Escribe Oscar Paz: Si de algo pecan muchas empresas, y cuanto más grandes más, es de centrarse demasiado en mirar a su interior (empleados, proveedores, clientes, accionistas), y cuando miran al exterior, ven más de lo mismo:
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- Otros potenciales clientes a los que conquistar.
- Más proveedores sobre los que obtener mejores precios.
- Futuros accionistas o inversores en los que generar confianza.
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Que no esta mal, pero no es suficiente. Quizás en el siglo pasado, cuando los ciclos de vida de un producto eran de 10 ó12 años, este forma de relacionarse con el exterior sí podía servir, pero ahora es necesario relacionarse también con las personas de fuera de nuestra empresa, que HOY están creando el futuro.
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En las empresas más tradicionales, esto es a día de hoy es ciencia ficción, no existen departamentos específicos que se dediquen realmente a INNOVAR (con mayúsculas), porque creen que con toda su experiencia y conocimiento tienen suficiente para crear nuevos productos o servicios, pero olvidan que la verdadera innovación se esconde tras la intuición y en muchos casos ingenuidad de aquellos que mirando la empresa desde fuera van mucho más allá de lo establecido.
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El intraemprendedor, sabe que para atraer aire realmente fresco hacía la empresa tiene que buscarlo en esos parajes donde abundan emprendedores y personas con ganas de cambiar el mundo y en los que la espontaneidad, la improvisación, el pensar a medio plazo o el incorformismo, son valorados al mismo nivel que el conocimiento, la experiencia, el cortoplacismo o la fijación de unos objetivos concretos.