te queda, y obviar el dolor. Ya estás en el mantra… corres y solo pararán tus piernas un calambre…nada más. Empiezas a disfrutar del esfuerzo, de la carrera, de alcanzar el reto.
Ves a gente que abandona, otros que siguen en la carrera pero caminando: Mi cerebro ni lo insinúa: autodisciplina espartana: No es una opción andar ni abandonar. Ni lo piensa mi traicionero hedonismo. Ya me he superado a mi mismo internamente. Ahora soy poderoso. Nada me detendrá de mi objetivo.
Llegas al km en el que todos con los que había entrenado, me decían que a partir de ese km el metabolismo cambia y tienes un muro…yo lo había entrenado y creyendo lo que me decían, no me fiaba mucho de las sensaciones de mi cuerpo en sentido diametralmente opuesto.
En la carrera mi compañero a partir de ese Km me dijo…tira que vas fuerte. Me frené porque quería llegar….
A los dos kms siguientes, sin percibirlo, mi cuerpo aumentó el ritmo…mi compañero de carrera se despidió de mi….medí las fuerzas y efectivamente, había dosificado bien.
Me hice un autochequeo de sensaciones… abductores, gemelos, cuádriceps, brazos, diafragma, pies….nada
de endomodos, ni cardiómetros, ni relojes…¿Cómo me siento?
Resultado: POSITIVO.
Aumenté el ritmo, feliz, sabiendo que iba a llegar, sabiendo que podría conseguirlo…me sentía fuerte, poderoso, autosuperado.
Sonreí, apreté los dientes, esprinté el último km….adelantando incluso a los de los patines….mil metros superando a muchos de aquellos que al principio pensé que estaban mejor que yo… muchos lesionados, prestos a abandonar en el último kilómetro, o ya andando.
Sientes la ovación del público que se maravilla de tu esfuerzo, pero me da igual… es por mí, por saber que podré hacer lo mismo con 42kms en las piernas….
Me sentí alegre, no por adelantar a todos aquellos que iba dejando atrás, sino por no haberme dejado llevar por las impresiones del principio, por haber superado en mi mismo el bombardeo del exterior.
Al final, mi gloria solitaria, pero objetivable en 1:54´…..
¿Gana solo el primero?
Pero mi objetivo es la marathón…
Así pues, tras la media, vuelta al trabajo….empecé a entrenar con tiradas de no menos de 10 kms. Sin prisa, pero sin pausa…y los días que no corría, también hacía pesas…es decir, la misma pauta que para la media…
Pero ahora tenía un objetivo intermedio, hacer al menos 30 kms 15 días antes de decidir la fecha de la marathón.
Me preparé para correr 30 kms. por un camino desde mi casa (Cobisa) hasta otra localidad (Albarreal de Tajo)… pero el corredor se enfrenta a muchos problemas, no solo los kilómetros: a mitad de la carrera me salí del camino y me perdí…he de reconocer que solo contemplaba una posibilidad… seguir a delante… mientras llamaba a personas cercanas para que vinieran a buscarme….no hubo nadie al otro lado del hilo telefónico hasta que llegué a los 33 kms.
Eso tuvo un componente emocional duro, pero a la vez otro muy positivo: uno ante sus retos siempre, siempre, siempre está solo. Las zancadas en la vida las da uno mismo: nadie las da por ti.
Me hice más fuerte emocionalmente y sentí que podía terminar la Marathón pues había hecho 33kms. con subidas duras y físicamente estaba fuerte. En el dolor de la soledad sonreía, porque sabía que podría cumplir mi objetivo, pasara lo que pasara. Tenía el temple necesario y la fuerza suficiente, a pesar de todo.
También por esas fechas mi amigo Víctor con el que estaba preparando el reto, me confirma que se ha lesionado y no llegará para la Marathón del día 7/12/14. Otra vez, correré solo….pero, ¿qué esperaba? ¿acaso las zancadas las da otro? ¿o el ir con gente hace que no tengas que correr 42195 metros? No, no cambia nada: he de hacer el camino yo solo.
A pesar de todo, el fin de semana siguiente a la tirada de los 33 kms quería hacer el camino por el que me perdí, aun a riesgo de lesionarme, y echar por tierra todo mi entrenamiento. Pero estaba determinado a cumplir esa etapa antes de la meta maratoniana….Lo necesitaba…
Pesa a los consejos de amigos y gente experta en estas lides, para mi era una cuestión sine quanon para correr la Marathón, en cualquier fecha, e incluso la tan próxima del 7/12/14…
Y en un ejercicio de empeño y terminación (¿tozudez/ cabezonería?)…lo hice…. Hice los 30kms de Albarreal de Tajo hasta el Polígono Industrial de Toledo…30 kms.
