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N.E. Agradecemos a Julen Basagoiti («Escuela de Inteligencia Directiva») el artículo que a continuación publicamos y cuya lectura es muy recomendable porque es un testimonio de respeto total a la igualdad de la mujer.
Recordamos en este día 8 de marzo cuando en 1908 en Nueva York a un grupo de mujeres trabajadoras, costureras industriales, de grandes fábricas que se declararon en huelga para protestar por sus condiciones laborales, pidiendo un aumento de los salarios, una reducción de la jornada laboral y el fin del trabajo infantil. Durante esta huelga pacífica 129 mujeres murieron quemadas en un incendio en la fábrica Cotton Textile Factory, este incendio fue provocado por los mismo dueños de la fábrica.
El 8 de marzo de 1977 la oficina de los Naciones Unidas declaró ‘El Día Internacional de Mujeres Trabajadores’, y el color para representar los esfuerzos de las mujeres que murieron es el lila.
Es importante recordar que este día no es para celebraciones. Este día es para conmemoraciones y dar a las mujeres el respeto y la igualdad que se merecen. La situación de la mujer ha avanzado de forma muy significativa desde aquel 8 de marzo, sin embargo, todavía quedan muchas cosas por hacer para que la igualdad sea completa entre hombres y mujeres. Creemos que las empresas mejoran cuando la mujer tiene mayor presencia activa y decisoria. Queremos pensar que ningún hombre, cuando decide a quien elegir lo hace pensando en lo mejor para la empresa sin prejuicios de ningún tipo, incluido el de género. Es evidente que hay diferencias entre unos países y otros sobre la participación de la mujer en puestos de responsabilidad y creemos que se debe en primer lugar a atavismos sociológicos y también a una leyes que no favorecen ni la igualdad ni la conciliación familiar. Pensar diferente también esto es nuestro reto para acelerar el cambio en la dirección deseada.
El año pasado iniciamos, en Community of Insurance el I PLAN DE COMUNICACIÓN en el que participaron 19 dirigentes del seguro ofreciendo su apoyo y propuestas para hacer realidad la igualdad de la mujer en la empresa en todos los órdenes. Comprometidos en este empeño este año seguimos con el II PLAN DE COMUNICACIÓN que culminará con un encuentro en Madrid en el mes de septiembre.
Para más información del II Plan de Comunicación Mujer&Emprendimiento puedes dirigirte a:
Mar Ramos / mar.ramos@communityofinsurance.com
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Escribe: Julen Basagoiti /@jbasagoiti
Julen Basagoiti es empresario. Creador de la «Escuela de Inteligencia Directiva», pone a disposición de las empresas y los emprendedores de los países del mundo de habla hispana todo el conocimiento adquirido durante su andadura profesional, así como el de su equipo de expertos.
N.A. Este documento va dirigido por igual a mujeres y hombres, hombres y mujeres. Utilizo el masculino como genérico para hacer más fluida su lectura.
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Coincidiendo con que dentro de poco será el Día Internacional de la Mujer, últimamente he estado leyendo varios artículos sobre los problemas que ellas encuentran en su ascenso jerárquico en las organizaciones. La dificultad de conciliar vida laboral y familiar o la falta de referentes femeninos en altos cargos (dado que el mundo de las empresas es eminentemente masculino) son dos de las principales razones esgrimidas para explicar la pérdida de ambición de las mujeres (porque esa es la conclusión a la que llegaban ambos informes, la de la pérdida de ambición).
Yo estoy casado con una mujer que ocupa un alto cargo en un organismo internacional. Y hace poco coincidí con otra que ocupa un puesto de similar nivel. Ambas reconocen que es importante sentirse apoyadas en casa para poder hacer lo que hacen y para poder progresar y alcanzar mayores cotas de responsabilidad.
En mi caso la decisión de apoyarla fue fácil: pensé que si fuera al revés, ella no tendría ningún problema en acompañarme allí donde fuera necesario para que yo realizara mi trabajo. Por lo tanto, siendo la nuestra una relación entre iguales, no había ninguna razón para no hacer lo mismo, a pesar de que suponía un cambio muy importante en mi vida. Defiendo que las organizaciones tienen que ser flexibles y reversibles para poder competir en un mundo cada vez más complejo y globalizado. Y la flexibilidad y reversibilidad empieza, por lo tanto, en uno mismo.
Pero el segundo gran fallo está en que el principio de igualdad de oportunidades no forma parte del ADN de muchas empresas. Según ese principio, todas las personas tienen que ser consideradas de la misma manera al empezar, y de acuerdo a la evolución de cada una en el desempeño de sus funciones se hará la correspondiente evaluación de resultados, independientemente de su sexo, color de piel, creencia religiosa…
Los criterios de evaluación deben fijarse al principio de cada ejercicio, de manera que todas las personas que forman parte de la organización sepan lo que se espera de ellas, cualquiera que sea su nivel jerárquico.
Teórica y lógicamente, lo normal sería que el principio de igualdad de oportunidades se aplicara de manera universal porque se supone que la propiedad de una empresa quiere siempre lo mejor para su organización, pero la realidad es bien distinta. Si te tomas un momento y piensas en tu lugar de trabajo, seguro que estarás de acuerdo en que llevo algo de razón.
Es evidente que queda mucho por mejorar en este aspecto. Como he dicho anteriormente, al establecer el principio de igualdad de oportunidades en una organización se estaría reconociendo la labor de las mejores personas. Una consecuencia lógica es que se prestaría un mejor servicio a los clientes, y por lo tanto, se daría un incremento en la cifra de negocio y en la percepción de la marca empresarial en el mercado.
De mi época universitaria recuerdo que las chicas eran más y sacaban mejores notas que los chicos, algo que se confirma año tras año. En un mundo empresarial donde se reconocieran los méritos personales de igual manera, ¿seríamos los hombres los que acabaríamos pidiendo cuotas de igualdad?