- El uso de filtros digitales en redes sociales puede condicionar la percepción de la propia imagen
Los filtros de belleza y las aplicaciones de edición de imagen se han convertido en un elemento habitual en el día a día de los adolescentes. Estas herramientas, presentes en redes sociales como Instagram o TikTok, permiten modificar la apariencia de manera inmediata y ofrecen una versión idealizada de la realidad.
En esta etapa, la imagen corporal y la identidad personal se encuentran en plena construcción. La comparación con modelos digitales irreales y la búsqueda de validación externa pueden generar inseguridad y dependencia emocional. Por ello, es fundamental acompañar a los jóvenes en el uso de la tecnología y ofrecerles herramientas que les ayuden a construir una autoestima sólida.
“Los adolescentes deben aprender que la imagen que ven en redes sociales no siempre refleja la realidad. Hablar de ello en casa y en el colegio ayuda a que normalicen la diversidad corporal y reduzcan la presión por encajar en un modelo estético concreto”, explica Carla Álvarez Llaneza psicóloga de Blua de Sanitas.
Por otra parte, Carlos Atef Harkous, jefe de servicio de Psiquiatría del Hospital Blua Sanitas Valdebebas, añade que “el uso frecuente de filtros de belleza puede estar asociado a un aumento de ansiedad, insatisfacción corporal y autoexigencia en los adolescentes. La exposición constante a imágenes retocadas puede condicionar su estado de ánimo y generar patrones de comparación social que impactan directamente en su bienestar emocional”.
Ante este contexto, los especialistas de Sanitas recomiendan a padres y educadores:
· Fortalecer la autoestima más allá de la apariencia: valorar sus habilidades, talentos y logros personales es clave. Reconocer sus esfuerzos en deportes, estudios, arte o cualquier otra actividad les ayuda a sentirse competentes y seguros, recordándoles que su valor no depende solo de cómo se ven.
· Limitar el tiempo en redes sociales: establecer horarios para el uso de redes y fomentar actividades fuera del mundo digital, como deportes, lectura o hobbies, reduce la exposición a contenidos que pueden generar inseguridad y ayuda a disfrutar de otras formas de satisfacción personal.
· Crear un espacio de confianza: los adolescentes necesitan lugares donde puedan expresar sus dudas, miedos o inseguridades sin ser juzgados. Escucharlos y validar sus emociones refuerza su capacidad para afrontar la presión social y fortalece su bienestar emocional.
· Dar ejemplo en casa: los adultos deben mostrar un uso equilibrado de la tecnología y transmitir mensajes positivos sobre la propia imagen. Compartir experiencias personales sobre cómo enfrentamos inseguridades ayuda a que los jóvenes se sientan comprendidos y apoyados.
· Fomentar la reflexión sobre lo que ven en redes: ayudar a los adolescentes a cuestionar las imágenes que consumen y a centrarse en sus valores y metas personales, más allá de la apariencia física, contribuye a desarrollar confianza en sí mismos y a reducir la necesidad de validación externa.
Según los expertos de Sanitas, la adolescencia constituye un período sensible para el desarrollo de la identidad y la autoestima. La intervención temprana, mediante acompañamiento emocional y educativo, resulta esencial para prevenir la aparición de trastornos de la imagen corporal, ansiedad o depresión, y para fomentar una relación equilibrada con la tecnología y la autoimagen.