Escribe: Santiago R. Llorente, propietario de Adficere y socio de Community of Insurance
(N.E. En estos tiempos difíciles necesitamos personas como Santi que acumula una gran experiencia en el campo de la planificación estratégica empresarial que la explica con sencillez, claridad y pragmatismo en su blog, THINK SERVICES, cuyo seguimiento y lectura me parecen obligados. Agradecemos la deferencia de habernos cedido este artículo)
Escribo este artículo mientras me duelo de una ampolla de grandes proporciones en la planta del pie derecho, y es que ayer, como acostumbro, salí a correr diez kilómetros. Sin embargo, una plantilla que ya me venía dando problemas últimamente parece que quiso tomar su protagonismo en un día perfecto para correr, puesto que hacía fresquito y sol. A los cuatro kilómetros ya empezaba a molestarme y sabía que si continuaba, iba a tener consecuencias.
Al hilo de las molestias, aproveché para reflexionar sobre la distancia a medio plazo, la estrategia de las empresas o de nuestra propia carrera profesional.
La visión a largo plazo cuesta mucho
No nos engañemos, eso de trabajar el medio plazo cuesta bastante. Lo primero es encontrar el tiempo, robárselo al presente, para poder dedicárselo al futuro. Salir de nuestras actividades cotidianas para embarcarnos en una carrera de fondo y que cuesta. Lo normal es que encontremos todas las oportunidades posibles para decir que no.
Pero, al igual que quien se inicia en la actividad física le cuesta encontrar la motivación inicial para salir a entrenar y para mejorar poco a poco su capacidad física, los gestores de empresas saben que deben salir a entrenar el largo plazo de su negocio, y los buenos profesionales saben que deben entrenar otras áreas de su carrera profesional a largo plazo. De no hacerlo, corremos el riesgo de tener problemas físicos:
- Si no consumes energías, tendrás tendencia a engordar. Si no dedicas recursos al futuro, la propia burocracia y rutina de la organización los acumulará en el presente. Al igual que a todos nos salen michelines, a las organizaciones les sale grasa organizativa, en forma de un exceso de estructura que normalmente se emplea en los procesos que menos valor añadido tienen: los de control. Y, del mismo modo, a los profesionales nos invade la grasa en forma de rutina y falta de tiempo para gestionar nuestro futuro.
- Si no entrenas, pierdes agilidad. Te acostumbras a una manera de moverte que te impide reaccionar ante imprevistos. Con el tiempo te vuelves más torpe y no es que ya no puedas subir una escalera al trote o llegar a tiempo a tomar un autobús, es que quizá te tropieces con un bordillo. Pero es lo mismo que le pasa a las organizaciones: tan enfocadas están en el día a día y en la rutina del control, que no entrenan suficiente tiempo para definir posibles amenazas u oportunidades de futuro. Aunque parezca que no, siguen haciendo lo mismo. Y en lo que respecta a nuestra carrera profesional, más de lo mismo: si no tenemos nuestra propia agenda, entonces estamos en la de otros.
- Si no eres corredor de fondo, te pierdes el camino. Y la mejora que supone. Porque al igual que el desarrollo estratégico, el entrenamiento físico tiene beneficios y mejoras inmediatas. Basta unos pocos días para ir notando mejoras. Y cuando llegas a un momento de forma suficientemente bueno como para dedicarle una hora seguida simplemente a hacer ejercicio y respirar, puedes disfrutar de la soledad, de la compañía del equipo, de los días de sol o de lluvia, o de las ampollas. Si eres una empresa y trabajas tus apuestas del medio plazo, consigues sacar lo mejor de tus personas. Desatas su creatividad, les ofreces un marco de contribución adicional, les permites inventar su futuro y activas los mecanismos de pasión que son la energía que nos mueve.
Las demandas del corto plazo nos impiden avanzar
Y sin embargo, lo que cuesta oiga. No hace falta que yo insista aquí en lo importante que es una estrategia a medio plazo. Ya lo hemos dicho montones de veces, todos lo sabemos. Y también sabemos que no se trata de la distancia o la ruta a seguir. Ni siquiera del objetivo, que no vamos a ser capaces de definir en un mundo dominado por la incertidumbre.
