Relato de viaje.
Escriben: César García (Community of Insurance) y Alberto Aramburu (Corredor de seguros)
En este relato de viaje hemos querido hacer una aproximación al Valle de Liébana, a los Picos de Europa y parte de la Costa Cántabra, con una doble perspectiva.
De un lado, la visión del que es oriundo de la zona y sabe adónde ir sin “perderse” (Alberto Aramburu); y, de otro, la visión del que, maravillado, se encuentra ante la belleza de la naturaleza, ello sin dejar de lado las espléndidas obras de arte románico que afloran a lo largo de nuestro periplo (César García).
Igualmente con la ayuda y experiencia del experto apuntamos donde reponer nuestras fuerzas para que así nuestro viaje sea inolvidable.
Esperamos que disfrutéis de la lectura y de las fotos, las cuales, como toda selección, comete injusticias, al dejar fuera otras igual de bonitas, pero esperamos que con las que aportamos, os animéis a ver el resto con vuestros propios ojos.
Dicho lo cual, empezamos por el principio.
Y ese principio es el camino a lo largo de la meseta castellana, donde Helios se ve eclipsado por los dorados campos que dan sentido a porque los romanos llamaron el rio que los baña como Río de Oro; pero la ahora lacónica Castilla no es nuestro destino. Sino más arriba….
Y antes de entrar en los valles de Liébana nos encontramos con una magnífica puerta de entrada, el Mirador de Piedras Luengas, desde el que se ve la sierra palentina, Peña Sagra y al fondo, los Picos de Europa, cual corona de nata en una tarta rocosa.
Éste es el magnífico punto de encuentro de estos dos narradores… (FOTO 1)
Siguiendo la carretera, que se estrecha más aun si cabe, pero está aprobada su remodelación, nos da la bienvenida a Cantabria la “Venta Pepín”, lugar donde María os dará de comer muy bien, por cierto.
Ya una vez entrados en los valles, el verdor irrumpe por todos los lados, y llegamos a nuestro alojamiento, en Lerones (www.elpatio.org) donde admiten animales y, aunque parezca extraño, tienen piscina… que
siempre se termina utilizando, sobre todo por las vistas que ofrece el baño (FOTO 2)
Aunque hay muchas alternativas más dentro del valle lebaniego (como Casa Leny, casaleny@hotmail.com)
No obstante, no hemos venido solo a descansar y por ello emprendemos la subida para ver el Monasterio de Santo Toribio, hoy de PP Franciscanos (FOTO 3 FOTO 4), donde el referido Beato escribió allá por el 776 el “Comentario al Apocalipsis de San Juan (Commentarium in Apocalypsin)”
Este monasterio es junto con Jerusalén, Roma y Santiago uno de los cuatromayores centros de peregrinación de la Iglesia Católica; cuenta con una puerta del perdón y para el año 2016 se está organizando el Año Lebaniego, esperándose la visita del Papa.
Desde el Monasterio se pueden acometer pequeñas subidas para ver algunas ermitas, siendo algunas de época prerrománica (FOTO 5 FOTO 6)
Tras el viaje y las subidas, hay que reponer fuerzas. Y para esto en Potes, cabecera de la comarca del Liébana, hay una gran y variada oferta, destacando el Asador Llorente (http://www.comerconlosojos.com), de nuestro amigo Mario, donde la comida es sencilla pero de excelente calidad y de abundantes raciones.
O justo enfrente tenemos “El Bodegón”, donde podremos comer unos huevos fritos con jamón y patatas excelentes, amén de unas croquetas caseras, que “si no están buenas no se pagan”… y creednos, siempre se pagan…
(FOTO 7): comentario en la foto:
Puente romano sobre el río Quiviesa, que da nombre a la localidad de Potes, antes de su confluencia con el río Deva.
Si después de tanto viaje se desea hacer acopio de viandas locales, la mejor opción la tenemos en la Carnicería Javi (al lado de la Torre del Infantado de Potes) las mejores carnes y el mejor queso picón de la zona.
Fuera de Potes no se acaba la oferta del condumio, sino que pasado Pesaguero, en Cacheco, aprovechando la subida al Mirador de Liébana, podemos hacer acopio en Lamadrid, con unas panorámicas excepcionales.
