Desde mis tiempos como estudiante en la universidad y después como asegurador he tenido interiorizado el principio de relacionar seguro a desarrollo económico, a rentas altas.
Efectivamente es una máxima obvia ya que la parte del león del seguro mundial se la reparten Europa, Estados Unidos y Japón.
Sin embargo, desde hace unos meses he descubierto que los efectos beneficiosos de la industria aseguradora también pueden extenderse a las familias de pocos recursos o incluso en el umbral de la pobreza. Y ello ha sido posible gracias a personas e instituciones públicas y privadas que han puesto en marcha los microseguros (ver artículo de Craig Churchill en el blog).