El autor del artículo, «Robótica social, una actividad más humana», Juan José Terrero.
“El problema es que intentamos aplicar la tecnología sin una transición suficiente para tratar su impacto social. Hay que asegurarse que la tecnología se ponga en práctica de forma que no haga daño a los trabajadores.” (Oussama Khatib)
Está muy de moda hablar de cómo los robots sustituyen a las personas, y como poco a poco nuestros trabajos van desapareciendo. Esta visión negativa de las cosas, a mi parecer, no es más que una baja capacidad de asimilación del cambio.
Esto se evidencia según indica Oussama Khatib,director del programa de Robótica de la Universidad de Stanford y presidente de la Fundación Internacional de Investigaciones en Robótica (IFRR, por sus siglas en ingles), “El problema es que intentamos aplicar la tecnología sin una transición suficiente para tratar su impacto social. Hay que asegurarse que la tecnología se ponga en práctica de forma que no haga daño a los trabajadores.”
Desde la primera revolución industrial la automatización ha poblado nuestra vida, siendo durante la segunda, cuando se hicieron más eficientes las cadenas de producción (usando primarios robots industriales) mejorando las productividades de nuestras cosechas, etc. Estos cambios han sido a larga aceptados y asimilados por el hombre, pero siempre con un alto coste.
Pero desde que empezamos a pensar en crear robots con características más cercanas a nosotros, en donde la inteligencia artificial es un elemento presente, en donde el robot tiene expresión, posee la capacidad de comunicación y porque no, de identificación de emociones de la persona con la que interactúa, comenzó un debate adicional que no había sido planteado hasta el momento. Incluso los estados han lanzado iniciativas bajo la intención de que los robots coticen a la seguridad social. Está claro que en la era en la que vivimos el grado de adaptación al cambio se ha acelerado y debemos ser capaces de asimilar, gestionar y aceptar muchos cambios de forma constante.
“La robótica aparece en distintos ámbitos, con distintas acepciones, la ya clásica robótica industrial, la robótica orientada a la seguridad (robots que desactivan bombas, controlan accesos, etc) así como muchas otras, en donde cabe para mi destacar la robótica social.»
La robótica aparece en distintos ámbitos, con distintas acepciones, la ya clásica robótica industrial, la robótica orientada a la seguridad (robots que desactivan bombas, controlan accesos, etc) así como muchas otras, en donde cabe para mi destacar la robótica social. Ésta es una disciplina que está permitiendo integrar y hacer que los robots posean, bajo sus capas de inteligencia artificial, comportamientos empáticos hacia los humanos, que aumentan la capacidad de aceptación en cierta medida, si a esto añadimos que se usan características antropomórficas o zoomórficas físicas, los hacen más cercanos, más aceptados.
Múltiples estudios, y grupos de desarrollo de robótica social pueden confirmar que el comportamiento de un humano frente a un robot es muy distinto que frente a otro humano, nos interesa la interacción, aceptamos un rol de colaboración, quizá por la curiosidad y por las respuestas personalizadas y empáticas. Bajo este marco, el uso de la robótica social se hace mucho más cercano, por el vínculo emocional que plantea la creación de confianza.
Además cabe recalcar que el robot posee cada vez una complejidad mayor de sensores, que captan parámetros exteriores, o que los buscan, y no estamos hablando de temperatura de la sala donde se encuentra, o presión ambiental (que también), sino características más complejas que surgen de tratamientos de información (uso de machine learning, big data, sentimental analysis, computación afectiva…) que les da información del estado de la persona con la que habla utilizando parámetros como: temperatura corporal, nivel de estrés, situación de alegría o tristeza, nivel de sudoración, nivel de atención, y un largo etc. de parámetros que permiten adaptar su comportamiento y nivel de interacción.
“Estas capacidades utilizadas en la gestión hospitalaria, poseen un alto número de potenciales beneficios y plantean un uso cada vez más aceptado por profesionales de las ciencias de la salud»
Estas capacidades utilizadas en la gestión hospitalaria, poseen un alto número de potenciales beneficios y plantean un uso cada vez más aceptado por profesionales de las ciencias de la salud. Hace ya unos años (pensemos en pacientes en edad infantil) el uso de mascotas en ciertos tratamientos, así como la relación con roles como payasos en ciertas patologías, han demostrado una mejor calidad de vida del paciente en el hospital y como consecuencia, a nivel general, de una mejor recepción del tratamiento, basado en una mejora del estado anímico del paciente, por su disminución de niveles de ansiedad. También es cierto que las mascotas no pueden estar 24 horas al día haciendo esta actividad ya que esto aumentaría su nivel de estrés. También hay ciertas patologías en donde no se recomienda su uso.
Sobre este escenario aparece un uso claro de la robótica social, que no sustituye a estas actividades, sino que las complementa y potencia, con una actividad normalmente distractora (podría ser también educativa) en el uso de robots, con el objetivo de reducción de niveles de estrés o ansiedad, que no solo, curiosamente, aplican al paciente, sino también a los familiares de éste, gracias al vínculo social que se crea con el robot como uno más de ese grupo.
El robot pasa a ser un elemento más en el ingreso hospitalario, que aparece, en un inicio, como un actor neutral, pero que gracias a la relación con el humano, se adapta y entiende lo que a este le gusta o le interesa y responde de forma completamente adaptada sus interacciones, lo que refuerza la relación de forma bidireccional, transformando su neutralidad inicial en un acompañamiento de valor para el paciente, que puede ir desde el momento del ingreso hasta el alta o posterior tratamiento en casa.
En esta situación, el robot (además de captar información médica valiosa, como información para el grupo médico) se comporta como un elemento de valor añadido, no sustitutivo, que permite generar una mayor calidad de vida por el lado del niño paciente y por otro lado permite que el médico dedique su tiempo a un análisis mucho más profundo, con información detallada, aportando un valor mayor como profesional.
“Esta capacidad de los robots sociales es una disciplina cada vez más potenciada, en donde las labores de investigación y progreso se encuentran avanzando de forma acelerada y reconocida en el mundo no sólo de la investigación.»
Esta capacidad de los robots sociales es una disciplina cada vez más potenciada, en donde las labores de investigación y progreso se encuentran avanzando de forma acelerada y reconocida en el mundo no sólo de la investigación. Como ejemplo podemos poner el grupo de Robótica Personal del MediaLab del MIT (Massachusetts Institute of Technology) liderado por la doctora Cynthia Breazeal, este grupo es uno de los muchos que a nivel mundial se encuentra trabajando en las características sociales de los robots.
everis (an NTT Data Company) trabaja en iniciativas como las descritas en este artículo, buscando nuevas opciones de evolución de nuestra sociedad, a través de su área de innovación disruptiva, que posee acuerdos con MIT Media Lab, así como con otras grandes instituciones y universidades a nivel mundial.