Ya estando en esta zona, una excursión que siempre se ha de hacer es subir al mirador de Fuente Dé.
De la falda de la montaña – donde hay un Parador Nacional- sale un funicular que nos eleva más de 750 metros en pocos minutos, con un coste de 16 euros subida y bajada, y 10 euros, solo subida o bajada.
No obstante, para los que llevamos mascotas tenemos otras alternativas que todas pasan por subir por senderos.
De los dos que salen desde la falda de Fuente Dé hay uno que requiere no solo un estado de forma adecuado sino también no tener vértigo (dificultad alta necesitando calzado técnico), y otro que solo requiere forma física…12 kms /3 horas de ascensión por un bosque hasta llegar hasta las Portillas del Boquejón, donde entramos en un circo con grandes prados donde hay varias corrientes de agua y refugios. Este camino es el que nosotros utilizamos para entrar en los Picos de Europa (FOTO 8).
Justo pasadas las Portillas, el valle se abre en una campiña, tan amplia, que el verde te ciega. Las montañas se despliegan a derecha e izquierda presentando abruptas paredes en Peña Vieja o las Cumbres del Cortes. (FOTO 9)
Como esta ruta fue la que nosotros hicimos paramos para almorzar…
Con el estomago lleno cuesta caminar, así que mejor se arranca con un orujito, blanco, por favor. Dejamos atrás el “Chalet de Rey”, bajo los 600 metros del Espolón de los Franceses, y continuamos a la sombra de Peña Olvidada, sudando un poco por la pendiente pero con la vista ya puesta en la Horcadina de Covarrobres.
(FOTO 10)
Desde allí se abren a nuestra mirada los Hoyos de Lloroza y una visión de caos rocoso rodeado de torres que ascienden hasta los 2600 metros. Ahora ya todo es bajada hasta El Cable, a un par de kilómetros. En la estación, hay un bonito mirador que nos permite ver, a través de la rejilla que sujeta nuestros pies, los 750 metros de desnivel que hemos salvado durante la subida, puestos uno encima de otro… al vacío (FOTO 11).
Al final se llega al pié del mismo funicular, pero desde arriba. Y de ahí salen varias rutas (2/3 horas) por varias laderas de los Picos de Europa.
(FOTO 12)
Otra forma de ascender hasta El Cable, la tenemos un poco más atrás, en Espinama, de donde sale otro camino, menos duro pero más largo. El sendero se dibuja desde la plazuela de Espinama, el camino pasa por debajo de un portalón con escudos, donde podrás tener la certeza de que en Liébana no hay casas, todas son casonas, de piedra, madera de roble y mil años encima.
Nos adentramos en un estrecho valle. La pista avanza durante 4 kilómetros ganando altura, unas veces entre prados, otras entre espesas selvas de robles tocios (Quercus Robur), unas veces ricuebros (retorcidos y con nudos) y algunas renegríos, como llaman aquí a los que salen en las turberas.
En Iguedri, los de Espinama guardaban el ganado en los invernales, que son cuadras con pajar arriba, donde incluso se acondicionaban para hacer algo de vida. Allí el camino se pega a la peña, y por un huequín de no más de 5 metros de ancho, se cuela dentro de las montañas. Allí se levantaron Las Portillas de Áliva o del Boquejón, donde este camino se junta con uno de los anteriores ya citados.
Caminamos con comodidad y sin dejar de ganar altura hasta el Refugio de Áliva, donde te espera un merecido descanso en forma de restaurante a buen precio.
Si no te atreves a bajar en el teleférico, ya sabes 3 alternativas para volver. Y como nosotros llevábamos mascota….
(FOTO 13)
Así que, si una mañana aparece totalmente azul, ese es tu día para subir a Fuente De.
No olvides en prepararte una mochila ligera, con un par de bocadillos y una botella de agua de 1⁄2 o 1 litro a lo sumo, y busca un camino que mire al cielo. Áliva es uno de los más recomendables.
Si no se quiere subir tanto, camino de Fuente Dé nos encontramos con Mogrovejo, que ha sido declarado “Conjunto Histórico Rural” por ser uno de los pueblines mejor conservados y bonitos de Liébana, y de donde salen varias rutas más livianas y de menos tiempo (2 horas aprx.).
