Sobre la autora, Silvia Leal
Experta en Innovación, e-liderazgo y transformación digital. Es doctora en sociología y asesora de la Comisión Europea en el ámbito de las competencias digitales. Colabora con el IE Business School, el Human Age Instituto y medios de comunicación como RTVE, Agencia EFE y EL país. Está reconocida como una de las diez expertas más influyentes de España.
Pasan los días, las semanas, los meses, y me siguen llegando mensajes con la misma pregunta: ¿pero, por qué? ¿Por qué pasan los años y todo sigue igual? ¡Si ya somos todos conscientes de que hay que buscar una solución! Hombres y mujeres… ¿Por qué año tras año se sigue publicando la misma noticia? ¡Necesitamos más mujeres en el mundo de la tecnología!
Nos enfrentamos a unas cifras francamente inquietantes. En el caso concreto de la Unión Europea de cada 1.000 mujeres que se licencian en nuestros días, tan solo 29 apuestan por las nuevas tecnologías, estando el ratio masculino en 95 personas. De esta forma, del total de profesionales que componen la cantera inicial, tan solo un 23% son personas de este género.
El impacto de este fenómeno es brutal, siendo la explicación por la que, según la Comisión Europea, si alcanzásemos un 50% en el reparto del trabajo del mundo digital, el PIB crecería 9 mil millones de euros. ¿Lo has leído bien? ¡9 mil millones de euros! ¿Alguien piensa que nos podemos permitir una pérdida así?
Profundicemos un poco más sobre la famosa la brecha digital. Las estadísticas muestran que, al alcanzar los 30 años, tan solo el 20% de esas mujeres seguirá trabajando en el sector en el que decidió especializarse. Desde otro punto de vista: el 80% del 23% de las mujeres que apostaron por una carrera en este ámbito la habrá abandonado ya. Por si fuera poco, si las reglas del juego no cambian, durante los años posteriores se producirá una nueva fuga de talento que llevará a que a los 45 años tan solo el 9% de ellas siga apostando por él.
¿El resultado de todo ello? La despoblación femenina en este sector se ha convertido en uno de los principales generadores de la creciente «brecha digital» global que tanto preocupa a los gobiernos. Y retomo así la pregunta: ¿por qué? A continuación, mi visión del problema:
Es algo sabido por todos, tenemos un serio problema de estereotipos sociales y culturales. Son muchos los que siempre han pensado (y pensarán) que la tecnología no es para las mujeres, que es cosa de hombres.
Por si fuera poco, ellas mismas, en demasiadas ocasiones, han pensado que estaban menos preparadas que sus compañeros para utilizarlas y que su autoeficacia tecnológica era considerablemente más baja, a pesar de no existir una base real que lo justificara.
También nos enfrentamos a una creencia generalizada, un mito, que dice que esta profesión es cosa de hombres. A las mujeres nos gusta relacionarnos con los demás y la idea de sentarnos frente a un ordenador a que pasen las horas no parece resultar muy “sexy”.
Por otro lado, encontramos que las mujeres con «carga familiar» (lo pongo conscientemente entre comillas…), o aquellas que aspiran a tenerla, piensan que un trabajo así no es compatible con la conciliación (largas jornadas diarias, nocturnidad…), problema cuya solución requiere de un balance doméstico muy consolidado y, en muchas ocasiones, apoyo externo que no siempre es posible tener…
Sin embargo, ¿piensas que si hiciéramos las mismas reflexiones sobre la profesión médica o periodística llegaríamos a la misma conclusión? ¿Crees que a aquellas mujeres que apuestan por la medicina, por poner un ejemplo, les entran las dudas al pensar en las largas guardias que tendrán que hacer cuando sea su turno?
Demos un paso más allá, ¿y en el caso de las que apuestan por el periodismo? ¿No se juegan muchas de ellas la vida cada día? ¿Y se lo piensan dos veces? Muchas de ellas lo harán, por supuesto, pero cuando hay vocación la decisión final está casi siempre tomada desde el principio.
Entonces, ¿qué le pasa a la tecnología? La respuesta es muy sencilla: tenemos un difícil problema de estereotipos y falsas creencias (sociales, culturales, naturaleza de la profesión…) que hace que, desde niñas, las mujeres no sientan atracción por este trabajo.
¿A dónde quiero llegar con todo esto? Son muchas las campañas de marketing y los medios de comunicación que han contribuido a la generación de estereotipos y falsas creencias que hoy frenan la entrada en este sector a las mujeres. No podemos dejarnos arrastrar más por ellas. Hagamos una hoguera con todas estas falsas creencias…