- Los menores de 18 años españoles pasan una media de cuatro horas al día delante de las pantallas, según un estudio de Qustodio
Las redes sociales son un canal de comunicación que conecta a millones de personas en todo el mundo, especialmente a las nuevas generaciones. Sin embargo, el impacto que tienen en las relaciones interpersonales y el ritmo de vida de los jóvenes genera cierto debate en la sociedad debido a los efectos tanto positivos como negativos que pueden generar.
Según el estudio ‘Nacer en la era digital: La generación de la IA’, elaborado por Qustodio, los menores de 18 años españoles pasan una media de cuatro horas al día delante de las pantallas. De esas cuatro, casi una hora (59 minutos) la dedican exclusivamente a las redes sociales.
“Las redes sociales fortalecen la sensación de pertenencia y comunidad al ofrecer la posibilidad de conectarse con personas en cualquier lugar y mantenerse informados sobre temas de interés. No obstante, también pueden provocar comparaciones poco realistas o desajustes horarios, lo cual termina por afectar a actividades tan importantes como el estudio o el descanso”, explica Delia García Moratilla, psicóloga de Blua de Sanitas.
A este respecto, María González de Gracias, neuróloga de Sanitas Hospitales,, añade que “las consecuencias negativas de las redes sociales impactan sobremanera en el cerebro de los jóvenes, especialmente en áreas relacionadas con la atención, la memoria y la regulación emocional. El aumento de impulsividad /disminución del control del comportamiento y la dificultad para toma de decisiones acertadas, así como también el riesgo de aislamiento, desinterés por otros temas y sedentarismo.
Por ejemplo, el uso excesivo reduce la capacidad de concentración al fomentar la multitarea constante, perjudicando así al rendimiento académico”.
“Por otra parte, la exposición prolongada a contenido estresante o comparaciones sociales puede estimular de forma excesiva el sistema límbico, aumentando los niveles de ansiedad y depresión. Además, se ha observado una alteración en los ciclos de sueño, puesto que la luz azul de las pantallas inhibe la producción de melatonina, lo que afecta el descanso necesario para el desarrollo cerebral adecuado”, concluye la doctora.
Ante esta situación, para contrarrestar estos efectos adversos, los expertos de Sanitas recomiendan las siguientes medidas:
- Establecer horarios para desconectar del entorno digital: es recomendable fijar franjas horarias sin acceso a redes sociales, por ejemplo, durante las comidas o antes de dormir, para disminuir la dependencia y mejorar la calidad tanto de las interacciones familiares como del descanso nocturno.
- Usar herramientas de monitoreo de tiempo: actualmente existen aplicaciones que ayudan a los usuarios a identificar patrones de uso excesivo y establecer límites diarios. Todo ello con el fin de contribuir a mantener un equilibrio saludable entre las actividades digitales y las presenciales.
- Crear zonas libres de tecnología en casa: designar espacios como dormitorios o salones donde no se utilicen dispositivos es realmente interesante porque fomenta un ambiente más propicio para la comunicación cara a cara y evita distracciones constantes.
- Desactivar notificaciones innecesarias: mitigar las interrupciones constantes provenientes de aplicaciones permite concentrarse mejor en tareas importantes y disminuye la ansiedad por la necesidad de responder inmediatamente.
- Advertir sobre los riesgos del ciberacoso: conocer las consecuencias de compartir información privada en línea y cómo manejar situaciones de acoso virtual es altamente sugerible para proteger tanto la salud emocional como la seguridad digital.
Por último, la psicóloga de Blua de Sanitas aconseja buscar ayuda profesional en caso de detectar signos de adicción a las redes sociales en los jóvenes: “es crucial intervenir temprano para prevenir consecuencias graves como aislamiento social, bajo rendimiento escolar o baja autoestima, así como trastornos de sueño, ansiedad o depresión o, incluso, el agravamiento de otras patologías graves previas como trastornos de la conducta alimentaria. En este sentido, si un joven pasa la mayor parte del día conectado, descuida sus obligaciones o muestra irritabilidad al no acceder a las plataformas, son claros indicios de dependencia. En este punto, un especialista, ya sea de manera presencial o a través de videoconsulta, ayudará a establecer límites y estrategias personalizadas para recuperar hábitos.”