Tiene construcciones de los siglos XVI y XVII, e incluso una torre del S.XIII.
Otra excursión, aprovechando que se está en la zona, es ir a San Vicente de la Barquera. Lugar impresionante, con su Iglesia, Castillo y Puentes espectaculares….Así pues, tras el atracón de paisajes agrestes, pasamos a hacer una larga digestión mojados en agua salada.
Para ello, tomamos la carretera de la costa y atravesamos los Picos de Europa, siendo engullidos por la montaña.
En ese camino a S. Vicente de la Barquera desde el Valle de Liébana nos encontramos con dos verdaderas joyas.
Una de ellas es el Castañar de Pendes, donde tenemos varios castaños milenarios, que nos encerrarían en sus troncos en un abrazo mortal, a varios hombres dentro (FOTO 14 FOTO 15).
La otra joya es el desfiladero de Hermida –al que Galdós llamó “el esófago de la Hermida”-, que es una hoz de varios cientos de metros de altura producida por la erosión del Río Deva. Hay un balneario pues en una de las pozas sale agua termal, amén de que el paisaje por si solo incita a la reflexión, meditación y relajación.
Cuenta con varios cotos para la pesca del salmón y a mitad de la hoz el rio es navegable en canoa.
Y por fin, el mar se deja ver por los ventanucos de las rías de Tina Mayor y Menor. Ya vamos entrando en calor. El Alto de San Vicente es la mejor manera de acceder a la bahía barquereña. Abajo podemos distinguir los mil recodos de la costa sobre la que, el afilado peñón con villa incorporada, se despliega.
(FOTO 16)
En San Vicente de la Barquera podemos dar un paseo por la playa, recorrer su casco antigüo magníficamente conservado y aprovechar para comprar sobaos pasiegos y latas de anchoas. (FOTO 17)
Más allá, un arenal sin fin: Gerra. Pasamos por el puente de los 28 ojos, con una marea en plenitud que prácticamente los deja ciegos; pero no a nosotros, que sin dejar de mirar a todas partes, disfrutamos alucinados de la mar llana.
Gerra nos recuerda a los acantilados irlandeses, donde desde lo alto de los prados mientras mugen las vacas vemos el mar. Escuchamos a las gaviotas con el balido de las ovejas….
(FOTO 18)
Y ahora es cuando nos damos cuenta de a qué mar hemos venido. Se entra en el agua como un chiquillo y se sale hecho un auténtico
cántabro, tras ser revolcado por olas de 5 metros y con el termostato bajo mínimos. Buena lección de respeto al mar…que no olvidan los surferos que surcan esas olas…
(FOTO 19)
Tras tomar unas raciones de pescaditos en el casco de San Vicente, descubrimos que el agua se ha ido… Ha bajado la marea y la bahía apenas es un regato…
(FOTO 20)
¿Donde se han ido los peces? Preguntamos a un paisano. Qué peces, hombre, -contesta- es la hora de la almeja.
Pues ale… aquí dejamos a este magnífico pueblo, mariscando en los barros de su bahía. Así, cuando vengas, tengas una bonita bandeja de cámbaros esperándote, con un fresquito blanco de Buelna, de esos que te dicen “¡¡Vuelve!!”
Muy cerca de Liébana tenemos la conocidísima Ruta del Cares, aunque no sea propiamente lebaniega, por su belleza y ser también Picos de Europa, no la podíamos dejar de hacer.
(FOTO 21)
Se puede ir por Asturias o desde León. Nuestra elección suele ser la segunda, para no perdernos la bajada a Caín desde Valdeon.
Salimos desde Potes por el puerto de San Glorio- conocido por ser el primer puerto en cerrarse aun en el otoño-, y tras acceder a Valdeón por Pandetrave, nos adentramos en el hayedo hasta Posada y Cordiñanes, siendo que este pueblín está a 4 kilometros de Caín, pudiendo hacer uno de los paseos más agradables a través del monte de La Peguera.
Tras atravesar un angosto desfiladero, la carretera llega hasta los primeros prados. Desde allí, por fin comenzamos a ver las peñas con algo más de perspectiva. El valle se abre en un anfiteatro no muy grande pero con paredes verticales por todas partes (como un vaso de tubo).
