Escribe: Javier López
Hola Carlos: Hace poco comentábamos aquí la excelente relación que tienen los castillos con el seguro. Posiblemente, porque todo el mundo asocia la fortaleza de sus sillares con la sensación de seguridad.
Pero si tuviéramos que sintetizar la actividad del seguro por medio de una metáfora, no encontraríamos paradigma más acertado que el de los PUERTOS.
Según el diccionario de la RAE, al consultar la voz “puerto”, podemos leer, (en su quinta acepción) : asilo, amparo o refugio.
Qué buena definición.
Basta comprobar ese aspecto oceánico tenebroso, cuando el viento racheado le pone a bailar al mar y las olas encrespadas se van pintando de espuma, para percatarse de lo que significa un puerto seguro.
Si volvemos la vista atrás, podemos darnos cuenta de que el hombre sólo ha comenzado su aventura artística, en los momentos en los que se ha sentido protegido en buen puerto.
¿Te imaginas a alguien en medio de la tempestad, con peligro de su vida, con el temple suficiente ponerse a componer una sinfonía, o mejor aún para sacar sus pinceles y el lienzo?
Yo, no. Sólo cuando el hombre se siente seguro es capaz de desarrollar todas sus potenciales capacidades creativas.
De hecho , el Renacimiento , el retorno al humanismo, sólo fue posible
cuando los hombres fueron dejando la actividad guerrera de la Edad Media, la Reconquista y todo aquel jaleo, y empezaron a darse cuenta de la belleza plástica que encierra el reflejo en el agua, de las estachas de amarre de las embarcaciones.
Y así, amigo Carlos, sin proponérnoslo, estamos llegando a una conclusión demoledora; fruto del silogismo y las premisas anteriores, podemos inferir y concretar que el seguro, globalmente considerado, es… El Mecenas del Arte, ya que sin su marco propicio, éste no hubiera florecido.
Bueno, no sé si será para tanto, pero una cosa sí me parece evidente y es que un puerto encierra en sí mismo una innegable belleza.
Puede ser todo ello una consecuencia de la paz y el sosiego que nos transmiten, de la sensación de seguridad y refugio que proporcionan.
Yo siempre saco fotos en los puertos.
Fotografías de barcos, cuerdas y mar en calma de cielos reflejados en las tranquilas aguas.
Y se me llena la imaginación de recuerdos, de viajes y aventuras soñadas, de
El Viejo y el mar, del capitán Horacio Hornblower, de la Isla del Tesoro o de Moby Dick.
Cuántos sueños se concentran en un barco.
Siguiendo con la alegoría, si el puerto es El Seguro, entonces nosotros, los usuarios, entramos al seguro por medio de las pólizas, que son los barcos.
Dicen que los dos días más felices en la vida de un marino son, el día que compra el barco…y el día en que lo vende, y con esto, naturalmente, no quiero establecer ninguna similitud con las pólizas de seguros.
La estampa de los navíos balanceándose al compás de las olas, ha sido cantada por todos los poetas nacidos cerca del mar.
Se puede seguir su rastro desde las cantigas en galaico, hasta Alberti o Benítez Carrasco. 
“Algunas noches , la luna suele tirar sobre el agua un rayo que dicen que es como una líquida espada.
Y yo sé que no es un rayo sino una alfombra de plata que va tendiendo la luna para que pase mi barca.
Y en esas noches de luna qué bien que baila mi barca bata de cola la espuma peina la vela salada.”
Además los puertos están llenos de detalles, de detalles marineros, y si uno
está atento puede sacar bellas imágenes.
A mí me gustan los puertos sencillos y prefiero retratar modestos botecitos que lujosos yates, cuestión de gustos, quizá lo sencillo sea más natural que lo ostentoso, y además enlaza mejor con la idea romántica del contacto con la mar. Los grandes navíos de recreo, con sus jóvenes modelos en bikini bronceándose en cubierta, llaman nuestra atención, pero no estimulan para nada nuestros sueños.
En los puertos, los barcos dormitan a la espera de nuevas aventuras, de nuevas singladuras y en ese dulce relajo, son presa fácil de los objetivos fotográficos.
Balanceándose indolentes, apenas nos prestan atención y podemos vagabundear entre sus cascos oliendo a marea y salitre, pintura y brea, algas y viejas redes.
No sé si pudiera prosperar mi sugerencia, pero al hilo de la semblanza, podíamos proponer recrear el ambiente portuario en vuestras oficinas, sustituyendo los anodinos ambientadores florales, por otros más específicos, que nos trajeran el recuerdo de gaviotas y quillas, de timones y mástiles, de velas, ron y espumas blancas.
Bueno Carlos, hoy no quiero despedirme sin recordarte que entre el 9 de
junio y el 25 de julio, Madrid está rendida a la fotografía, con 70 exposiciones de 379 artistas de 41 nacionalidades. Es la decimotercera edición de PHoto España.
Tú y todos los seguidores de esta sección lúdico-fotográfica, estáis invitados a presenciar esta magna muestra, donde podemos agavillar ideas para nuestro modesto día a día.
Voy a prevenirte porque las vanguardias siempre exageran algo en virtud de su entusiasmo sin límites.
Pero estoy seguro que siempre iluminarán nuestra modesta visión, enriqueciéndola con sus indudables logros.
Hasta la próxima, recibe un fuerte abrazo
Javier