Se trata del entrenamiento. De la capacidad de intentar hacerlo, de mejorar en el proceso y de aprender a disfrutarlo. Pero nos encontramos con barreras en el corto plazo. Barreras que podríamos saltar:
- Si estás fuera de forma y has acumulado grasa, inercia organizativa o has perdido la ilusión, por muchos propósitos de año nuevo que te pongas, te va a costar. Te va a doler. Porque antes de poder disfrutar del camino y de la capacidad de recorrer largas distancias, tienes que eliminar ese sobrepeso. Y cuando te pongas a entrenar te dolerán los huesos, los músculos, las articulaciones, las ampollas, las orejas. Todo. Pero esto ya lo sabemos. Lo bueno es que es un problema técnico. Conocemos la solución y podemos implantar los cambios. Podemos reorganizar nuestras comidas igual que podemos reorganizar nuestra compañía y dotarla de recursos para el futuro o nuestra agenda y liberar 3 horas de calidad a la semana para nuestro futuro.
- Si te centras en buscar el momento perfecto e ideal para hacer ejercicio, no lo vas a encontrar. Al igual que las empresas, especialmente las cotizadas, se debaten entre la importancia de las apuestas estratégicas a medio plazo y las obligaciones del cierre mensual y el reporte trimestral a los “analistas”, las personas intentamos buscar el momento “ideal” para nuestra horita de gimnasio o hacer ese curso online de Stanford que, aparte de gratuito, tiene muy buena pinta. Y lo que ocurre es que igual que a un mes le sigue otro y a un cierre trimestral le sigue el próximo, a todos nos persiguen los compromisos o las tentaciones en forma de reunión en la que no hay que pensar y solo acudir, o en forma de inbox con cientos de mensajes para jugar a matar, responder y archivar, o en forma de cervezas “afterwork” con los compañeros y su consiguiente -y riquísimo- aporte calórico.
- Y como no sabemos lo que no sabemos, pensamos que el dolor de salir a entrenar será demasiado. Que no podremos bajar esos kilos de más o que no vamos a tener la perseverancia para ir con frecuencia al gimnasio. Que no podemos prescindir de los mecanismos de control que aseguren el cierre mensual tal como estaba previsto. Que si no reforzamos los mecanismos de control de gestión y apretamos un poco más a la organización, no vamos a tener los críticos resultados que necesitamos este trimestre (¿o era el pasado?). Y si no nos ponemos a hacer el entrenamiento de la carrera de fondo, no descubrimos que el cuerpo genera endorfinas cuando hace ejercicio físico. O que la organización libera creatividad y pasión cuando trabaja en el futuro. No descubrimos que nos encanta salir con frío, calor o ampollas a esa hora de recorrer diez kilómetros que no llevan a ninguna parte (o quizá si), a innovar en nuevos productos o en nuevas formas de hacer. Porque no sabemos lo que no sabemos.
Perseverancia, entrenamiento y liderazgo estratégico
Al igual que con perseverancia, somos capaces de ponernos en forma por medio del entrenamiento, las organizaciones pueden entrenar la habilidad de la estrategia a medio plazo ejercitando el Liderazgo Estratégico, que podemos resumir en base al desarrollo de siete habilidades como lo hacen P.Schoemaker, et al. en un muy reciente artículo de la HBR:
- Anticipar: preveer que puede ocurrir, ser conscientes de lo que puede pasar, elucubrar con posibles movimientos de competidores tener una mayor conciencia de lo que nos puede ocurrir
- Desafiar: retarnos, salir de la zona de confort, reenfocar el problema desde otros ángulos, buscar distintos puntos de vista, proponernos desafíos
- Integrar e interpretar: en vez de manejarnos en el mundo de lo que ya sabemos y lo que refuerza nuestros esquemas mentales, en lo que nos limita y refuerza el status quo, curiosear, acumular información con una mente abierta, trabajar múltiples hipótesis y opciones
- Decidir:
una de las más claves. Pero más que decidir, yo la llamaría transar. Porque en tiempos inciertos todos tenemos que tomar decisiones sin la suficiente información o conocimiento. Ya sabemos que no vamos a poder gestionar toda la agenda. Tenemos que renunciar a algo, tomemos decisiones hoy. Pero hagámoslo con habilidad: igual que no vamos a salir a correr diez kilómetros el primer día, tampoco tenemos que decidir todo el primer día. Rompamos el problema en partes y vayamos decidiendo. - Alinear: buscar un lenguaje común, una motivación tractora para el medio plazo. Del mismo modo que los que hacemos deporte necesitamos comentarlo con otros para retroalimentarnos, las organizaciones deben anticipar y alinear el proceso de pensamiento a largo plazo y co-crear o combinar intereses distintos entre los agentes
- Aprender: por último la más importante. El objeto de la estrategia a medio plazo, como hemos comentado numerosas veces al hilo de Agile Business Management, no podemos planificar el futuro incierto, pero si que podemos aprender a movernos ágilmente. No podemos saber si correremos una maratón, pero si que podemos aprender que tenemos que cambiar de plantillas.
Y tú, ¿qué opinas?