- El impulso de la cultura de la inmediatez y los discursos que prometen transformaciones exprés, posicionan a los suplementos alimenticios como vía rápida para conseguir el cuerpo “ideal”.
- Mientras que el mercado de complementos nutricionales crece, solo el 32% de los españoles practica deporte regularmente, lo que revela una desproporción entre su consumo y los hábitos reales de vida activa.
- Los expertos de Cigna Healthcare desmitifican algunas de las creencias más populares del consumo asociado a estos productos, como que el consumo de proteína acelera el desarrollo muscular o que duplicar las dosis acelera los resultados.
El auge de los suplementos alimenticios ha coincidido con una creciente presión social por alcanzar ciertos estándares físicos que, en muchos casos, resultan inalcanzables sin filtros o edición digital. Las redes sociales se han convertido en escaparates de cuerpos “ideales” que promocionan batidos, cápsulas o fórmulas milagrosas que prometen cambios visibles en cuestión de semanas. Este fenómeno ha contribuido a reforzar la creencia de que es posible —e incluso deseable— modificar el cuerpo de forma exprés, con muy poco esfuerzo físico y sin reflexión crítica sobre la salud a largo plazo.
Paradójicamente, mientras crecen las ventas de productos destinados a mejorar el rendimiento físico o moldear la figura, el sedentarismo sigue siendo la norma en gran parte de la población. Es más, tal y como señala el Cigna International Health Study, tan solo el 32% de los españoles practica ejercicio físico de forma regular. Esta cifra evidencia una desconexión entre el discurso del “fitness” que domina las redes sociales y los hábitos reales de vida saludable. En paralelo, la industria de los suplementos alimenticios sigue creciendo. Según la Federación Española de Industrias de la Alimentación y Bebidas (FIAB), la facturación del sector de los complementos alimenticios pasó de 1.700 millones de euros en 2019 a más de 2.000 millones de euros en 2023, reflejando una fuerte demanda a pesar de la falta de actividad física generalizada. El problema no radica en los suplementos en sí, sino en cómo se utilizan —y, lo que es más importante, por qué se utilizan—. Muchos consumidores no cuentan con asesoramiento profesional y acuden a ellos buscando una transformación rápida, sin tener en cuenta sus verdaderas necesidades nutricionales, el tipo de deporte que practican (si es que lo hacen) o incluso los riesgos que pueden implicar para la salud. Todo lo anterior, sin mencionar el hecho de que la industria de la suplementación no esta regulada por lo que la calidad de los suplementos es difícil de garantizar, así como su efecto terapéutico el cual en ocasiones es inexistente.
“Los complementos nutricionales no están diseñados para reemplazar una dieta equilibrada ni mucho menos para sustituir el ejercicio físico. Lo preocupante es que muchas personas consumen estos productos sin control y sin saber si los necesitan realmente, empezando porque hay muchas personas que confunden el realizar actividad física con practicar un entrenamiento de alto rendimiento. Además, estamos expuestos a los ya habituales discursos en redes sociales, donde se ha instalado la idea de que hay una fórmula mágica capaz de lograr lo que no conseguimos con esfuerzo, constancia y paciencia en nuestro estilo de vida habitual.” explica la Dra. Daniela Silva, especialista en Medicina Interna y E-Health Medical Manager de Cigna Healthcare España. “
Por todo ello, los expertos de Cigna Healthcare analizan cuáles son algunos de los mitos más populares que han favorecido el incremento de estos suplementos alimenticios en los últimos años:
- El consumo de proteína acelera el desarrollo muscular. Las proteínas se enmarcan en el grupo de macronutrientes, aquellos nutrientes necesarios para obtener energía y realizar funciones básicas y que nuestro cuerpo requiere en grandes cantidades. En el caso de las proteínas, aportan 4 kcal por cada gramo. Más en concreto, son esenciales para la preparación y crecimiento de los tejidos, y otras funciones como producción de enzimas y hormonas, pero su consumo por sí solo no acelera ni garantiza el desarrollo muscular. Este sólo ocurre cuando se combina una ingesta adecuada de proteína con un entrenamiento de fuerza adecuado, ya que el estímulo físico es el que activa el proceso de síntesis de proteínas en el músculo. La cantidad de proteína que debe consumir una persona dependerá de la edad, su ejercicio habitual o su objetivo con el entrenamiento. No obstante, según el Colegio Americano de Medicina Deportiva, la cantidad habitual de proteína debe formar entre el 10 y el 35 % de la dieta diaria. Es decir, entre 0.8 a 1.2g por kg de peso. Una persona más sedentaria tendrá un requerimiento en el límite inferior de esta horquilla, mientras que una más activa que trabaje asiduamente el músculo y quiera conseguir una hipertrofia o crecimiento de la masa muscular, va a requerir más. Es igualmente importante resaltar que este requerimiento puede variar ligeramente según nuestra etapa vital y por eso debe individualizarse según nuestras particularidades.
- Duplicar las dosis acelera los resultados. El uso excesivo de suplementos parte de la creencia de que las dosis más altas generan efectos más rápidos o eficaces. En el caso de ciertas vitaminas y minerales —como la vitamina D, el hierro o el zinc— un consumo por encima de lo recomendado puede provocar interferencias en la absorción de otros nutrientes. Además, algunos compuestos pueden acumularse en el organismo, generando efectos secundarios a largo plazo.
- Los suplementos adelgazantes ayudan a perder peso. El mercado de productos para la pérdida de peso se alimenta de la promesa de resultados visibles sin necesidad de modificar hábitos. Aunque algunos ingredientes pueden tener efectos leves sobre el metabolismo o el apetito-como la cafeína o el té verde- estos cambios no son suficientes para generar una pérdida de peso significativa a largo plazo sin un cambio sostenido en la dieta y el nivel de actividad física. Además, en exceso pueden tener efectos adversos como taquicardia, ansiedad, dolores de cabeza, entre otros. En muchos casos, y especialmente en mujeres jóvenes, estos productos refuerzan expectativas poco realistas y perpetúan la idea de que es posible adelgazar sin esfuerzo, lo que puede derivar en frustración y abandono de hábitos saludables.
- Los multivitamínicos mejoran la energía y el rendimiento en cualquier persona. Este mito se basa en la idea de que tomar vitaminas de forma generalizada aporta un extra de vitalidad. Productos como los complejos vitamínicos con B12, ginseng o guaraná suelen anunciarse como aliados contra el cansancio o la falta de energía, y se consumen con frecuencia por estudiantes, profesionales y personas con agendas muy intensas. Sin embargo, en personas sanas y sin déficits nutricionales, el uso de multivitamínicos no mejora los niveles de energía ni el rendimiento físico o mental. La fatiga suele estar más relacionada con factores como la falta de descanso, el sedentarismo o el estrés crónico que con una carencia de vitaminas. En todo caso, la primera fuente de suplementación debe basarse en el alimento ya que las vitaminas presentes en ellos tienen un efecto mayor y adicional debido a la matriz en la que se encuentran. Es decir, suelen estar acompañadas de otras propiedades como por ejemplo la fibra y suelen tener mejor biodisponibilidad – nuestro cuerpo las absorbe mejor. Es importante que entendamos que la suplementación mediante cápsulas o comprimidos solo es efectiva cuando responde a una necesidad concreta, detectada a través de un diagnóstico médico.