[vc_row][vc_column][vc_separator border_width=»4″][ad id=»29272″][vc_separator border_width=»4″][vc_single_image image=»29695″ img_size=»950×700″ alignment=»center»][vc_separator border_width=»4″][vc_column_text]Sobre la autora
Rocío Molina. Socia fundadora de Inneva Pharma
Doctora en Químicas, centra su carrera en los campos de la formación y la salud. Inneva Pharma es su apuesta por aportar soluciones tecnológicas para transmitir conocimientos científicos.[/vc_column_text][vc_separator border_width=»4″][vc_column_text][quote font_size=»18″ font_style=»italic» bgcolor=»#d93d3d» color=»#ffffff» bcolor=»#»]»Aunque suene a película de ciencia ficción, hace ya 60 años que se acuñó el término “inteligencia artificial” (IA).»[/quote]
La presencia de la inteligencia artificial en todos los ámbitos de nuestra vida está cambiando el curso de los acontecimientos a pasos agigantados. Aunque suene a película de ciencia ficción, hace ya 60 años que se acuñó el término “inteligencia artificial” (IA). Y su uso hoy está tan extendido en software y en aplicaciones de uso común que la sociedad ha dejado de percibirla como IA. Es lo que Douglas Hofstadter resumió en la frase: “La inteligencia artificial es cualquier cosa que no se ha hecho todavía”.
Ya no nos sorprende que un dron vuele solo, que se enciendan las luces de un edificio a nuestro paso, o que un bot nos reserve un hotel. Y el ámbito de la salud no queda al margen de las técnicas y algoritmos que permiten a un sistema informático “resolver problemas” por su cuenta. De hecho, muchos aseguran que la IA y la genética moderna determinan los grandes avances de la ciencia médica en esta era.
A pesar de que la Medicina no es una ciencia exacta, es posible programar sistemas expertos en las áreas en las que hay un consenso general en el diagnóstico, protocolos de actuación y toma de decisiones. El elemento fundamental para la inteligencia artificial –o dicho más llanamente, para que el ordenador “aprenda”- es la acumulación de gran cantidad de datos, y el sector sanitario es uno de los que más datos genera, facilitando la medicina basada en algoritmos.
A todos nos han impresionado las noticias del sistema de IA de Google que obtiene diagnósticos a partir de la interpretación de imágenes de escáner, con más precisión en varias enfermedades que algunos especialistas. Sin dejar Google, el análisis de gran cantidad de datos (big data), como las búsquedas en internet y la geolocalización, pueden detectar la propagación de un virus y anticipar las campañas preventivas o la distribución de fármacos.
El panorama de las innovaciones tecnológicas en la salud es tan amplio y variado como el sector, y no siempre procede de Silicon Valley. Hace unos días se daba noticia de una intervención quirúrgica pionera en España con ayuda de la inteligencia artificial y la realidad virtual, en el hospital Infanta Luisa de Sevilla. Se realizó una corrección ósea en la pierna a un nadador de élite, con una precisión milimétrica que la cirugía tradicional no podía asegurar.
Otro ejemplo de IA son los bots, software diseñado para realizar tareas sin ayuda humana, como recoger y ofrecer información. El tipo más conocido es el chatbot, robot que simula una conversación humana, cada vez más habitual en el ámbito de la atención al cliente, y claro está, en la atención a pacientes y la gestión sanitaria. Un bot puede atender la petición de un enfermo, basándose en preguntas y en datos acumulados, y adoptar una decisión sobre el especialista que requiere, cribando las urgencias y adjudicando citas. Cada vez tenemos más noticias de robots que ayudan directamente a personas, que interactúan con niños autistas o recuerdan la medicación a pacientes con Alzheimer.
Los wearables (tecnología ponible) también están avanzando en el campo de la medicina preventiva. Con pulseras inteligentes dotadas de sensores para medir constantes (temperatura, pulso, oxígeno o estrés), se monitoriza a pacientes en riesgo de contagio, o se controla a distancia la actividad física de niños con obesidad.
Es una de las vertientes de la telemedicina, que facilita también el diagnóstico remoto, el tratamiento ambulatorio o la consulta online, para la que se han abierto diferentes modelos de plataformas en internet, con presencia más o menos directa de un profesional al otro lado. Más comunes son las aplicaciones para dispositivos móviles, tanto las que ayudan a pacientes en el manejo de su enfermedad como las dirigidas a los profesionales.
[quote font_size=»18″ font_style=»italic» bgcolor=»#d93d3d» color=»#ffffff» bcolor=»#»]»He experimentado, con proyectos realizados en Inneva Pharma, lo gratificante que resulta facilitar la práctica diaria de los médicos con aplicaciones sencillas».[/quote]
Por mi experiencia en la innovación en el sector socio-sanitario, sé bien que los cambios vertiginosos producen recelos, como los relacionados con la sensibilidad de los datos sanitarios o la calidad de la relación médico-paciente. Pero también he experimentado, con proyectos realizados en Inneva Pharma, lo gratificante que resulta facilitar la práctica diaria de los médicos con aplicaciones sencillas (calculadoras de dosis, escalas y test de valoración del paciente). O lo que la simulación 3D, la realidad virtual y la realidad aumentada aportan a la formación de profesionales, entrenándoles en situaciones virtuales antes de enfrentarse a los pacientes reales. Estoy convencida de que la tecnología, siempre guiada por los profesionales sanitarios y con el paciente en el foco, es una realidad incontestable que no podemos dejar de aprovechar.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]