[vc_row][vc_column][vc_separator color=»custom» border_width=»2″ accent_color=»#dd3333″][ad id=»31675″][vc_separator color=»custom» border_width=»2″ accent_color=»#dd3333″][vc_column_text]
N.E. Agradecemos a la dirección del Puente Colgante de Bizkaia la información que nos han facilitado para editar este post, especialmente a su Directora General, Marta Uriarte, y a Ainhoa Sarriegi, del departamento de Comunicación.
[/vc_column_text][vc_separator color=»custom» border_width=»2″ accent_color=»#dd3333″][vc_media_grid element_width=»6″ item=»basicGrid_NoAnimation» grid_id=»vc_gid:1516566737049-20df3213-8eee-5″ include=»32299,32301,32302,32303″][vc_separator color=»custom» border_width=»2″ accent_color=»#dd3333″][vc_single_image image=»32304″ img_size=»full»][vc_column_text]PUENTE BIZKAIA – PUENTE COLGANTE
El Primero de una saga
Puentes trasbordadores
Bizkaia ha sido pionera en muchas cosas, una de ellas, que muchos vascos no sabemos, es que un grupo de vizcaínos de hace siglo y cuarto, con Alberto de Palacio a la cabeza, idearon, diseñaron, construyeron, pusieron en marcha y luego extendieron por el mundo, una novedad radical que el tiempo casi nos ha hecho olvidar: El Puente Trasbordador, de cuya casta o saga, nuestro Puente Bizkaia es el número uno.
Esta modalidad de puente, surge con una vocación muy concreta y con un destino muy centrado en un entorno físico y de actividad: En el último cuarto del siglo XIX, el transporte marítimo se mecaniza y multiplica de forma notable, los barcos se hacen mayores y simultanean la vela y el vapor a la vez que la actividad portuaria y el poblamiento tienden a bajar hacia la línea de costa desde los antiguos puertos interiores. Estas tendencias transforman a los estuarios y partes finales de rías en hervideros de actividad.
Los barcos de la época tienen arboladuras de gran porte y la Marina es un ente protegido por sus condiciones estratégicas comerciales y de hegemonía, de manera que los Almirantazgos determinan la prioridad de los barcos en los entornos de competencia con otras actividades y fijan un límite – que resulta inviable en esa época – para los puentes o instalaciones al uso, que pretendieran sobrevolar rutas de navegación: 140 pies.
Con este condicionamiento las zonas costeras bajas, deberían elevar de manera brutal las cotas de los tableros de los nuevos puentes y al ser tan altos sus estribos, las rampas de acceso exigirían obras desproporcionadas y una ocupación del suelo imposible de asumir. Por otra parte, la técnica de los túneles en la que los ingenieros civiles de la época ponían su esperanza, aún carecía del desarrollo necesario para ser aplicada. En esta situación y con una demanda de solución tan evidente, no tardó en surgir el ingenio que resolvería el problema y que durante casi cuatro décadas fue la solución para ese problema de comunicación, el “Puente Trasbordador”, mecanismo de cuyo tipo se construyeron una treintena en el mundo y que fue desplazado por los avances en técnicas y materiales de construcción, pero sobre todo por el auge que desarrolló el automóvil a mediados del siglo XX al hacer general la sensación de que las distancias habían desaparecido.
En este tipo de puentes, la cúspide de sus torres supera en casi todas las ocasiones los sesenta metros y las luces o vanos que salva, se acercan e incluso superan los doscientos, pero todo ello lo consigue con unas líneas mucho menos densas y masivas que los puentes fijos de la época. Esta ligereza es posible gracias a que su carga móvil es limitada al peso de la barquilla y las condiciones de cálculo dejan mayor libertad a los ingenieros.
El concepto mismo del Puente Transbordador, es fruto de la conjunción de dos técnicas muy diferenciadas, la de creación de una estructura esbelta y resistente por una parte y la de puesta a punto de un sistema mecánico de traslación fiable, por otra.
Los caprichos de la vida quisieron que un arquitecto vizcaíno que frecuentaba París, Alberto de Palacio y Elissagüe, concibiera y patentara en 1893 el primer “Puente Transbordador” del mundo y aunque se cita que otro hombre muy adelantado, Mr. Charles Smith de Hartlepool, propuso años antes al Ayuntamiento de Middlesbrough en Inglaterra, la construcción de un invento similar sobre el río Tees, el hecho es que Palacio que había conocido a uno de los Arnodín (Ferdinand) en París, llegó en los años previos a diversos acuerdos con él y entre otras cuestiones decidieron patentar simultáneamente en París y Madrid el citado “Puente Transbordador”.
Una peculiaridad de los puentes trasbordadores es que al ser su origen franco-español y no británico como la mayor parte de los ingenios de la época, su diseño, cálculo y construcción se desarrolló totalmente en el Sistema Métrico Decimal y no en pulgadas, en engranajes “Pitch” o con roscas “Withwort”. Esta condición puede parecer irrelevante en la actualidad, cuando todo el mundo se mueve en ese Sistema, pero a finales del siglo XX no debió de ser fácil su asunción y de hecho existe una fundada sospecha de que la expansión de este invento hubiera sido mayor de haber nacido al otro lado del Canal de la Mancha.
[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]