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35 segundos para decidir

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[vc_row][vc_column][ad id=»26553″][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_btn title=»El 6 de febrero de 2009, tres semanas después del amerizaje, mi amigo Eduardo Romero, ex presidente de AGERS y gran experto en la gestión de siniestros complejos me mandó una fotografía que publiqué junto con un breve texto en este magazine – blog que por aquel entonces iniciaba su vuelo.» style=»custom» custom_background=»#dd1616″ custom_text=»#ffffff» size=»lg» align=»center» link=»url:http%3A%2F%2Fcommunityofinsurance.es%2Fblog%2F2009%2F02%2F06%2Faccidente-aereo-nueva-york%2F|||»][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]

Carlos Biurrun5
Carlos Biurrun, Fundador y socio de Community of Insurance

35 segundos pueden ser decisivos para el éxito o el fracaso. la determinación en la toma de decisiones es fundamental. A continuación la historia de 35 segundos que salvaron 155 personas hace 8 años.

El 15 de enero de 2009 un avión Airbus 320-214 de US Airways, en vuelo 1549 desde LaGuardia Airport a Charlotte, North Carolina, pilotado por el capitán Chesley Sullenberger y ayudado por el primer oficial Jeffrey Skiles, con 155 personas a bordo, tuvo que amerizar en el río Hudson como consecuencia de los daños producidos en sus motores por una bandada de aves.

El capitán llamado cariñosamente Sully entre sus colegas, tuvo que resolver en 35 segundos el dilema de dirigir el avión a las dos opciones que le ofreció el controlador aéreo, LaGuardia, de donde había salido y Teterboro Airport, ambas entrañaban riesgo de no llegar teniendo en cuenta que volaba sin la fuerza de sus motores con el consiguiente peligro para los pasajeros y para los ciudadanos de la zona que sobrevolaba, Nueva York, o bien, como decidió, amerizar en las frías aguas del río Hudson.

Se decidió por esta última y consiguió amerizar y salvar a todos los pasajeros gracias también a la perfecta actuación de toda la tripulación y a todos los medios de salvamento de la ciudad de Nueva York que tuvieron una participación ejemplar y fantásticamente coordinada.

Ayer disfruté de la película SULLY, protagonizada por Tom Hanks, como el capitán Sully, y acompañado por un creíble Aaron Eckhart en el papel del primer oficial Skiles.

Es una película que se deja ver, bien hecha, con buena interpretación, un guión más que aceptable que recoge muy bien todo lo que rodeó al accidente, la reacción de la opinión pública que consideró a la tripulación como auténticos héroes, el sindicato de pilotos en total apoyo de los pilotos y la comisión de investigación que tuvo que gestionar muchos intereses, desde los propios de la Agencia Federal de Aviación (Federal aviation Adminisration) hasta los de las Compañías aseguradoras y fabricantes del avión.

Observamos muy bien en la película las prioridades de unos y de otros, unos intentando encontrar al culpable que asuma la responsabilidad y otros demostrando cómo el factor humano, con capacidades y experiencia sobradas es capaz de tomar la decisión acertada en 35 segundos. El intento de llegar a los aeropuertos propuestos por los controladores hubiera supuesto una tragedia aérea para los pasajeros y con toda probabilidad para muchas personas de la ciudad de Nueva York.

¿Qué lecciones se pueden obtener de esta auténtica odisea?

En primer lugar, la personalidad del capitán, experimentado piloto, con una trayectoria profesional llena de pasión y dedicación, son muchos los detalles que se superponen de sus inicios vocacionales o de su etapa de piloto de guerra o de su dedicación a la investigación precisamente sobre seguridad aérea. Sully se nos presenta como una persona metódica, humilde, centrada en lo que hace, convencido de lo que hace, da seguridad en el entorno de la tripulación y actúa con determinación.

Nadie puede ser líder si no conoce y ama su profesión, además de hacerlo sin estridencias, la auctoritas es algo que se percibe a su alrededor.

En segundo lugar, es muy interesante observar la reacción del oficial de vuelo, Skiles, que no titubea en seguir la decisión del jefe y apoyarla también en la ejecución. Y por supuesto, de las auxiliares de vuelo que, sin dudar, y como si fuera algo normal, repiten hasta la saciedad a los pasajeros y con total seguridad y determinación que “se coloquen con la cabeza bajada para afrontar el impacto del amerizaje”.

Una total sintonía entre el líder y el equipo para ejecutar una decisión en la que están en juego muchas vidas humanas y no dudan de que están haciendo lo correcto.

Cuando el avión ha amerizado, la tripulación, con Sully a la cabeza, ponen en marcha la salida de los pasajeros del avión de la forma más ordenada posible, evitando que no cunda el pánico.

En tercer lugar, a resaltar la movilización de los equipos profesionales de rescate de la ciudad de Nueva York y de las tripulaciones de los ferries que inmediatamente acuden en su ayuda con máxima celeridad impidiendo que los pasajeros pudieran morir por hipotermia en las aguas del Hudson por hundimiento final del avión.

Las situaciones difíciles y complejas requieren máxima coordinación, determinación y celeridad.

El final de la película es previsible, todos se salvan gracias a una decisión tomada en 35 segundos, eligiendo la alternativa adecuada.

La experta de la Comisión de investigación tiene que reconocer que en el caso del Vuelo 1549 el factor humano del capitán Sullemberger fue decisivo para slavar la vida de 155 personas a lo que este le contesta:

“Se equivoca señora, no es el factor humano del capitán quien salvó las vidas, sino el del equipo”.

Una película muy recomendable para pasar un buen rato y también para sacar algunas enseñanzas para aplicarlas en nuestras empresas.

Es verdad que el factor humano marca la diferencia de unas a otras empresas, motivémoslo, respetémoslo, reconozcámoslo, creemos espacios donde el talento no piense en marchar. [/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]

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