Ya era consciente de que podría cumplir físicamente mi objetivo….ya lo había interiorizado, aun a pesar de las alarmas ajenas.
Y el día antes… Los retos no vienen solos; en la previa a los momentos clave todo parece derrumbarse a nuestro alrededor… se nos ofrecen las 3 tentaciones que Cristo superó… no buscando más que nuestro desánimo y que abandonemos… como hay tensión, todo aflora, surgen problemas y distracciones emocionales para las que hemos de estar preparados.
Hemos de ser impermeables a todo eso si queremos superar nuestro objetivo, y “tolerar” y “perdonar” esos obstáculos que se nos presentan. Aquí entra en juego nuestra concentración y el sentido de nuestro objetivo.
Pero no todo acabó ahí…la noche antes incluso me dio fiebre, quizá fruto de la mezcolanza emocional y la responsabilidad adquirida de cumplir el objetivo…pero hay que tener clarividencia y aislarse de eso para cumplir el NUESTRO objetivo… como si lloviera, nevara, o si hiciera frío o calor.
Me di un paseo por la playa de El Palo, disfrutando del vuelo de las aves, el aire libre y del viento…me tenía que encontrar a mí mismo; invocar mis sentimientos; centrarme en mi reto y meditar en la carrera. Pedir ayuda y arroparme en mis creencias….
…Cené opíparamente… y a dormir temprano.
El día del reto…uf que emoción… alea jacta est, no tienes marcha atrás. Desayuné concentrado en mi cuerpo. Repasando mentalmente como me encontraba y cómo estaba la fiebre.
Cuando llegué a la salida, me despido de mi compañera de entrenamientos, mi perrita Lua. Ella no lo sabe pero será un día largo.
Ya estoy totalmente tenso y concentrado… miras al frente pero solo ves la llamada de tu reto.
Busco mi grupo… los de 4:30 horas. Tengo esa expectativa….aunque el objetivo es llegar corriendo.
Suena The last of the Mohicans de Trevor Jones al cruzar la salida… acordes me seguirán los primeros kilómetros, hasta sentir el empuje de las personas que me animan en la distancia, pero a su vez estando a mi lado, en cada curva.
Miro el cronómetro de la salida/ llegada …”máximo 6 horas”….¿es para mí ese letrero? Lo ignoro, pero que Dios nos pille a todos los atletas confesados. Quién mas quién menos, perderá las calorías de una semana de dieta mediterránea y nos deshidrataremos. Algunos se retirarán lesionados y otros serán obligados a no seguir por criterios médicos. Solo algunos alcanzarán la gloria, su objetivo, para unos un tiempo X para otros, como yo llegar corriendo, y para otros acabar de cualquier modo, incluso andando…
Al cruzar la salida al cielo…siento la presencia de mis seres queridos como una corriente de aire fresco y un dulce escalofrío me recorre el cuerpo… no es que esté preparado para el reto, sino que ya estoy cumpliendo el reto.
A los primeros kilómetros de mi carrera percibo que algo no va bien, no son molestias musculares ni flato…no sudo y tengo ganas de orinar. Salgo de la carrera y orino esperando que el “problema” quede zanjado. He perdido a los de “mi ritmo” pero no me preocupo.
A los pocos kilómetros de nuevo tengo ganas de orinar…vuelvo a salir de la carrera y repito la operación. Vuelvo a perder la comba aquellos a los que me había enganchado. Paso por un puesto de avituallamiento y pienso que como he orinado dos veces, deberé reponer líquidos…. Craso error… pues vuelvo a tener que parar a orinar… ¿y los que iban a mi paso?
Decido que he ir a mi ritmo no al de los que me acompañaban antes de parar. Si no hubiera parado, me acompañarían pero han metido tierra de por medio y solo si se desfallecen los alcanzaré…pero no voy a acelerar mi velocidad para cogerlos y correr el riesgo de después quedarme falto de energía.
Llevo 13 kms. y una hora y media…mucho tiempo en comparación con mis entrenamientos, pero el objetivo no es hacer 4 horas sino “hacer”. No quiero batir ningún record de tiempo, solo de distancia… completar los 42.195 metros…las más de 30000 zancadas…. A esa altura mi chica me sale al paso con Lua…que de pura emoción se echa a correr conmigo….me da un subidón de emoción… tomo fruta.
Voy bien, sin dolores ni molestias. En mi autochequeo todo da positivo: estoy bien.
