Escribe: Javier López Isla
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Querido Carlos: Gracias a tu amable y paciente permisividad he podido ir desgranando en tu blog los numerosos recursos que la fotografía permite.
Siempre he tenido predilección por señalar caminos a los aficionados a la fotografía.
Desde este rincón de fotografía divertida, hemos ido mostrando numerosas posibilidades. Hemos propuesto tipologías de lo más variado, ventanas, aldabas, puertas, capiteles, vidrieras, blasones, animales diversos, mariposas, flores, fuentes, cascadas, chimeneas y un largo etc, en el que destacan mis preferidas, las florecillas de montaña.
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Pero en esa interesante labor siempre se aprende algo y esta vez han sido otros los que me han señalado a mí el camino.
Descubrí, que una de mis hijas busca y fotografía las gárgolas. Si los alumnos no superasen a sus maestros, todavía seguiríamos en la edad de piedra. Desde que practico la caza de la gárgola, veo con más atención las viejas catedrales y edificios y saco mucho más jugo a mis visitas. Cuando se van añadiendo incentivos «cinegéticos”, las cosas se ven con otros ojos. Estás deseando descubrir por ejemplo, un “grifo”, un ser mitológico con cuerpo mezcla de león y cabeza de águila, o simplemente vas coleccionando los innumerables seres fantásticos y a menudo grotescos que la desbordada imaginación de los canteros ha colgado en las paredes.
Las gárgolas no son sino los desagües de los tejados, que canalizados permiten sacar el agua a la calle. La voz “gárgola”, parece tener un origen claramente onomatopéyico y deriva del latín “gargula”, hacer gárgaras o emitir sonidos guturales y confusos, una voz heredada de los griegos. Efectivamente, el flujo turbulento del agua en la gárgola, nos recuerda los gargarismos. También la voz “garganta” puede tener el mismo origen. Los romanos, además tenían otra voz para designar la garganta, que no viene del griego, gurges-gurgitis, de donde deriva regurgitar por ejemplo, o algunas otras como gorguera, gorgorito o gorjear.
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Fotografiar las gárgolas no es tarea fácil. Por desgracia están situadas a gran altura y necesitamos una cámara que tenga mucho zoom. Y para manejar el zoom a esa distancia hace falta tener buen pulso…o un buen trípode, porque si no, van a salirnos movidas.
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Otra de las propiedades atribuidas a estas figuras dantescas es precisamente la de genios protectores del mal, influjos apotropaicos, que ahuyentan los malos espíritus.
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Bueno, suelen ser figuras grotescas como de monstruos mitológicos que por ahuyentar yo creo que ahuyentan no solo a los malos espíritus, sino también a los buenos. Dan miedo.
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Los canteros volcaron en ellos lo más granado de su retorcida imaginación y desde las alturas, cerca de los tejados, se encargan de asustarnos un poco. entre los animales, los hay reconocibles, como los perros de feroces fauces, por cuyas bocas en vez de ladridos surgen los borbotones del aliviadero de los caños.
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También los leones aparecen con sus melenas bien marcadas en la piedra. Algunos, hemos visto que se protegen de las palomas, unos seres aparentemente inofensivos pero que de no poner remedio, terminan por destrozar las piedras más solemnes. Ellas no se asustan.
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Hay una figura mítica que ya hemos comentado que suele aparecer, me refiero al “grifo”, un ser mitológico muy antiguo que con cuerpo de león y cabeza de águila se colocaba en el fin de las cañerías de las fuentes y que terminó dando nombre al artilugio que conocemos Hasta el siglo XVIII en España y todavía hoy en algunos lugares de Hispanoamérica, Argentina por ejemplo, se le llamó “canilla”. La fuente más antigua y célebre de Portugalete lleva ese nombre.
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La variedad en las gárgolas se puede manifestar en muchos detalles. Los cuernos por ejemplo, retorcidos de carnero o enhiestos como el mítico unicornio.
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Unas veces las encontramos muy esbeltas y alargadas y otras cortas y recogidas y por cierto que la calidad artística es muy variada, unas veces son pragmáticas y escuetas y otras dejan volar libre la imaginación, con culebra incluida.
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Como ves, amigo Carlos, todo un mundo que se ofrece al objetivo de nuestras cámaras esperando ser inmortalizado. Los viajes y visitas cobran mayor relevancia si al volver traemos prendidos en nuestra tarjeta gráfica estos testimonios de un pasado medieval.
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Sirva pues este modesto artículo, como recordatorio de esos seres fabulosos que desde las alturas velan por la conservación de nuestras catedrales y edificios solemnes y que están esperándonos al alcance del zoom de nuestras cámaras, para viajar con nosotros hasta el disco duro de nuestro ordenador.
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Espero amigo Carlos, que hayas disfrutado con esta nueva posibilidad que te brindo de descubrir, captar y almacenar las imágenes de estos seres fabulosos y me despido, como siempre, esperando regresar pronto y dedicándote el mejor de mis abrazos.
Tu amigo de siempre
Javier