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Gestión Humanista. Utopía y realismo…

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[vc_row][vc_column][vc_separator color=»custom» border_width=»2″ accent_color=»#dd3333″][ad id=»33664″][vc_separator color=»custom» border_width=»2″ accent_color=»#dd3333″][vc_column_text]Logotipo Community Of InsuranceNota editorial

¿Está reñida la gestión humanista con la generación de beneficios?

¿Cuál es el equilibrio entre relaciones humanas en la empresa y la maximización de los beneficios?

¿Son compatibles humanismo y empresa?

Ciertamente la gran crisis que hemos padecido durante casi 10 años ha impactado en muchos aspectos, a nivel individual, empresarial y social. También ha tocado los cimientos de la teoría económica, la geopolítica y la forma de posicionarse ante los grandes retos a los que se enfrenta la humanidad.

Uno de ellos todo lo que representa la transformación digital y su repercusión en la economía empresarial y en la forma de gestionar las relaciones humanas en las empresas.

Por eso, hace una semanas, en conversación con varios dirigentes empresariales y académicos nos preguntábamos si sería conveniente preguntarnos cuál es la razón de ser de la empresa y si cabe dirigirla bajo criterios humanistas o lo que es lo mismo, bajo principios éticos y respeto a valores que parecería haberse perdido.

Nuestra pregunta ha sido aceptada por varias personas que, desde su experiencia personal, compartirán su visión sobre «Gestión humanista, liderazgo de personas.

A lo largo de las próximas semanas publicaremos aquí varios artículos que, esperamos, aviven el debate y ayuden a determinar si la famosa frase tan repetida – «lo más importante de la empresa son las personas que la componen» – es realidad o cinismo de quienes la pronuncian.

El artículo de Guillermo Dorronsoro que publicamos y abre esta serie entra de lleno en materia y plantea cuestiones que dan en la diana de la realidad, señalando que nos es fácil el dilema entre la posición de Friedman sobre la misión de la empresa y otras visiones posibles.[/vc_column_text][vc_separator color=»custom» border_width=»2″ accent_color=»#dd3333″][vc_column_text][quote font_size=»16″ font_style=»italic» bgcolor=»#b8aaaa» color=»#ffffff» bcolor=»#» arrow=»yes»]»Me preocupa impulsar la gestión humanista en la empresa, y he conocido a grandes empresarios y gestores a los que ha ido muy bien cuidando a las personas. Creo en ello mucho, más que en las ideas de Friedman. Me implico en cada iniciativa que conozco que trata de poner a las personas en el centro de la gestión. Pero tenemos que hacer las cosas mucho mejor si queremos que estos principios vayan calando en las Escuelas de Negocio y en las empresas, y que las prácticas de gestión incorporen de manera mucho más nítida estos principios.» [/quote][/vc_column_text][vc_separator color=»custom» border_width=»2″ accent_color=»#dd3333″][vc_column_text]

Guillermo Dorronsoro,Decano de Deusto Business School, Miembro del Consejo Asesor de MET. Mujer, Empresa, TecnologíaGuillermo Dorronsoro

Milton Friedman, Nobel de Economía en 1976, escribió un famoso artículo en el New York Times en 1970, en la que defendió que la única responsabilidad de la empresa consistía en incrementar su beneficio y la retribución a los accionistas. Y que, por lo tanto, cualquier otra prioridad en la gestión estaba profundamente equivocada, y distraía a los gestores de la empresa de su fin último.

Es un principio simple, que además se traduce en números también muy fáciles de entender por todos: el beneficio se calcula sumando ingresos y restando gastos, matemáticas elementales, incontestables. El Plan General Contable explica al milímetro cómo calcular cada concepto de ingreso y de gasto. Y si tienes dudas va un auditor certificado y te las resuelve. Es un lenguaje universal.

Son conceptos muy poderosos, precisamente por su simplicidad ¿Qué tiene que preocupar a un buen gestor? Maximizar ingresos y minimizar gastos. Muy fácil de explicar y de entender. Y además refleja una verdad incontestable: si una empresa no genera beneficios, acaba por morir. Es una condición necesaria de supervivencia…

En los últimos años, especialmente después de la gran crisis global, se han generado varias corrientes de pensamiento económico que tratan de complementar o sustituir esta idea con otras que midan el impacto de la actividad de la empresa desde una perspectiva más amplia, más centrada en las necesidades de las personas y la sociedad.