En Caín nos adentramos a través de un desfiladero tan estrecho que fue necesario excavar una galería en la roca para poder pasar los 300 metros más angostos. Después, el camino es totalmente llano y paralelo al canal que la hidroeléctrica construyó hace 90 años.
(FOTO 22)
La vuelta, si se hace entera, puede resultar dura. Por eso nuestra recomendación es, o bien dejar un coche esperando en Poncebos (Asturias) o bien hacer la mitad de la ruta y volver a Cordiñanes o Caín.
Preocuparos simplemente por llevar merienda y una botella pequeña, pues estáis en el norte, y hay fuentes potables por todas partes. El peso es determinante al final.
Eso sí… en determinadas épocas del año, de tan fácil que es el paseo, y tan bonito, parece una romería de toda la gente que hay… aunque vale la pena ser uno de los romeros…
Volviendo a nuestro valle, Liébana, hay una peña que su belleza está en lo que se ve desde ella. Hablamos del Pico Jano (FOTO 23).
Entre tanta gran cumbre, este pequeño alto de 1440 metros de altura tiene tres razones fundamentales para convertirse en algo muy especial.
La primera, se puede acceder por infinidad de rutas (desde Cosgaya, Los Llanos, Camaleño, Maredes). Personalmente recomendamos Dobarganes o Toranzo. Son accesibles hasta para niños (sobre todo la de Toranzo) y tienen todo lo que se puede ver en Liebana.
(FOTO 24)
La segunda es la parte arqueológica. Jano era el dios que tenía su templo abierto mientras Roma estaba en guerra. Cuando terminaron las guerras cántabras, pudo iniciarse la Pax Romana tras 500 años ininterrumpidos de luchas. Y se cerraron las puertas del templo. Y se denominaron los montes, donde se acabó con la resistencia, con el nombre del dios.
En Cantabria hay 7 emplazamientos así llamados. No esperes ver el castro, para eso hay que ir con azada y nosotros somos turistas.
La tercera es la mejor: 360º en derredor, sin ningún obstáculo (salvo la niebla) para ver la magnitud de las cordilleras de la comarca. Un espectáculo que tendrás que descubrir tú, porque nos quedamos sin palabras.
(FOTO 25): comentario de la foto: demostración de que hicimos cumbre en Pico Jano)
A nosotros nos amaneció cerrado… (FOTO 26) y nos tuvimos que conformar con ver la panorámica desde el Centro de Interpretación de los Picos de Europa en Tama, cuyo acceso es gratuito, y vale la pena descubrir los secretos de los Picos de la mano de los estudiosos.
Si queremos andurrear con el coche pero no dejar de ver lugares inolvidables podemos parar en Cabezón de Liébana, haciendo un poco antes un alto para ver la Iglesia de Sta. Mª de Piasca (S. XII), monumento Nacional desde 1930.
(FOTO 27 FOTO 28)
También podemos ir a Lebeña a ver la Iglesia de Sta. Mª, que es una joya mozárabe en tierras cántabras.
También la subida de Dobres hasta Cucayo que muy lindo… (FOTO 29)
E impresionantes son
los cortados con las águilas revoloteando a nuestro alrededor…y al fondo boscosas sombras llenas de lobos, osos, jabalíes, venaos….toda una naturaleza llena de esplendor milenario.
(FOTO 30 FOTO 31 FOTO 32)
(FOTO 33): Comentario a la foto: En este bosque los niños buscan a los pitufos…)
Después de tanto paseo, Doña Carmina nos abre en Toranzo, las puertas de su casona, aquella que diera sentido a su apellido, De la Torre, y con su amabilidad y cariño nos ofrece un chocolate con frisuelos…que tomamos maravillados por su simpatía y la puesta de sol entre los alcornoques… (FOTO 34)
Dedicado a tod@s aquell@s que nos han susurrado al oído que Cantabria es infinita y a tod@s l@s que seguirán maravillándose por estos parajes.
Queremos hacer una mención especial a Carmina de la Torre.
(Foto 35) (FOTO 36)
Alberto Aramburu César García
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