Mejorar la cultura aseguradora en un mundo tan volátil e impredecible, es más necesario que nunca. Nuestra supervivencia va a depender de cuanto y cómo sepamos predecir y gestionar todos los riesgos y retos a los que nos tendremos que enfrentar.
María Ameijeiras, directora general de AyF Correduría. Tuit
El sector asegurador se enfrenta a importantes desafíos entre los que se encuentra el envejecimiento de su fuerza laboral. Según el informe de Unespa de 2019, El seguro y sus trabajadores “el trabajador medio de seguros tiene una edad de 44,7 años”. El sector asegurador, de hecho, tiene una edad media más elevada que el resto de los sectores económicos. Es primordial, por lo tanto, atraer talento para abordar todos los retos que supone el transformar un sector, que tiene que dar respuestas, a una sociedad que evoluciona cada día a más velocidad. El sector asegurador no es una excepción en esa necesidad de transformación digital, demanda y demandará cada vez más, la incorporación de profesionales con formaciones y capacidades diferentes (matemáticas, estadística, análisis de datos, big data, marketing digital, etc.) a las requeridas hasta ahora por el modelo tradicional (actuarios, economistas, abogados etc.)
Pero ¿qué está provocando que la media de edad del sector sea tan elevada?
El seguro no es un sector que goce de una imagen social atractiva. No la tiene para la sociedad en general y en particular para los jóvenes. Según el informe sobre Employer Branding del sector seguros en España, el 57% de los encuestados piensa que los trabajos que se desarrollan en seguros son repetitivos y poco variados y el 50% cree que las personas que trabajan en seguros lo hacen porque no han encontrado otra cosa. Por otro lado, la deficiente cultura aseguradora unida entre otras cosas, a la errónea estrategia de comunicación, hace que se tenga una percepción del sector como un sector poco confiable, poco transparente, anticuado, complejo y poco innovador.
¿Cómo revertir esta situación?
Como sociedad nos tenemos que plantear que una industria que es tan importante para su sostenibilidad (aconsejo el vídeo Un mundo sin seguros Fundación Mapfre), que genera tantos beneficios sociales y económicos, directos e indirectos, debe estar más presente en la educación de las personas. Mejorar la cultura aseguradora en un mundo tan volátil e impredecible, es más necesario que nunca. Nuestra supervivencia va a depender de cuanto y cómo sepamos predecir y gestionar todos los riesgos y retos a los que nos tendremos que enfrentar.
Se debe actuar desde diferentes ángulos porque la necesidad de talento transformador se acelera y hay formas complementarias de afrontarlo.
Educación.
Estar cerca de los centros educativos y las universidades, colaborar con ellos. Trabajar por conseguir implementar contenidos de cultura aseguradora en los planes de estudios de primaria, secundaria, en las carreras. Que existan especializaciones y/o postgrados en gestión de riesgos y seguros. Ciclos formativos específicos, extendiendo lo que ya ocurre con la FP dual en la comunidad de Madrid, Valencia y Cataluña al resto del territorio, en dónde el planteamiento además es de formación dual estudiando y trabajando a la vez.
Comunicación externa.
Trabajar en el terreno de la comunicación, aspecto que siempre fue una debilidad en nuestra industria. Intentar corregir la percepción que tiene la sociedad en general y los jóvenes en particular de la industria aseguradora. Que los mensajes emitidos trasladen de una manera atractiva la realidad de lo que esta industria aporta, porque los jóvenes no son conscientes de todo lo bueno que el sector asegurador puede hacer por ellos y por la sociedad, social, económica y profesionalmente.
Insurtech
La transformación del sector asegurador lleva años produciéndose, aunque desde fuera pueda parecer que no avanza ni se transforma porque la esencia del producto es la misma desde sus inicios. Hoy, la necesidad de talento transformador se acelera y en la industria hay formas complementarias de afrontarlo:
En los últimos años, se ha venido acelerando y apareciendo nuevos modelos de negocio, más ágiles, que nacen con nuevos “esquemas mentales” y nuevos códigos de funcionamiento. Surgen en un entorno digital y su objetivo es dar soluciones 100% digitales.
Suelen presentarse a través de insurtechs (startups del sector asegurador) con una pata tecnológica potente, aunque carentes del conocimiento y experiencia de los modelos tradicionales. Muchas han tenido un corto recorrido, otras se mantienen y desarrollan, y es que hay un ecosistema enorme a nivel mundial trabajando en lograr el éxito de estos nuevos modelos. Las compañías tradicionales tanto de aseguradoras como de mediadores deben trabajar en colaborar e integrar esta innovación en sus operativas, ya sea a través de adquisiciones o de colaboraciones.
Formación y comunicación interna. Lo más importante dentro de una organización es su fuerza laboral. A los trabajadores hay que darles la formación y la información necesarias para que puedan afrontar con solvencia nuevas herramientas de trabajo. Si las personas que trabajan en las organizaciones no conocen el porqué se hacen las cosas, el fracaso de los procesos de cambio está asegurado. Es frustrante y desmotivador cambiar hábitos sin la certeza de los beneficios que estos van a tener y sin la tranquilidad de que no son una amenaza. Los cambios, incluidos la integración de talento joven y el beneficio de los equipos diversos, deben explicarse con un alto grado de pedagogía, carente muchas veces en las organizaciones. La educación, la formación, la humanización de los procesos tiene que seguir ganando la carrera a la tecnología.
Las tecnologías pueden lograr impactos relevantes, pero necesitamos el ingenio, la conciencia y el sentido de responsabilidad de las personas para permitir encauzar la digitalización hacia la transformación a un mundo mejor.