Son muy diversas… Desde metodologías de cálculo el impacto social de las empresas, o del grado de cumplimiento de los criterios ESG (Environment, Sustainability and Governance) hasta introducir el concepto de la triple cuenta de resultados (la de toda la vida, la ambiental y la social…), el “shared value” de Michael Porter, la matriz que propone la economía del bien común, etc, etc…

Surgen estudios, de académicos y consultorías, que demuestran que, si haces estas cosas, las empresas van mejor y hasta acaban ganando más dinero por más tiempo. Que la gestión humanista y preocuparse por las personas y la sociedad sale a cuenta.

Pero no acaban de calar en las empresas, en parte porque están muy fragmentadas, y no es fácil aclararse. En parte también porque carecen de la potencia y de la simplicidad de la idea de Friedman y del soporte normativo del Plan General Contable. Son modelos que adolecen de una fuerte carga subjetiva: aplicando la misma metodología, diferentes profesionales puede sacar un número diferente…

Los líderes de las grandes empresas dicen que están muy de acuerdo con estas ideas y procuran recibir premios y certificaciones a la gestión sostenible y humanista. Desde la Responsabilidad Social Corporativa (RSC), hasta la adhesión a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Aunque no es evidente que estas ideas sean, hoy por hoy, la columna vertebral de su gestión. El EBITDA, el CAPEX siguen pesando más en el día a día…

Parecido las Escuelas de Negocio. Todas hablan de estas cosas y diseñan asignaturas  del estilo “Gestión Humanista”, “Ética y Valores” y “Nuevas Economías”. Pero las asignaturas troncales siguen siendo las de siempre, y en última instancia se miden por rankings que miden el salario de los alumnos egresados, que es lo que realmente funciona. Porque medir la ética, no es sencillo…

En fin, tiempos revueltos. Estando así las cosas, me pide Community of Insurance que escriba de gestión y humanismo, algo de lo que ya he escrito bastante (me asalta la idea de que si sigo escribiendo de estas cosas, en la empresa me tacharán de la lista de gestores razonables, y en la academia me sumarán en la lista de posibles profesores para las nuevas “tres Marías”).

Podría escribir un post proponiendo que la responsabilidad de la empresa consista en dar más sentido a la vida de las personas que se relacionan con ella, da igual si se trata de empleados, proveedores, clientes, accionistas… En conseguir que su existencia sea más plena, más ética, más humana, con más valores… Y hacerlo además de manera sostenible.

Además podría citar varios estudios que demuestran que esto funciona, que los hay, y que los tengo leídos y anotados. Algunos pensarían, qué chico más majo, qué humanista y qué buen rollo.

Pero los que os dedicáis a esto de la gestión pensaríais: “Está muy bien, pero intenta ahora pasar eso a limpio en números que podamos medir y en decisiones que podamos explicar, cuando probablemente ni siquiera nos pondríamos de acuerdo en los conceptos ¿en qué consiste una vida más plena, más humana? ¿cuando hablamos de valores, a qué nos referimos exactamente?”

Estas disquisiciones están bien para los filósofos, o para escribirlas en un post o dar una clase, pero no se pueden aplicar en el día a día… En la práctica, lo que se puede hacer es gestionar por el viejo método de la cuenta de resultados. Y luego, en la medida que haya hueco, procurar ser buena persona y cuidar en lo posible a las personas que te vas encontrando. Pero en caso de duda, aplicar Friedman, que es lo único que los accionistas y mercados van a entender y recompensar.

Así que he decidido escribir un post que empieza por explicar las cosas como las veo, nada fáciles…

Me preocupa impulsar la gestión humanista en la empresa, y he conocido a grandes empresarios y gestores a los que ha ido muy bien cuidando a las personas. Creo en ello mucho, más que en las ideas de Friedman. Me implico en cada iniciativa que conozco que trata de poner a las personas en el centro de la gestión.

Pero tenemos que hacer las cosas mucho mejor si queremos que estos principios vayan calando en las Escuelas de Negocio y en las empresas, y que las prácticas de gestión incorporen de manera mucho más nítida estos principios.

No lo estamos haciendo bien y quizá, el primer paso para mejorar, es reconocerlo, y entender la magnitud del reto que tenemos por delante… Necesitamos utopía, pero también pragmatismo…

Acabo con un ejemplo sencillo. El año pasado formé parte del tribunal de una tesis que demostraba que la calidad ética de las decisiones de ejecutivos y consejos de dirección, mejoraba sensiblemente si, antes de tomarlas, el gestor recibía información experta las dimensiones y consecuencias morales de la misma (y no solo sobre el impacto en la cuenta de resultados, como suele ser habitual) ¿En cuántas empresas existe esta práctica…?[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]

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