Escribe: María José Anitua, Presidenta de ADCE y socia de A&L Bufete Jurídico y Tributario S.L.
Nos encontramos ante una crisis sistémica, ante una nueva etapa en la civilización. La revolución que ha supuesto internet es comparable a la que supuso la imprenta. Estamos ante un nuevo renacimiento. En el mundo globalizado en el que nos está tocando vivir, las personas, tanto físicas como jurídicas han evolucionado hacia fórmulas colaborativas y los operadores jurídicos no podemos mantenernos ajenos.
La revolución industrial supuso la sustitución de las personas no cualificadas por las máquinas. Con las nuevas tecnologías otras profesiones y actividades comerciales, en la medida en que son automatizadas, están siendo reemplazadas y es una tendencia clara a futuro.
Que nuestro sistema de resolución de los conflictos por la vía litigiosa, en los términos en los que está planteado actualmente, está en crisis es obvio.
No es sólo un problema nacional, sino también europeo. Las Directivas Comunitarias están impulsando también el cambio hacia modos alternativos de resolución de los conflictos.
Por todo ello, os animo a conocer el derecho colaborativo, un nuevo método de resolución de conflictos que ha surgido de los abogados como otra forma de entender la defensa de sus clientes y la justicia. Se trata un método innovador, colaborativo y amistoso.
En este nuevo método las partes, con la ayuda de sus abogados, se responsabilizan de buscar sus propias soluciones, a los conflictos que se les planteen. Se trata de que trabajen negociando en equipo con sus abogados y otros profesionales que les ayuden a descubrir sus verdaderos intereses. Podéis encontrar más información en www.derechocolaborativo.es, la página web de la Asociación de Derecho Colaborativo de Euskadi, que ha sido la primera de este tipo constituida en el Estado Español.
Los abogados colaborativos participantes en el proceso, se comprometen a que en el caso de no llegar a un acuerdo satisfactorio, no podrán representar a sus clientes en un futuro contencioso sobre la materia.
Supone un cambio de mentalidad importante para los profesionales del Derecho y para las empresas que decidan intentar resolver sus conflictos por esta vía. No se trata de defender las posiciones o derechos de las partes, de forma competitiva, convirtiendo los conflictos en un auténtico campo de batalla, en el que cada parte solo busca ganar, sino desde la equidad, buscando soluciones a largo plazo que satisfagan el auténtico interés de las partes, muchas veces oculto para ellas mismas.
La clave para solucionar el conflicto está en muchos casos en la colaboración con otros profesionales, economistas, psicólogos, pedagogos, coach, mediadores, ingenieros, arquitectos y otros profesionales expertos. Trabajando en equipo con ellos es posible encontrar soluciones a futuro que suponen agrandar la tarta, en lugar de partir la naranja por la mitad, tal y como estamos acostumbrados con la negociación distributiva que es la habitual en nuestro país. Éstos expertos neutrales trabajan tanto individualmente con las partes, como en equipo con el resto de los profesionales, buscando esa solución equitativa que satisfaga los intereses de las partes en conflicto.
El derecho colaborativo no es algo nuevo, lleva desarrollándose más de 20 años en Estados Unidos y desde hace aproximadamente 10 de forma paulatina se está implantando en la mayoría de los países de la Unión Europea. El reto y la novedad están en ser capaces de adaptarlo a nuestra realidad sociocultural y jurídica.
La combinación de nuestra cultura latina, con factores históricos nos han llevado al resultado perverso de la situación actual, en la que a la mínima discrepancia, sea cual sea el ámbito, tendemos queremos resolverla por la vía judicial, saturando el sistema.
Solo negociamos un tercio de los conflictos., cuando la proporción debería ser la inversa. Si preguntas a cualquier abogado, te contestara que siempre negocia. Sin embargo somos el tercer país más litigioso de la OCDE.
Desde la Asociación de Derecho Colaborativo de Euskadi (ADCE) estamos impulsando esta nueva forma de entender la justicia formando profesionales que comparten los valores del derecho colaborativo: la buena fe, la equidad, la transparencia y la confidencialidad, a fin de que puedan prestar servicios a las empresas que apuestan por dicha innovación social a la hora de resolver los conflictos.
Como última reflexión, para fraseando a Darwin, «no es la especie más fuerte la que sobrevive, ni la más inteligente, sino la que mejor se adapta a los cambios.”. Tenemos la suerte de pertenecer a la especie humana, que es la que mejor se adapta al cambio. Aprovechemos la oportunidad que el derecho colaborativo nos ofrece tanto a los profesionales como a la ciudadanía en general. La difícil situación por la que atraviesa nuestro país estoy convencida de que supone una oportunidad para el desarrollo de esta nueva forma de gestionar el conflicto que permite mantener la relación y supone un ahorro significativo de costes.
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