- Proteger la piel incluso en días nublados, evitar la exposición en las horas centrales del día y mantenerse bien hidratado, las recomendaciones de los expertos para prevenir daños cutáneos y golpes de calor
Con la llegada del verano y las altas temperaturas, aumenta la exposición al sol, ya sea durante las vacaciones, en actividades al aire libre o en la rutina diaria. Sin embargo, tomar el sol sin las precauciones adecuadas puede generar consecuencias para la salud que van desde quemaduras e insolaciones hasta el envejecimiento prematuro de la piel o el desarrollo de patologías más graves.
La radiación ultravioleta (UV), tanto la UVA como la UVB, puede dañar la estructura de la piel incluso en exposiciones breves. Además, en días nublados o con viento se tiende a subestimar el impacto del sol, lo que incrementa el riesgo sin que la persona lo perciba a tiempo. En este sentido, la prevención y el conocimiento de algunos hábitos básicos son clave para disfrutar del sol de forma segura.
“La piel tiene memoria y cada quemadura solar acumulada a lo largo de la vida deja una huella que, con el tiempo, se manifiesta en forma de lesiones precancerosas o incluso en cáncer de piel. Por ello, es fundamental adoptar una rutina de protección solar desde la infancia y mantenerla durante toda la vida, especialmente en verano”, explica la Dra. Montserrat Fernández, jefe de Servicio de Dermatología del Hospital Universitario Sanitas Virgen del Mar.
Por otro lado, la exposición prolongada al sol sin estar protegido correctamente también puede provocar un golpe de calor, una condición grave que se manifiesta con síntomas como mareos, dolor de cabeza, náuseas o pérdida de conciencia.
Ante esta situación, los expertos de Sanitas Hospitales han elaborado un listado de recomendaciones basándose en el decálogo de la AEMPS para poder disfrutar del sol con responsabilidad:
- Evitar la exposición en las horas centrales del día: se debe limitar la exposición directa entre las 12:00 y las 16:00 horas, cuando la radiación solar alcanza su pico más alto. Durante este intervalo, es aconsejable buscar sombra o resguardarse en espacios interiores, ya que el riesgo de sufrir quemaduras solares o golpes de calor es mayor.
- Usar protección solar alta: es fundamental aplicar un fotoprotector con un factor de protección elevado (SPF 50) y de amplio espectro, que cubra tanto la radiación UVA como la UVB. Hay que extenderlo de forma generosa sobre la piel al menos 30 minutos antes de la exposición y reaplicarlo cada dos horas o tras cada baño.
- Utilizar barreras físicas eficaces: el gorro con ala ancha de al menos 7 cm de diámetro es el que mejor protege del sol, especialmente en rostro, cuello y orejas. Por otro lado, existen camisetas fabricadas con tejidos con UPF (Factor de Protección Ultravioleta), que ofrecen una defensa eficaz contra la radiación solar. En caso de no disponer de prendas con UPF, se recomienda optar por ropa de colores oscuros, que absorben mejor la radiación ultravioleta, y buscar siempre la sombra, donde la exposición al UV disminuye considerablemente aunque haya luz visible.
- Proteger zonas sensibles: además del rostro, brazos y piernas, es importante no olvidar otras áreas especialmente vulnerables como las orejas, el cuello, el dorso de los pies o los labios. Por lo tanto, se debe aplicar fotoprotección en todas estas zonas y utilizar bálsamos labiales con filtro solar, así como prendas que cubran adecuadamente la piel, como camisetas de manga larga y tejidos transpirables.
- Hidratarse con frecuencia: es esencial para regular la temperatura corporal y prevenir mareos, fatiga o complicaciones más graves como el golpe de calor. En este punto, se sugiere ingerir agua de manera constante a lo largo del día, incluso cuando no haya sensación de sed, y evitar las bebidas con cafeína o alcohol, las cuales favorecen la deshidratación.
- Educar desde la infancia: inculcar costumbres de fotoprotección desde edades tempranas es una inversión a largo plazo en salud dermatológica. Bajo esta perspectiva, enseñar a los niños a usar gorros, gafas de sol, camisetas protectoras y fotoprotectores adecuados en época de altas temperaturas contribuirá a evitar posibles problemas en el futuro.
Por último, Montserrat Fernández advierte de que “es importante revisar la piel de forma periódica para detectar cualquier cambio en lunares, manchas o lesiones. Ante cualquier alteración, como el cambio de forma, color o tamaño, se debe acudir al dermatólogo. No hay que olvidar que la autoexploración es una herramienta sencilla y eficaz para detectar precozmente posibles problemas dermatológicos”.