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¡¡¡Que el terror no te envenene, es cuestión de amor y de inteligencia!!!

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Marita Osés Serdá, Coach personal

Escribe: Marita Osés.

Lloré cuando recibí por whatsap la noticia de los atentados de París. Confieso que una furia inmensa empezó a ascender por mi garganta cuando leí los periódicos al día siguiente. Algo dentro de mí me avisó: no te envenenes con esto, porque es este veneno acumulado en el corazón de las personas lo que les hace cometer esta clase de actos. Dejé el periódico sobre la mesa, y respiré dos o tres veces, para llenarme de otras cosas que me permitieran hacer frente a la noticia de una manera distinta. La furia se convirtió en tristeza y en una decisión obstinada y visceral: no voy a poner ni un miligramo más de odio en el mundo. Ya sobra. A estas alturas de mi vida ya sé que el ser humano es mucho más que eso.

Ayer dos hombres golpeados de lleno por la tragedia me recordaban, a través de sus escritos, la bondad fundamental del ser humano. Tras leerlos, la congoja que me lastraba el alma se convirtió en un aleteo de esperanza, pues  su grandeza de corazón me ayudó a entrar en contacto con la mía. Antoine Leiris perdió a su joven mujer en los atentados de París. Ha tomado la decisión de no dejarse vencer por la rabia y el miedo y en un acto de valor y de libertad lo ha manifestado por escrito en Facebook con toda la ternura que merece su hijo Melvil, de 17 meses. En la mismas circunstancias murió Eric, primo de Alexis, cuyo el dolor le empuja a escribir una carta por la paz dirigida a toda la humanidad. Tanto Antoine como Alexis han decidido no odiar, no entrar en la espiral de violencia sino darle otro destino a su dolor.

Me pregunto ¿qué hago yo con mi dolor, con mi miedo, con mi rabia? Porque si no he respondido a esta pregunta tendré que encontrar la respuesta a estas otras: ¿Qué hacen el dolor, el miedo y la rabia conmigo? ¿Qué hacen de mí? ¿Qué hacen de mi vida? Las respuestas reflejan cómo es mi persona. O decido conscientemente lo que hago con estas emociones o me manejan ellas a mí. Toda la barbarie que nos llena de espanto y de la que una y otra vez nos lamentamos se comete cuando estas emociones se adueñan de nosotros.

¿Cuántos años más necesitaremos para darnos cuenta de que siendo esclavos de nuestros cerebros reptiliano y mamífero no damos con las respuestas a los problemas que nos aquejan desde hace siglos? ¿Cuánto tiempo necesitas tú para constatar esto en tu brevísima vida? ¿Cuándo nos daremos cuenta de que tenemos que elevar nuestro grado de conciencia y posicionarnos desde nuestro ser más profundo para poder vivir en paz como todos anhelamos vivir?

Alexis y Eric me devuelven la fe en el ser humano porque apuestan decididamente por el amor. Y no lo hacen desde la inconsciencia, no. Lo hacen cuando el horror ha despedazado sus vidas y los ha obligado a renunciar a parte de sus sueños. Lo hacen desde el dolor. No hay nada tan potente como el dolor para tomar conciencia de las cosas. Las semillas del odio plantadas por otros han estallado en su jardín. Y su respuesta es plantar semillas de amor. Cubrir de flores el terreno arrasado, en lugar de ir a arrasar otros jardines, o incluso el propio. Devolver vida a cambio de muerte. Eligen vivir en libertad, no esclavizados por el miedo.

Cuando leí a Antoine y a Alexis, sentí una admiración infinita y la tentación de pensar que eran seres especiales, de otro planeta. Pero no es cierto. Yo, tú, él, ella somos como ellos. Todos tenemos bondad, amor, valor dentro de nosotros. Si en ocasiones nos vence el odio, el miedo, la ira y la mala sangre es porque, de manera consciente o inconsciente, las alimentamos. Hay que elegir qué parte de ti quieres potenciar, decidir cómo la alimentas y hacerlo sin descanso. Nadie dice que sea fácil apostar por el amor, pero es la única manera de llegar a ser libres de estas emociones que nos esclavizan. No quiero olvidarme nunca más. Porque sé que cuando me atrevo a vivir esta verdad, VIVO, y cuando la niego, entro en una senda que me lleva irremediablemente a la muerte en vida, pues mata lo mejor de mi hasta hacerme creer que no es cosa mía. Llegamos a creer que no es propio de nosotros aquello que más nos define: el amor.

Habrá quien piense que los que así vivimos somos ilusos. A la historia me remito: Llevamos miles de años intentando solucionar nuestros conflictos por la fuerza bruta. Y estamos donde estamos. Lo ilusorio es creer todavía que esa vía tiene posibilidades de éxito. Hay que probar otra. Hay que descubrir de una vez por todas de lo que es capaz el ser humano cuando saca lo mejor de sí.

Antoine y Alexis son una pequeña muestra de ello. En lugar de quejarse del mundo en el que van a vivir sus hijos, plantan las semillas que harán de él un más bello jardín.

¿Quién más se apunta?

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La autora, Marita Osés (1959), se presenta como es, con naturalidad, cercanía y sentimiento, factores necesarios en cualquier actividad humana, incluidas las empresas y la política.

«Estudiar la carrera de Derecho me sirvió para salir de mi burbuja, abrirme a la sociedad y entender cómo funcionaba. Estudiar idiomas me regaló momentos de disfrute indecible, me hizo traspasar maravillosas fronteras y me permitió ganarme la vida disfrutando de lo que hacía –traducir-durante casi 30 años. Formarme en coaching me ayudó a encontrar mi sitio en el mundo, después de que un cáncer de mama pusiera patas arriba mi vida entera y me regalara una segunda oportunidad preciosa. Como coach, acompaño a las personas a comprender su vida desde nuevas perspectivas, a descubrir sus recursos personales y a ponerse en marcha en la dirección que desean, liberadas de sus dependencias externas y de sus “programaciones” internas.

Estoy casada y tengo dos hijos y estas dos circunstancias me han enseñado más de la vida y de mi persona que todos los libros que hubiese podido leer durante los veintisiete años que ya dura nuestra historia. Aunque tengo que añadir que mis padres y mis cinco hermanos han sido mis primeros maestros, junto con un puñado de  personas excepcionales que me he ido encontrando por el camino.

Aunque me apuntaría a muchas causas «perdidas» de este mundo loco en el que vivimos, en este momento el cuerpo solo me da para dos: la reinserción de mujeres que están en situación penitenciaria o en riesgo de exclusión social, por un lado,  y el acompañamiento a personas en duelo».

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Noviembre 2015

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