Surco el paseo marítimo malacitano…otra vez paro -aunque no dejo de dar brinquitos como ya he hecho en mis entrenamientos – y hay otro atleta también parado, el cual al reincorporarse sale raudo hasta coger a su “grupo”… pienso si podría hacer lo mismo pues tienen pinta de ir a mi ritmo (el km a 5:30 por hora), pero decido que no… que es mejor no dar acelerones…
Llegamos a la zona final de Málaga…antes del estadio de futbol. Ahí ya pega el sol, pero aun así sigo sin sudar…he pasado por varios puntos de avituallamiento de agua pero no he cogido nada… recorro unas explanadas semidesérticas mientras oigo de fondo el tanteo de una competición distinta… paso por las piscinas municipales…hay menos espectadores allí que animadores en mi carrera….lamentable todo lo que
no es fútbol.
Sin darme cuenta veo la pancarta de 21 kms. y me cruzo con otro corredor y le digo: “ánimo solo queda la mitad” pero para él esa era la meta….yo sigo…el reto se desenmascara: ya he empezado a sudar.
No tengo cansancio y siento que las piernas están tonificadas. Salimos a la carrera y hay una pequeña subida… adelanto a algunos… se nota que entrené las cuestas…entro de nuevo en la ciudad y sin darme cuenta…paso los 30 kms…llevo 3 horas… he recuperado parte del tiempo perdido en las “paradas técnicas”.
Pienso que “ese camino” ya lo he recorrido, y hasta más, hasta los 33. Me veo fuerte, aunque pienso lo peor está por venir, por eso no tiro las campanas al vuelo, y me hago un nuevo chequeo… no me duelen los pies, ni los gemelos, ni los cuádriceps…ventilo bien… respiro bien, estoy concentrado en el objetivo: mis fuerzas in situ y los míos en la distancia están conmigo.
Muchos de mis compañeros de carrera paran…echan a andar…y al volver a correr, me adelantan… se vuelven a parar…vuelven a correr….no pueden más, pero tampoco pueden parar… “necesitan” finalizar, sea como sea.
Para mí esa opción no existe. Solo puedo seguir adelante corriendo. No he llegado hasta aquí para buscar hedonismo ni ser tolerante ante la adversidad. Desde que acepté el reto, me impuse esta disciplina: no haré prisioneros, ni siquiera a mi mismo en la prisión de la autocomplacencia.
Otros paran dispuestos a abandonar…les doy mi ánimo…les grito que sigan, aunque es una orden de mi mismo para mí mismo, para seguir yo adelante…vuelven a la carrera…creo, pues yo sigo, sin mirar atrás. Hoy no seré una estatua de sal.
Paso los 33kms…a partir de ahí, terra incoginta no se cómo reaccionaré ni tengo referencias de esfuerzo, fuerza, impresiones…pero me veo bien.
Empezamos la subida paralela al antiguo cauce del rio –cosas del cambio climático que algunos no ven- y veo que en el otro lado los corredores que ya bajan….no me desanimo…sigo a mi ritmo sin darme cuenta que estoy en una subida, ante un temido falso llano, de hecho solo me di cuenta al día siguiente, cuando interioricé que si en el otro lado del rio “bajaba” es porque en la ida subía…pero no lo notaba, había entrenado bien las cuestas…seguía respirando bien y con las piernas fuertes.
Una amiga me dio un consejo días antes de mi carrera: “piensa en el km 35. Ese es tu reto. Tras el 35 ya lo tienes hecho…”
Doblo el punto final del rio…empiezo a bajar… ¿a cuánto estaré de los 35? Paso por un punto de avituallamiento, cojo un plátano entero y me dicen los de la organización que eso no lo puedo hacer, que solo puedo coger los trozos cortados…pienso que bastante es que no he cogido todo un ramo….y me río cuando me digo a mi mismo que me cojan si pueden…voy embalado.
Mi ritmo se acelera como en la media a los 19… y de nuevo “paro los caballos”…mi objetivo no es llegar antes de los que tengo por delante, que no se si llegarán o no, ni como, sino llegar corriendo.
Veo a dos chicos de la organización poniendo un cartel en pie… 35 kms….estaría equivocado porque a los pocos metros veo otro de 36….recuerdo lo que me dijo mi amiga y siento que “ya está hecho”….me veo fuerte, miro al cielo y…lloro dando gracias a Dios.
Empiezo a recordar la dureza de mis entrenamientos, la soledad en el monte, la compañía de Lua, las tiradas acompañado…y calculo que lo que me queda por hacer es como un entrenamiento suave de los que he hecho…eso sí, sin treinta y tantos en las piernas…y me río entre sollozos, sabiendo que, salvo por el exceso de kilómetros, mis entrenamientos en la soledad han sudo mucho más duros.
Para el Gran Capitán la clave del éxito en la batalla estaba en que el entrenamiento fuera más duro que la propia batalla… pues eso a los 36 kms yo ya lo tenía claro.
Antes de entrar en el casco antiguo de Málaga nos esperan unos túneles con subidas y bajadas…calibro la bajada y en la subida adelanto a unos cuantos corredores que luego me pasan de nuevo en el llano…pienso que yo si he mantenido la velocidad media… no tuve subidas ni bajadas ni de ritmo ni de tensión…estoy contento…. pienso que voy por buen camino.
