Crónica de Enrique González, miembro de Community of Insurance.
El fraude, como una expresión más de la ruindad moral de los amigos de lo ajeno, es una faceta más popular de la corrupción. Lo de popular lo afirmo en el sentido de que, para el fraude, no es necesario pasar el filtro de unas elecciones o de estar situado en un cargo público un cargo público; basta solo con tener o propiciar la ocasión y cometer la vulgaridad de ejecutarlo.
Como ya escribía hace poco más de un mes, es un síntoma claro de que eso que en el sector publico se llama corrupción, va ocupando poco a poco todas las capas de la sociedad civil española; y en algunos ambientes el fraude en seguros, incluso se considera un ejercicio justificado por ser la victima el sector financiero.
En 2015, las estafas al seguro en España han costado 550 millones de euros y las fuentes de ICEA estiman que podrían haberse dado 306.000 intentos de fraude el año pasado.
Este escandaloso montón de intentos de fraude, es el resultado de siniestros simulados, inducidos, o inventados; estos los realizan un tipo de fraude, cuasi profesional. Otros son realizados por personas aparentemente normales, que con ocasión de un siniestro realmente fortuito, descubren o les indican, una posibilidad de lucro adicional y aprovechan la ocasión para lanzarse al ejercicio del fraude, engordando las reclamaciones exagerando las consecuencias del siniestro. No debemos olvidar además, que el fraude también se da en el momento de la suscripción, que además, en ese momento es cuando se da es el más refinado de todos los fraudes, y salvo los burdos que también los hay, es luego el más difícil de eludir, pues la rueda de molino ya esta tragada, digerida y defecada, siendo imposible volver contra nuestros propios actos.
En España se declararon el año pasado 51,7 millones de siniestros, lo que supone que el 0,59% de los siniestros fueron intentos de fraude. Parece poco, pero no debe olvidarse que nos estamos refiriendo a intentos; pero que hay con seguridad una masa importante de siniestros que siendo fraudes, no fueron descubiertos, y por ello no están incluidos en las cifras que comentamos.
El grupo de 36 entidades de seguros que han participado en la muestra de esta estadística de fraude; representan el 53% de la cuota de mercado; estima que el 1,22% de las declaraciones de siniestros que reciben son fraude. Esto significa que el fraude real descubierto posiblemente es bastante mayor, y el que ni se ha considerado fraude, pero lo es realmente, puede más que duplicar lo que uno puede pensar. El 47% de la cifra de negocio restante y el cuantioso volumen de entidades de seguros de pequeña dimensión que lo gestiona, tiene menos recursos para dedicar muchos esfuerzos a la detección de fraude.
Bueno, no se asusten Vds.; los clientes de seguros, y de las victimas de nuestros clientes, que también las hay de todos los pelajes; son como los políticos, normalmente personas honradas en la gran mayoría de los casos. Ser cliente o victima de seguros, como en el caso de ser político, no es sinónimo de corrupto defraudador.
En la clasificación de la afición al fraude por ramos y cuantías los puestos reñidos, el seguro de Automóviles es líder absoluto en volumen de importes, con el 53%; se dice pronto, más de la mitad de las cuantías reclamadas en este ramo son alguna forma de fraude; la mayor parte de ellas por reclamaciones de RC por daños personales.
El seguro de Hogar, es el segundo clasificado, con un 20% de fraude, y el seguro de Vida con el 0,86% de fraude, se lleva la palma de oro en lo que a cuantías corresponde, con el 6,21% del total del importe de la factura del fraude 2015 que obtiene la nada despreciable cifra de 34 millones de euros.
La eficiencia que tienen las medidas de las entidades para combatir el fraude, es importante, ICEA manifiesta que por cada euro invertido en investigación de fraudes, se obtiene una tasa de retorno de 32,90 €.
La geografía también da su propio mapa de fraude, pero cambia en materia de clasificación y liderazgo de año en año, NO es demasiado significativo por ello, aun cuando sean unas comunidades más persistentes que otras en los puestos de cabeza.
Si van en aumento las tramas organizadas, y ya empiezan a funcionar los fraudes de cuantías menores de 500 € por la vía de de las redes sociales; esto no ha hecho más que empezar. Es un universo nuevo ilimitado y lleno de posibilidades, que va siendo dominado por lo que ya se denomina cibercrimen.
La novedad del fraude desde las redes sociales actual, traerá de cabeza al sector seguros en los próximos años, pues el medio permite las cuantías de siniestros lo suficientemente banales para que nadie se ocupe de ellas de forma preventiva; cuando se atisbe y se descubra el fraude, no será fácil, ni barato dar con el responsable; muy probablemente solo se llegue a la conclusión de que es sencillamente fraude, sin responsable identificado.
La detección del fraude pasa por una adecuada formación al personal de siniestros, a los intermediarios y a los profesionales que intervienen en los siniestros, inspeccionando, verificando las causas y valorando los daños materiales, y/o personales, así como las responsabilidades derivadas del siniestro y de las anteriores al siniestro de las que deviene este. Además, debemos de disponer de las, herramientas que permitan el tratamiento masivo de datos; la delincuencia se sofistica y tecnifica. Si los aseguradores no les ganan la mano tecnológica al fraude, no podrán ganar la guerra del fraude y lo pagaremos de nuestro bolsillo todos los clientes honrados, por devoción, afición o miedo, mientras los defraudadores se lo llevan crudo como los políticos golfos, pero sin pena de telediario.
En mi opinión, que el sector asegurador lleve, de la mano de ICEA, la friolera de XXII años premiando a los luchadores contra el fraude, empleados, intermediarios, y peritos, es un gran acierto, un incentivo para todos, es de los aciertos importantes, que dan prestigio a todas y cada una de las personas físicas y jurídicas que intervienen en el mundo asegurador, desde la suscripción y hasta la liquidación y pago del siniestro.
Por ello, considero que los premios al merito profesional en esta lucha del sector contra el fraude es el que más reconocimiento merece. Un tramitador de siniestros preparado y comprometido des fundamental, para percibir irregularidades; el perito verificador y tasador, es imprescindible para determinar las causas y antecedentes que por acción u omisión determinaron y precipitaron el siniestro, situaciones que pueden ser solo descuido y dejadez, o ser fraude. Es un matiz difícil en demasiadas ocasiones y fácil de pasar por alto si uno no desea poner se en riesgo de romperse la cabeza.
Es este el matiz que me lleva a resaltar el Premio al Mérito al Mejor Perito a D. Julio Bravo, del gabinete pericial de Fopertek, por su intervención en un siniestro de AXA.