Me cruzo con el atleta que paró a orinar y que luego echó a correr para alcanzar a su grupo… va andando. Creo que acerté en mi estrategia, me siento feliz, no por la desgracia ajena, sino por comprobar que lo estoy haciendo bien, pues al carecer de referencias personales por no haber hecho más de 33 kms antes, solo me queda compararme y en esa comparativa compruebo que lo estoy haciendo bien……
Hasta ese momento no he tenido nada del famoso “muro”, es más, ni había pensado en ello- quizá para no invocar a la bestia-…pero me esperaba con cola y cuernos en el km 39… de repente siento los 39 kms en mis piernas…se me hacen pesadas, como un bloque, duras, tensas, no doblo las rodillas, las tengo como congeladas pero sin frío….aprieto los puños como cuando subía rampas del 14% en mis entrenamientos y mi perrita Lúa no corría, sino andaba, de lo pinas que eran las subidas…
Ya entro en la ciudad antigua, y ahí en una zancada me da un amago de calambre en el gemelo izquierdo…pido a Dios que no…que eso no me puede pasar…no he terminado la segunda zancada cuando se me quita, a Dios gracias.
En ese muro siento el apoyo de las personas que me quieren, noto su presencia, su ánimo, piensan en mí, están preocupadas, me insuflan coraje, me evocan su cariño…. Y ahí cobro fuerzas, gallardía y fuerza. Vuelvo a apretar los dientes.
Sigo por la ciudad que la noche antes paseé… el teatro romano, la alcazaba….se cruza algún peatón saltándose las vallas de la organización al que espanto con palmadas… ¡no son conscientes del daño que pueden hacer! ¡Echar por tierra 40 kms de esfuerzo y meses de entrenamiento, por no esperar 3 segundos! ¿Cuándo nos pondremos por un segundo en el lugar del otro?
Aprieto los dientes…intuyo estar cerca de la meta aunque no la vea… de repente noto las piernas destrozadas…no tengo más remedio que seguir…la gente me anima….adelanto a otros compañeros…otros me adelantan….sigo corriendo…con la piel de gallina…mis piernas están reventadas pero mi ánimo intacto….siento que son las últimas zancadas para alcanzar mi gloria….paso por la calle Larios…con la decoración navideña con arcos de medio punto y gente a los lados, parece un paseo triunfal…si ellos supieran….
Empiezo a pensar como forjé este homenaje a Filípides allá por el mes de mayo….como en seis meses, sin una especial forma física he llegado hasta aquí….Me adelanta una señora que he ido adelantando todo el rato y ella a mi… la digo “ánimo” y ella se despide de mi también diciendo que ya no queda nada, que siga… pienso si intento adelantarla o seguirla…me digo: ¡NO!…no quiero llegar antes que otra persona que ni conozco, ni antes de X minutos, quiero llegar, solo llegar y al final me dará igual hacer 4:30 que 4:39…pero lo que nunca olvidaría si por una mala decisión no hubiera llegado…
Giro… a la vuelta de la esquina veo el parque de donde salí… y donde llegaré…enfilo la última recta…entre una enorme arboleda empiezo a aplaudirme a mí mismo…la gente se anima y hace lo mismo…lloro otra vez, aunque esta no para agradecer a Dios- al que llevaba varios kilómetros dando gracias-, sino por mis entrenamientos, mi lucha, mi esfuerzo, por todo lo que he hecho para estar allí, por todo@s aquell@s que me han acompañado en el periplo iniciado en el mes de mayo del 14…por mi gloria, mi éxito…por poder leer el cartel que reza:
++“si lees esto es porque lo has conseguido”
Lo conseguí… siento la emoción de haber llegado…ya soy maratoniano.
Como siempre me pregunto ¿qué he conseguido?
Mi reto, cumplir mi deseo, ver que soy capaz de hacer lo que me propongo. Que puedo decir que si yo lo he hecho, otr@s podrán hacerlo… he comprobado la capacidad de recuperación del cuerpo humano, la tenacidad del ser humano, la entereza que somos capaces de mantener.
Ahora me toca interiorizar mi triunfo…mi esfuerzo, mi reto alcanzado
¿Qué he conseguido? Ser maratoniano. ¿Solo eso?
Cuando corras 42.195 metros lo entenderás. Si has tomado la decisión de hacerlo, ya te queda
menos. Ánimo.
Lista de agradecimientos, sin ser excluyente de otr@s:
A Lua, como no. Ana (vecina); Alfredo (hermano de); Cristina Elices; Cristina Villa; Esther; Ferpave; Quique; Víctor (el hermano).